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Getxo: un paseo por el glamour de sus grandes villas

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En el extremo de la ría de Bilbao se encuentra la localidad de Getxo, un lugar en el que se mezclan imponentes paisajes naturales, marcados por grandes playas y acantilados, con las historias de un pueblo antiguo, de redes, huertos y rebaños, y, al mismo tiempo, de una sociedad que a finales del siglo XIX y principios del XX mostró todo su poderío a través de un lujoso legado arquitectónico que perdura hasta nuestros días.

Visitar Getxo supone, en todo caso, disfrutar del inagotable encanto de la costa vizcaína: vida marinera, excepcional gastronomía, un rico patrimonio histórico y cultural, rincones de ensueño, arte, naturaleza desbordante, divertidas propuestas activas… En definitiva, todo lo que unas vacaciones inolvidables deben incluir.

Si bien es cierto que este pintoresco pueblo marinero es reconocido internacionalmente como un balneario estival de primera línea, también se puede afirmar, con toda certeza, que Getxo ofrece experiencias memorables en cualquier momento del año. Y eso es así porque tanto su hermosa naturaleza como su rica vida cultural –conectada, sin duda, a la efervescencia de la vecina Bilbao– ofrecen opciones para todos los gustos.

Aquí te encontrarás desde hermosos paseos que recorren, por ejemplo, los acantilados que flanquean la ría hasta Punta Galea, o los baños de bosque en Azkorri, hasta proezas como el Puente Colgante de Las Arenas o las grandes villas y palacetes construidos por la burguesía vizcaína, pasando por tesoros históricos como la ermita de San Nicolás de Bari, el Molino de Aixerrota, el Fuerte de la Galea, la ermita Santa Ana, la iglesia Nuestra Señora de las Mercedes y la Estación de Salvamento de Náufragos, entre tantos otros.

¿Dónde dormir?

· Palacio Arriluce

Estamos ante un referente de excelencia y estilo en el corazón del País Vasco. Construido en 1912 sobre los acantilados de la costa vasca, el Palacio Arriluce y sus extraordinarios terrenos ofrecen unas vistas incomparables tanto del puerto como del Mar Cantábrico.

Situado junto al puerto deportivo de Getxo y cerca de las playas de Ereaga, Arrigunaga o Las Arenas, este lujoso hotel boutique de 5 estrellas recoge la esencia vanguardista del que fue el primer palacete familiar de Neguri del siglo XX. El palacio abre las puertas al pasado más auténtico con espíritu contemporáneo y elegante donde el arte, los colores y el entorno conviven en perfecta armonía.

Todo se remonta a cuando los marqueses de Arriluce construyeron su palacete en primera línea de este distinguido municipio en 1912. Sin saberlo en aquella época, crearon toda una tendencia que cambió el paseo marítimo de Getxo, pues otras familias acomodadas decidieron hacer lo mismo y de esa manera, durante las primeras décadas del siglo pasado, dieron forma al paisaje actual tan característico de grandes villas.

A día de hoy, este acogedor hotel cuenta con 49 habitaciones, de las que 10 son suites, y que se reparten 33 en el edificio principal, y el resto en una zona de nueva construcción, situada en un lateral del palacio, llamada La Pérgola y que antes se usaba como zona de paseo cuando llovía.

En las habitaciones, decoradas con elegancia y con cierto aire británico, no faltan los detalles de confort, que van desde la comodidad de las camas o el baño compartimentado y con la taza del váter calefaccionada hasta que entre los 'amenities' incluye plancha para el pelo o plancha de vapor para la ropa.

De todas las estancias, la más espectacular de todas es la suite Arriluce, 63 m2 y terraza de 28 m2 desde la que se ve la parte trasera de la propiedad que se asoma a la ría y al Paseo de las Grandes Villas.

De puertas para dentro, todas las habitaciones comparten interiorismo, tonos tranquilos, donde no falta el azul Bilbao, [el color que se queda, limpio y puro, en el cielo de la ciudad vasca después de la lluvia], mucha madera, muebles tapizados, gruesas cortinas, y obras de arte.

En esta zona se encuentra también la piscina infinity -sólo para huéspedes-, con solárium, y La Ría Pool Bar, una barra que dispensa aperitivos, cafés o copas a cualquier hora cuando el tiempo lo permite. El lugar invita a celebrar aquí algún evento social o familiar, y en estos casos el hotel se puede cerrar en su totalidad para un cliente.

Las zonas comunes continúan en la planta sótano del palacio, con una sala privada para catas, un gimnasio equipado con máquinas Technogym, spa (con jacuzzi, camas calientes, chorros, sauna húmeda y finlandesa) y zona wellness con cabinas de tratamientos.

¿Dónde comer?

· Delaunay

Palacio Arriluce es un lugar en el que la enología, la arquitectura y la gastronomía se fusionan para ofrecer una experiencia de lujo y tradición inigualable. El restaurante del hotel, inspirado en la artista Sonia Delaunay, ofrece una cocina vanguardista, centrada en la proximidad y en la calidad de los ingredientes, reforzando la conexión entre la tierra y el vino.

Con capacidad para 40 comensales, aquí se sirven los desayunos buffet, los almuerzos y las cenas, todo bajo la dirección gastronómica del chef Beñat Ormaetxea, uno de los referentes de la cocina vizcaína, quien ha optado por platos de la cocina vasca (pescado, marisco, carnes, huerta, quesos) pero con una presentación del siglo XXI.

En Delaunay se puede elegir a la carta o bien disfrutar de un menú degustación bautizado como 'Innovación y tradición', cuyo precio es de 121 euros y que consta de ocho pases y dos postres. No es un menú muy largo pero sí es generoso en raciones.

Cabe destacar el bacalao en láminas con espuma de su brandada, tapenade de anchoas y plancton, el salmonete a la royal con hinojo y lima, o las cocochas de merluza sobre pimientos asados.

La carne posee también un gran protagonismo en la carta y en la cocina de Ormaetxea, como es el caso del pichón. Y es que cada uno de sus platos traslada el talento y calidad local con un toque innovador, vanguardista y el mejor maridaje.

· Kupka

Otra de las referencias que pueden encontrarse en Palacio Arriluce es en la coctelería, que se ha creado bajo el nombre Kupka por las cristaleras de la antigua capilla que ahora lucen en ella que perfectamente podrían haber inspirado al artista checo para hacer sus propias pinturas.

Se trata de un espacio único alrededor de la antigua biblioteca y capilla donde relajarse junto al cubismo orfista del propio pintor y la impresionante cava de champanes.

Más allá de tomar algo (interesante el Kupka Signature, una versión del clásico vermut preparado de la zona, pero con whisky) también sirven platos más desenfadados, desde clásicos hoteleros (club sándwich, hamburguesa…) hasta una sabrosa sopa de pescado o un bacalao con setas y miso.