El Nobel de Economía 2024 premia la teoría que vincula la calidad de las instituciones con la prosperidad de los países
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El Nobel de Economía de 2024 ha premiado el trabajo de Daron Acemoglu (Estambul, 1967), Simon Johnson (Sheffield, 1963) y James A. Robinson (Reino Unido, 1960), un trío de economistas que trató de explicar las vastas diferencias en la prosperidad de los países del primer y el tercer mundo. El tema es de no poca actualidad, baste recordar que el 20% de las naciones más ricas del planeta son treinta veces más prósperas que el 20% de las más pobres . Son muchos los estudios que se han hecho sobre esta realidad, pero la novedad que aportaron estos profesores –hace ya veinte años– fueron los instrumentos teóricos que explican cómo parte de esas diferencias se deben al impacto de las instituciones en la pobreza. Su análisis pasa por la historia del imperialismo europeo y el papel que jugó en la conformación del orden actual. Al hacer esto añadieron « una nueva dimensión a explicaciones previas para las actuales diferencias en la riqueza de los países alrededor del globo, una de las cuales giraba en torno al clima y la geografía», remarcaba ayer la Academia sueca en un comunicado. 'El espíritu de las leyes', publicado por Montesquieu en 1748, cimentó la idea de que las naciones ubicadas en climas templados juegan con ventaja sobre las que están en los trópicos. Los galardonados no niegan esta idea, pero le añaden otra causa al fenómeno, que han hallado en la política. Las instituciones que nos gobiernan son producto de la historia, de ahí la referencia al colonialismo, pues hay que recordar que todo eso que llamamos tercer mundo estuvo en un momento u otro regido por metrópolis en Europa. En uno de sus estudios, publicado en 2002, los tres profesores pusieron un ejemplo para explicar cómo opera este mecanismo. Se trata del caso de Nogales , una ciudad partida por la frontera entre los Estados Unidos y México. Más allá de esta diferencia, ambos Nogales tienen el mismo clima, la misma historia e incluso los mismos ancestros; y sin embargo uno es rico y el otro pobre. En acuerdo a la teoría institucional de Acemoglu, Johnson y Robinson, la razón de la disimilitud estaría en el modelo de estado impuesto a cada lado de la frontera. En un caso lo consideraron un sistema extractivo de los recursos, y en el otro uno de inclusivo, construido para beneficio de, y el matiz es importante, los colonizadores europeos ( recuérdese que los nativos fueron casi exterminados en los EE.UU .). Según los investigadores, los territorios que en el momento de la conquista tenían sociedades densas ofrecieron a los conquistadores mano de obra barata (una vez derrotado el estado preexistente) que evitó el asentamiento de pobladores europeos. Por la parte contraria, los lugares menos poblados (los EE.UU. antes de la llegada de los ingleses) necesitaron recibir colonos europeos y, por tanto, un sistema institucional garantista que los atrajera. Esto vale para las colonias inglesas, holandesas, españolas o portuguesas, y aclararía la paradoja de que sociedades que antaño eran las más ricas (India en el siglo XVIII) ya no lo sean. El caso de Nogales es solo un ejemplo –distintas son las circunstancias en cada latitud–, pero lleva a la conclusión de que los sistemas que se basan en el estado de derecho, son poco extractivos y poseen instituciones inclusivas son más prósperos en el largo plazo que los que están dominados por una élite. A partir de ahí, también propusieron un modelo que explica en qué circunstancias se forman instituciones políticas inclusivas. El mecanismo tiene tres patas, el conflicto sobre quién posee los recursos (la élite o las masas), el riesgo de que las masas se revuelvan contra el gobierno, y la tercera pata sería lo que llaman ' el problema del compromiso' , definido como el escenario en el que la única alternativa que le queda a la élite es compartir el poder con las masas. Este modelo es el que los galardonados usaron para explicar la democratización de Europa occidental al final del siglo XIX, cuando la amenaza de revolución obligó a los gobiernos a compartir el poder, pues las masas no confiaban en que repartirían los recursos por iniciativa propia. A partir de ahí propusieron una explicación de por qué algunas naciones siguen atrapadas en el binomio opresión-pobreza años después de haber sido descolonizadas y cómo el cambio es posible si se constituyen nuevas instituciones. Publicados hace ya veinte años, estos trabajos han influenciado tanto la ciencia política como la ciencia económica de hoy . No ofrecen una explicación total al devenir económico de las naciones, pues faltan elementos de análisis, pero «han aportado conocimientos innovadores al entendimiento de qué afecta a la prosperidad de los países en el largo plazo», rezaba el comunciado de la Academia ayer.