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Октябрь
2024

Deberíamos prescindir del Festival de las Artes

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Recuerdo el inolvidable Primer Festival Internacional de las Artes (FIA) que se celebró en 1989 y que se continuó realizando cada dos años. Posteriormente, se crearon los Festivales Nacionales de Arte (FNA) cada año. Por falta de presupuesto, al principio no salían de la capital, pero poco a poco se fueron llevando a diversas ciudades.

Lo que muchos no saben es que se convirtieron en un gasto terrible para el Ministerio de Cultura y en un gran negocio para unos cuantos. Los artistas no se beneficiaban, sino los productores, sobre todo aquellos que fueron amasando el gran negocio de alquilar tarimas, luces y demás equipos necesarios para las presentaciones.

Ellos formaron empresas sin competencia por la fuerza que han ido adquiriendo. Cuesta millones alquilarles cada año los equipos que ofrecen. Podría decir que algunos viven desde hace años en apartamentos de lujo, solo para darles una idea del dinero que han ganado gracias a los festivales.

Para que entiendan mi preocupación, el FIA del 2012 significó una erogación de ¢1.775 millones; el FNA del 2013, ¢714 millones; el FIA del 2014, ¢1.603 millones; el FNA del 2015, ¢639 millones; el FNA del 2016, ¢990 millones; el FIA del 2017, ¢1.683 millones; el FIA del 2018, ¢1.119 millones; el FNA del 2019, ¢880 millones; el FNA del 2020, ¢205 millones; y el FNA del 2021, según datos publicados por el Semanario Universidad, fue de ¢1.013 millones junto con otros proyectos.

El FIA de noviembre próximo, anunciado con bombos y platillos como el primero en la historia cuya sede será Guanacaste y San José será subsede, imaginarán a lo que ascenderá.

Por eso, vengo diciendo desde hace varios años que debemos olvidarnos de esos festivales y, en vez de gastar miles de millones de colones que se van en unos pocos días, construir casas de la cultura en todo el país.

Más adelante, a la par de cada sede, se podrían construir, pausadamente, anfiteatros donde se lleven a cabo actos culturales, es decir, los pueblos disfrutarían de actividades a lo largo de todo el año y no solo de un festival que no les deja nada a largo plazo.

Frente a la crisis fiscal, no se justifica un gasto tan exageradamente grande. Una casa de la cultura es sede de enseñanza. En ellas se impartirían clases de lectura, historia o música a cargo de los miembros del Sistema Nacional de Educación Musical (Sinem), por citar algunas actividades.

La mayoría nos quejamos por el bajo presupuesto en el Ministerio de Cultura, pero pocos se plantean eliminar los festivales de arte durante unos ocho años, porque se ha construido un departamento gigante para organizar esta actividad anual que dura unos cuantos días.

No se justificaría pagar salarios a una gran cantidad de empleados que, durante todo el año, no hacen nada, solo “piensan” qué hacer en un año para el próximo festival. Son palabras que suenan muy duras, pero son una gran verdad. Estimado lector, ¿qué piensa de mi propuesta? ¿Conocía el costo de estos festivales?

brahms1956@gmail.com

La autora es pianista y compositora.