Más allá del fútbol, siempre está la música
Islandia es tan pequeño que todo el mundo se conoce. Cualquiera puede reconocer el parentesco de un ciudadano al oír su apellido, el pueblo del que procede y a que se dedica. En una isla volcánica que pasa en la penumbra unos seis meses y ocho cubierta de nieve, aparte de los funcionarios estatales o locales, profesores, médicos, policías o bomberos, el resto de habitantes se dedican a la pesca o a la explotación del suelo aprovechando el magma subyacente para generar energía. O dedicarse a la música como Björk, Sigur Rós o Múm, pero lejos de casa.