El papa Francisco proclama santo al aguilarense Nicolás María Alberca

El papa Francisco preside este domingo, 20 de octubre, la Eucaristía en la que se proclamarán santos a once frailes franciscanos que fueron asesinados en Damasco en el año 1860. Entre ellos el aguilarense Nicolás María Alberca que ya fue proclamado beato en octubre de 1926 por el papa Pio XI. Coincidiendo con la jornada mundial de las misiones el papa ha querido que la plaza de San Pedro de Roma sea el lugar en el que se reconozca la santidad tanto al aguilarense como a sus compañeros de los que seis eran españoles. Fue el pasado 23 de mayo cuando el papa dio el visto bueno al decreto que permitía la canonización y el 1 de julio se hizo pública la fecha para llevarla a cabo. Una delegación de cuarenta cordobeses encabezada por el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández , se han desplazado a Roma para vivir este momento histórico que supone la subida a los altares de un cordobés que pasó su infancia y su juventud en Aguilar. De hecho en la localidad se conserva la casa en la que vivió y que está ubicada en la calle que ahora lleva su nombre. No obstante nació en otra vivienda situada en la actual calle Mercaderes . Su festividad se conmemora cada año el 10 de julio con una procesión que recorre las calles del Barrio Bajo aguilarense. La noche del 9 al 10 de julio de 1860 un grupo de milicianos drusos llegó desde el Líbano hasta Siria devastando la ciudad de Damasco y entre sus víctimas se encontraron numerosos componentes de la comunidad cristiana. En esa madrugada se encontraban en la iglesia franciscana tanto el aguilarense como siete compañeros más, todos españoles menos uno de nacionalidad austriaca. Allí fueron acorralados y les exigieron que renunciaran a su fe cristiana. Algo que no hicieron y, por este motivo, fueron asesinados. Los primeros años de la vida del desde hoy santo Nicolás María Alberca transcurrieron en Aguilar. Allí asistió a la escuela y trabajó en una tienda. Este oficio lo abandonó porque no era compatible con la vida de piedad y oración que él quería llevar. Comenzó a trabajar en el campo con su padre y su tío. Su confesor le orientó a ingresar en el noviciado de los hermanos del Hospital de Jesús Nazareno en Córdoba y, de allí, pasó a Madrid. Se ordenó sacerdote en 1858 en la orden franciscana en la localidad de Priego de Cuenca. Poco después inició su labor de misionero en Tierra Santa dónde encontró la muerte con menos de 30 años. Hoy domingo en Aguilar han repicado las campanas y, por la noche, se celebrará una misa de acción de gracias en la parroquia del Carmen.