Laniakea ya no basta: nuestra galaxia forma parte de 'algo' mucho mayor
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Hasta ahora, eran los bordes de Laniakea , nuestro enorme 'continente galáctico', los que marcaban la máxima distancia a la que el flujo de los 'ríos de galáxias' podían afectar a los movimientos de nuestra Vía Láctea. Pero un nuevo mapa de la región del Universo que nos rodea acaba de sugerir que, probablemente, nuestra galaxia forma parte de un 'barrio cósmico' que es mucho mayor aún. Esa es la principal conclusión de un nuevo estudio publicado en ' Nature Astronomy ' y dirigido por investigadores del Instituto Leibniz de astrofísica en Postdam y por el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawai. En él, los investigadores, muchos de los cuales ya participaron en 2014 en el descubrimiento de Laniakea, dudan ahora si Laniakea es realmente nuestro supercúmulo de origen, e incluso se plantean si ese 'continente galáctico' realmente existe. El Universo en que vivimos se expande cada vez más deprisa, lo que hace que, en general, todos los objetos que hay en él se estén alejando rápidamente unos de otros. Pero a la vez existen numerosas regiones muy densas, llamadas 'cuencas de atracción,' en las que sucede todo lo contrario. Allí, la gravedad, que tiende a unir las cosas, es más fuerte que la expansión, que tiende a separarlas, por lo que todo es atraído 'hacia dentro' por la fuerza gravitatoria de objetos muy masivos, como grandes cúmulos galácticos. Las cuencas de atracción pueden apilarse una dentro de otra como las célebres Matrioskas rusas. Así, la Luna gira alrededor de la Tierra, que a su vez gira alrededor del Sol junto con el resto de planetas del Sistema Solar, que a su vez gira en espiral alrededor del agujero central de nuestra galaxia. Pero la cosa no termina ahí. La siguiente 'muñeca rusa' es el Grupo Local, que incluye la Vía Láctea, la Galaxia de Andrómeda y la Galaxia del Triángulo, junto con varias decenas de galaxias satélite más pequeñas. Y después de eso, las siguientes capas son el Cúmulo de Virgo, que contiene alrededor de 2.000 galaxias, y el Supercúmulo de Virgo, aún más grande. La última capa conocida era precisamente Laniakea (que significa 'cielo inmenso' en el idioma hawaiano), un supercúmulo descubierto en 2014, que contiene alrededor de 100.000 galaxias y que tiene aproximadamente 500 millones de años luz de diámetro. En su estudio, los investigadores analizaron los movimientos relativos de más de 56.000 galaxias para crear un mapa 'probabilístico' en 3D de todas las cuencas de atracción que existen alrededor de la Vía Láctea. Lo cual reveló que hay muchas posibilidades de que nuestra galaxia sea parte de una cuenca de atracción realmente enorme, la Concentración de Shapley, que tiene un volumen hasta 10 veces mayor que el de Laniakea. Hace tiempo que los científicos ya sabían que existía la Concentración de Shapley, pero nunca habían pensado que pudiera afectar de algún modo a la Vía Láctea. En el nuevo mapa, Laniakea no sería más que un apéndice de la cuenca Shapley, y puede que ni siquiera exista como una entidad separada e independiente. El mapa muestra numerosas cuencas de atracción a lo largo de miles de millones de años luz y repartidas alrededor de la concentración de Shapley, entre ellas el Muro del Polo Sur, el Vacío de Boötes y el Supercúmulo Perseo-Piscis. La mayor de todas ellas es la Gran Muralla de Sloan , compuesta por cientos de miles de galaxias y que tiene alrededor de 1.400 millones de años luz de diámetro. «Quizás -explica Noam Libeskind, coautor del estudio- no sea tan sorprendente que cuanto más nos adentramos en el cosmos, más nos damos cuenta de que nuestro supercúmulo de origen está más conectado y es más extenso de lo que pensábamos. Descubrir que hay muchas posibilidades de que formemos parte de una estructura mucho más grande es emocionante». Por el momento, los investigadores creen que hay un 60% de posibilidades de que la Vía Láctea realmente resida en la Concentración de Shapley. La incertidumbre se debe en gran medida a las altas tasas de error que se dan al medir las velocidades de galaxias distantes, así como a la presencia de materia oscura entre galaxias, que es invisible pero que igualmente puede ejercer efectos gravitacionales masivos en grandes regiones del espacio. En palabras de Libeskind, «por el momento es sólo una pista: será necesario realizar más observaciones para confirmar el tamaño real de nuestro supercúmulo». Por lo tanto, los investigadores seguirán rastreando y haciendo mapas de las estructuras más grandes que existen, impulsados por la posibilidad de que nuestro hogar en el Universo forme parte de un sistema mucho más grande e interconectado de lo que nunca se imaginó.