De casta le viene al galgo
Durante mi carrera, hubo muchas veces que disfruté más realizando una asistencia bella, que marcando un gol “normalito”. Por ejemplo, en aquel partido contra el Oviedo en el que recorté a dos rivales para darle el pase final a Manolo. Seguro que los colchoneros veteranos saben a cuál me refiero. La mítica historia con Gorriarán. Han pasado más de treinta años, pero soy capaz de cerrar los ojos y recordar perfectamente lo que sentí en aquel momento que di el pase a nuestro eterno Pichichi.