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José Manuel Lara Hernández, el editor que se escribía con sus autores

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El 15 de febrero de 1953, Carmen Laforet sabía que debía dejar Destino, el sello donde se había dado a conocer con «Nada», por Planeta. Buscaba más difusión para su obra y, a la par, un mejor resultado económico para su trabajo. «Desde luego que cuando escriba mi próxima novela puede usted contar con que si las condiciones de Destino se superan por todos conceptos, la novela será suya; y le doy las gracias por su cariñoso interés que de veras me conmueve», apuntaba Laforet. La autora fichó por Editorial Planeta y recogió en un volumen, en este mismo sello, su obra completa literaria.

Probablemente una de las mejores maneras de conocer la labor tanto de José Manuel Lara Hernández como de Editorial Planeta en sus primeros años sean precisamente esas cartas, tanto las enviadas como las recibidas por el editor, un buen ejemplo de la labor llevada a cabo en el mundo de la letra impresa, aunque a veces no prosperarán los proyectos. En este sentido, Lara trató de fichar para Planeta al historiador y académico Melchor Fernández Almagro con el objetivo de que escribiera una biografía de Ramón María del Valle-Inclán.

En los archivos de la Real Academia de la Lengua Española, en Madrid, en los fondos de Fernández Almagro, se conservan las cartas que el editor envió a quien quiso convertir en uno de los miembros de su catálogo. El historiador había publicado en 1943, en Editora Nacional, su «Vida y literatura de Valle-Inclán», pero en 1961 quería rehacer el libro. El 21 de octubre de ese año, el editor de Planeta le escribía que «he leído su biografía de Valle-Inclán y, desde luego, es estupenda. De todas maneras pienso publicarla: ahora bien, yo le quedaría sumamente agradecido si usted pudiera ampliarla en 50 a 100 páginas, porque ahora en la colección donde ahora irá publicada resultaría muy pequeña. La ampliación, a ser posible, convendría que fuese sobre la persona de Valle-Inclán en vez de su obra literaria».

La correspondencia con Melchor Fernández Almagro resulta interesante porque podemos conocer de primera mano cómo era Lara Hernández negociando con sus autores. El académico un 20 por ciento por los derechos de su ensayo sobre el autor de «Luces de bohemia», pero Lara le propuso en dos cartas una contraoferta: «¿No hay forma de que en lugar de pagarle el 20 %, con lo cual me vería obligado a poner el libro a un precio muy caro, se aviniese usted a firmar el contrato con el 15%, pagándole una cantidad de cierta importancia como anticipo del 15%? Si usted accede a ello, para mí sería una verdadera satisfacción; si no conforme con pagarle el 20%, pues me interesa muchísimo publicar, en mi colección de biografías la de Valle-Inclán una vez alargada». Fernández Almagro no acabó el libro.

Manuel del Arco fue un gran entrevistador y caricaturista que tuvo una buena amistad con Lara Hernández. Sus entrevistas con los ganadores del Planeta son míticas. Cuando en 1971, Del Arco falleció, el editor puso en marcha el proyecto de un libro homenaje y que cuyos beneficios irían a la familia del desaparecido creador. El editor se escribió con todo el mundo para pedir que fueran suscriptores del volumen. Desde Los Ángeles, por ejemplo, Ramón J. Sender enviaba carta en la que decía «desde luego, puede contar conmigo como uno de los compradores del libro de Del Arco, que fue mi paisano y mi amigo. La noticia de su muerte me sorprendió y me dolió mucho». Sender añadía, a la manera de postdata, que «compraré dos ejemplares, uno para mí y otro para la biblioteca de mi universidad. Así, pues, mi suscripción es por 4.000 ptas.».

Camilo José Cela también le comunicaba a Lara que se unía a la iniciativa: «Claro que quiero el ej, que me ofreces de Del Arco». Por su parte, Miguel Delibes apuntaba que «tratándose de un homenaje a Manolo del Arco y de una ayuda a su mujer puedes contar conmigo para adquirir el libro de que me hablas».