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Blanca y Borja consolidan su arte en el Thyssen

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Borja Thyssen mira orgulloso la última obra de su colección privada, que ha sido instalada en el Museo Thyssen-Bornemisza. No es para menos: el «Junglematic» de Kenny Scharf ilumina la sala con luz propia. El tiempo se detiene frente a este jardín fantástico, donde diferentes figuras se enredan entre las raíces de un árbol mágico, obra del artista neoyorquino, ícono del surrealismo pop. «Me encanta ver a gente joven en el museo, interesada por el arte», comenta Blanca Thyssen, mientras caminamos por la exquisita sala de expresionismo abstracto de la pinacoteca hacia otra de las obras de su colección privada, la de Ross Bleckner, que comparte espacio con artistas como Pollock, De Kooning y Gorky, entre otros.

Y es que, precisamente, la captación de público joven es el objetivo de los museos, y en el caso del Thyssen, se está cumpliendo. Las iniciativas de Blanca y Borja compartidas y secundadas por el director del museo, Guillermo Solana, para este templo del arte apuntan en esa dirección.

Su afán por conectar al público a través de nuevos artistas y con obras que los barones Thyssen atesoran en su colección privada, realizando un monográfico en torno a sus figuras, ya se nota en la afluencia. «Desde la primera, dedicada al hiperrealismo, que tuvo cerca de 70.000 visitantes, nuestras exposiciones están siendo un gran éxito, especialmente entre los jóvenes. El museo necesita atraer a las nuevas generaciones. Este programa de exposiciones tiene el propósito de mostrar cómo nace y crece una colección de arte contemporáneo», subraya Borja Thyssen-Bornemisza.

LA RAZÓN les acompaña durante el montaje de la última de esta saga (es la quinta exposición que capitanean junto a Solana), que se inaugura hoy, centrada en el estadounidense Peter Halley. La muestra se articula en torno a una de las obras de los barones, titulada «Reencuentro» (en su traducción al español). «El artista la creó especialmente para nosotros. Cuando termine la exposición la prestaremos para que se instale en la colección permanente», cuenta Borja.

«Lo que nos encanta de Halley es su sentido del color. Es el colorista más increíble... Se atreve con los fluorescentes, con pintura metalizada, con combinaciones de colores que parecen imposibles, pero que funcionan. Su color tiene algo muy pop y transmite alegría de vivir», añade Blanca.

Es cierto que, mientras desembalan las 20 obras que cuelgan desde hoy en la primera planta del Thyssen, los colores van llenando la sala de euforia. Desde 1992 no se realizaba una retrospectiva de Peter Halley (Nueva York, 1953) y, en esta ocasión, además del cuadro de los Thyssen que vertebra la muestra, se incluyen obras provenientes de colecciones tanto públicas como privadas. «Halley reinterpreta la geometría como un medio de confinamiento y control social, convirtiendo sus cuadros en iconos de prisiones, celdas y tuberías. Sus composiciones recuerdan a circuitos integrados y diagramas de flujo», detalla Guillermo Solana.

Halley se anticipa a la sociedad de la era digital, marcada al mismo tiempo por el aislamiento sistemático y la interconexión total, evocando la energía de las pantallas electrónicas y su multipresencia. «Es uno de los coloristas más audaces de nuestro tiempo», añade el director.

Sobre cómo Blanca y Borja llegaron a este artista y comenzaron a organizar la muestra, la esposa de Thyssen (también pintora con buena mano sobre el lienzo) comentan: «Halley es uno de los grandes, con una obra muy reconocible que no deja indiferente. Llevábamos tiempo detrás de un cuadro suyo, hasta que, hace un par de años en Arco decidimos no solo ir por una de sus obras, sino contactar directamente con él para explicarle nuestros proyectos en el museo y proponerle una exposición. La respuesta fue rápida: Peter mostró enseguida su ilusión por participar. Con él todo ha sido muy fácil y nos ha ayudado mucho».

Buena acogida

De hecho, la gran asistencia a las anteriores muestras ha reafirmado al matrimonio en la idea de impulsar este programa y dar visibilidad a más artistas. «La acogida en general está siendo muy buena. Sentimos el reconocimiento del público, no solo a nivel nacional. Nos sorprende cuando viajamos fuera, a América, Asia, y la gente nos pregunta por nuestros proyectos, nos pide que los invitemos... Es increíble», dice emocionada Blanca.

«También animamos mucho a nuestros amigos y a la gente en general a que visiten las exposiciones con sus hijos. Cada vez es más frecuente y es increíble cuando nos explican cuánto han gustado las obras a los más pequeños. En un mundo de tanta tecnología y pantallas, hay que promover actividades que fomenten la creatividad y la imaginación», asevera.

Y esto no se queda aquí. Según adelantan en exclusiva a LA RAZÓN, los barones Thyssen realizarán su primera exposición con una selección de lo mejor de su colección contemporánea en el museo, en el espacio principal de exposiciones en 2027. «Es una forma de dar reconocimiento a su obra y a ellos, que están haciendo un gran trabajo y realizando adquisiciones muy interesantes», dice Guillermo Solana.

«Cuando Solana nos lo propuso nos hizo mucha ilusión. Ya estamos trabajando con ese horizonte. Es un aliciente que nos motiva a comprar las obras más importantes y de mayor calidad», añade Borja.

Tanto él como Blanca llevan muchos años comprando arte, guiados siempre por los mejores y por su intuición. «Son buenos, tienen buen ojo. Yo les asesoro; cuando veo que una obra les puede interesar, les aviso. Son impulsivos, saben lo que les gusta y tienen su criterio claro», sentencia Solana.

«Nos gusta mucho ir a ferias de arte internacionales: Arco en Madrid, Frieze en Londres, Art Basel en Basilea, Art Basel París o Miami, Art Dubai y muchas otras. También descubrimos nuevos artistas a través de internet. Además, Guillermo Solana a veces nos ayuda a decidirnos; tenemos muy buena sintonía», confiesa Blanca.

El legado del barón

Por su parte, Borja añade: «elegimos los artistas con Guillermo, y al mismo tiempo vamos instalando algunas adquisiciones en la colección permanente del museo. Ya se pueden ver nombres históricos como Francis Picabia y María Blanchard, y contemporáneos como Alex Katz, Charles Bell, Ross Bleckner, Donald Baechler, Kenny Scharf, Eddie Martínez, en las diferentes salas del Museo».

Y añade: «Siento la responsabilidad de seguir con el legado artístico del Barón, llenar el vacío desde que mi padre dejó de coleccionar, tomar el testigo y continuar, haciendo mecenazgo, ayudando a artistas y creando una colección que, al final, lo que más ilusión me hace es cumplir con lo que mi padre me enseñó: que el arte es compartir».

«Estamos muy involucrados. en la compra de arte. Al trabajar con artistas vivos nos entusiasma poder ir a visitarles en sus estudios, charlar con ellos e intercambiar opiniones», puntualiza Blanca.

La sintonía entre este trío artístico es evidente. Lo comprobamos mientras Borja, Blanca y Guillermo intercambian opiniones sobre dónde ubicar las obras de Halley, a la espera de que llegue el autor y dé su visto bueno. De momento, parece claro que la obra «Cárcel» abrirá el recorrido de la muestra. Esa cárcel-prisión en negro y amarillo tiene una fuerza que arrasa, un ímpetu creativo que también corre por las venas de la nueva generación Thyssen. Según adelanta Borja, «habrá más sorpresas». Veremos. Por ahora, disfrutaremos del fascinante universo de Halley y su mundo multicolor.