El acusado de robar y matar a dos ancianos niega el crimen y dice que se enteró por televisión: «Me quedé impactado»
0
A Manuel y Piedad, un matrimonio de octogenarios , los encontraron muertos en su piso de Barcelona en agosto de 2019. Los habían matado a puñaladas . Sus cuerpos se localizaron en avanzado estado de descomposición, después de que una vecina alertase a la Guardia Urbana. La puerta del inmueble, que abrió el hijo de la pareja acompañado por los policías, no estaba forzada y tampoco cerrada con llave. No se encontró ADN de ningún sospechoso en el piso, pero todos los indicios recabados por los Mossos d'Esquadra apuntan a un posible asesino: Marcos F., un comercial que estafó y robó a los ancianos . Las acusaciones piden para él dos condenas a prisión permanente revisable por sendos asesinatos con enseñamiento y alevosía . Este lunes durante su declaración ante el tribunal del jurado, ha negado el crimen, tras asegurar que se enteró al ver la noticia en televisión: « Me quedé parado, impactado ». Su relación con el matrimonio comenzó unos meses antes, en marzo de 2019, cuando el comercial llegó hasta la puerta de Manuel y Piedad para ofrecer los productos sanitarios que vendía. La mujer, tras superar un cáncer de mamá, había sufrido un ictus por lo que casi no salía de casa y el marido pretendía mejorar sus condiciones de vida. Así les endosó diversos productos, desde un masajeador y a una jarra de agua, por los que les habría cobrado un precio muy superior al habitual. «Yo diría que no», ha indicado sobre la cuestión. Su teléfono lo ubica en dos cajeros donde intentó hacer sendas extracciones de 600 euros con la tarjeta de Manuel. Días después, éste la dio de baja, al no haber sido él quien intentó retirar efectivo. El acusado no lo consiguió porque introdujo mal el pin. El día que lo mataron, el anciano había recogido la nueva tarjeta bancaria en su entidad pero, durante el registro del piso, los investigadores encontraron en su cartera, la que, supuestamente, le habían robado. Sobre esta cuestión, el comercial ha explicado que sabía que el matrimonio tenía una tarjeta de crédito porque se la enseñaron para hacerle los pagos, pero ha negado que se la robara. Tampoco ha aclarado por qué se registró a nombre de Manuel, aunque con su propio correo electrónico, en una plataforma de transacciones financieras para transferirse 100 euros a su cuenta bancaria. «Puede ser que sí, o puede ser que no», ha indicado. Durante esos meses, entre marzo y agosto de 2019, intercambiaron 50 llamadas. La última, el 14 de agosto, dos días antes de que asesinasen a los ancianos. El teléfono del comercial lo ubica en la vivienda el día del crimen . El 16. Allí estuvo tres horas, de 15.00 a 18.00, con el terminal apagado, aunque no habló antes con el matrimonio. Preguntado por esta cuestión, ha asegurado que no recuerda la última vez que los vio, aunque sí que fue en «verano de 2019». Y que a su móvil «le fallaba la batería». Según su relato, la relación se acabó porque el fallecido le pidió que vendiera todas sus pertenencias porque se quería ir a vivir a una residencia con su mujer. Marcos F. ha tratado así de justificar por qué solo un día después del crimen él mismo vendió una de las joyas de los ancianos . Así, ha apuntando que la relación con ellos «se acabó cuando [Manuel] ya me quiso poner un poquitín en un aprieto: que me encargara de la venta de todo lo que había en el piso. Le dije que no, que era cosa de su hijo». En esta línea ha reconocido algo que está probado: que vendió joyas del matrimonio en una tienda de Gavà (Barcelona), pero ha dicho que lo hizo después de que el marido le pusiera sobre la mesa un puñado de alhajas, como pendientes y un colgante de su mujer, y que luego le dio el dinero en mano a la pareja. Tras escuchar su relato, el fiscal Félix Martín lo ha calificado de « sarta de mentiras ». Cree, igual que la acusación particular, que el acusado mató a los ancianos porque su situación económica era «agónica» y quería conseguir dinero a toda costa . El representante del Ministerio público ha insistido en que el móvil del crimen fue la situación económica del procesado, que era «mala no, agónica», y que su único objetivo era conseguir dinero. Ahora será el jurado el que deberá emitir un veredicto.