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Planeta: La histórica editorial cumple 75 años

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Decía José Manuel Lara Hernández, un empresario procedente de El Pedroso, un pueblo de la provincia de Sevilla donde había nacido en 1914, que lo más grande que podía imaginar para bautizar una empresa era algo que se llamara Planeta. Ese es el nombre que escogió para el sello que fundó en Barcelona hace 75 años y que cambió el mundo de la edición en nuestro país para siempre. Con el apoyo de su esposa María Teresa Bosch, primera lectora y consejera sobre los muchos, muchísimos manuscritos que llegaron a las oficinas de la inicial Editorial Planeta, en la calle Pérez Cabrero, Lara Hernández puso las bases de lo que hoy es el gigante de la edición.

La editorial inicia su andadura en plena posguerra, en un momento en el que la capital catalana empieza a ser el hogar natural de algunos de los principales sellos que nacen en ese tiempo, algunos de ellos de vida breve mientras que otros prolongarán su presencia en el tiempo. Lara Hernández, quien hasta dedicarse a la edición había sido mecánico, vendedor de galletas o bailarín en la compañía de Celia Gámez en la revista «Los muchachos del Savoy», había probado suerte con antelación en el mundo de la letra impresa tras comprarle a Félix Ros la Editorial Tartesos por 100.000 pesetas y que, en manos del andaluz, pasó a ser Editorial Lara, aunque las cosas no salieron como se esperaba y fue adquirida por Janés, es decir, la competencia.

Con un capital inferior a 100.000 pesetas arrancó su andadura Planeta. El propio Lara Hernández explicaría a José Martí Gómez y Josep Ramoneda que el punto de partida fue una condición: «Para montar una editorial lo primero que hay que hacer es no tener dinero». El editor consideraba que de esta manera se evitaba la publicación de libros malos. Todo ello lo ejemplificaba con lo ocurrido con el estreno de la editorial Planeta en las librerías: «Mientras la ciudad duerme», del estadounidense Frank Yerby. «Este libro vino a España con el título de “Débil es la carne” en la época en la que no se encontraba carne en los mercados y no sé si la gente se lo tomó como una ofensa, pero el caso es que no se vendió ni un solo ejemplar. Cuando leí la obra me di cuenta que era muy importante, compré los derechos, le cambié el título y se llevan vendidos más de un millón de ejemplares», apuntó en la citada entrevista aparecida en la revista «Por Favor» en octubre de 1976.

Los primeros años del sello son una apuesta por la literatura extranjera, especialmente algunos de los nombres del momento de la narrativa estadounidense, como lo prueba la presencia de títulos como «Caballero sin espada» de Lewis R. Foster; «Esta es mi cosecha», de Lee Atkins; «Nina», de Susana March, o «La última esperanza», de Mildred Masterson McNeilly. Sin embargo, había en esa primera Editorial Planeta una asignatura pendiente y eran los autores españoles. Para poder encontrar nuevas voces, además de impulsar otras de creadores más veteranos, en 1954 nació el Premio Planeta. La primera edición del galardón, con una dotación inicial de 40.000 pesetas, se celebró el 12 de octubre con una velada en el Restaurante Lhardy de Madrid con un jurado formado por Bartolomé Soler como presidente, César González Ruano; Tristán La Rosa; Pedro de Lorenzo; Romero de Tejada; el mismo José Manuel Lara y Gregorio del Toro en calidad de secretario. Se presentaron 247 obras originales y resultó ganador Juan José Mira con la novela «En la noche no hay caminos» que llegó a las librerías al año siguiente con una primera edición de 5.000 ejemplares. El finalista fue Severiano Fernández Nicolás con «Tierra de promisión».

El hecho de que Mira obtuviera ese primer Planeta era toda una declaración de principios porque en esa España franquista se había optado por un autor que trataba de hacerse un hueco con sus novelas policiacas. El escritor no lo había tenido fácil tras haber participado durante la Guerra Civil en el bando republicano y ser miembro del Partido Comunista ya en la clandestinidad. Esa fue una de las máximas de José Manuel Lara Hernández y que sigue siendo mantenida: dar espacio a todas las voces, con independencia de su posicionamiento político. De esta manera, con el paso del tiempo, en Planeta, especialmente de la mano de la mítica colección Espejo de España, se recogerían las memorias de algunos de los ministros de los gobiernos de Franco, pero también las de Santiago Carrillo o Dolores Ibárruri, las del primer presidente de la Segunda República Niceto Alcalá-Zamora o las del general Emilio Mola, para muchos el director del golpe de Estado.

Pero hemos dado un salto en el tiempo y conviene volver a uno de los momentos clave en la historia de Editorial Planeta y que será fundamental para su consolidación. Con una treintena de años, un joven y ambicioso autor catalán llamado José María Gironella se había instalado en París para escribir una novela sobre la Guerra Civil. Tardó cuatro años en concluir un voluminoso manuscrito de 800 páginas. De vuelta a España, Gironella lo paseó por algunas editoriales, como el Destino de Josep Vergès, donde no llegaron a leer ni una página. Fue González Ruano quien le habló de «un editor pintoresco» al que podría interesar esa obra y Gironella no dudó en llevársela haciendo, al igual que otros escritores, cola para conseguir una cita. Ese mismo día, por la noche, María Teresa Bosch despertó a las tres de la madrugada a su marido tras pasarse horas leyendo el texto de aquel desconocido. «Pepe, este libro nos va a salvar», le comentó. Al día siguiente, como le contó muchos años después Gironella al periodista Xavier Moret, firmaba el contrato de publicación de «Los cipreses creen en Dios» con Lara. El libro fue el primer gran fenómeno editorial en la literatura española del siglo XX. Todo el mundo leyó la novela, hasta el mismísimo Franco.

Gironella, en 1953, abrió las puertas a una literatura dirigida a todo tipo de lectores, un fenómeno que podría compararse, también en Planeta, con el vivido por «La sombra del viento» del escritor Carlos Ruiz Zafón. Hablamos de títulos con miles de ejemplares vendidos en nuestro país, pero también con abundantes traducciones alrededor del planeta, en muchas ocasiones gracias al boca-oreja, lo que viene a ser la mejor publicidad que puede conseguirse.

Planeta fue creando una escudería propia de autores, con escritores tan diferentes como Pío Baroja, Wenceslao Fernández Flórez, Carmen Kurtz, Ana María Matute, Juan Goytisolo, Luis Romero, Concha Alós, Ramón J. Sender, Carmen Laforet, Mercedes Salisachs, Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé, Juan Benet, Francisco Umbral o Terenci Moix. A ello se le suman propuestas tan interesantes como la publicación de las obras completas de autores extranjeros de la talla de Franz Kafka, John Dos Passos o Ernest Hemingway.

El visionario Lara Hernández inició una política de alianzas con otros sellos que le daría muy buenos resultados. En 1963, tiene lugar el primer gran acuerdo de Editorial Planeta con un socio internacional, la francesa Larousse, que permitió consolidar el negocio de venta a crédito. De esta manera, Planeta comenzó la publicación en castellano de las enciclopedias Larousse. Planeta Crédito pasará después a convertirse en Editorial Planeta Grandes Publicaciones.

Igualmente Planeta creó toda una galaxia con la adquisición de diferentes editoriales, ya fueran literarias –Seix Barral, Destino, Tusquets o Espasa– o dedicadas al ensayo –Crítica, Ariel o Deusto–, constituyendo un grupo que hoy está formado por setenta sellos que publican en castellano, catalán y portugués, con presencia en la Península, pero también en toda América Latina.

Grupo Planeta no solamente se dedica al mundo de la edición sino que también tiene una presencia destacada en medios de comunicación de la mano de Atresmedia Corporación de Medios de Comunicación, donde encontramos a Antena 3 Televisión, la Sexta u Onda Cero. Por otra parte, el periódico LA RAZÓN pertenece al Grupo Planeta. En los últimos años, también ha habido una gran apuesta por el mundo de la educación de la mano de propuestas como Planeta Formación y Universidades, con 22 instituciones.

Aquella inversión inicial de algo menos de 100.000 pesetas por parte del editor José Manuel Lara Hernández desde un piso en Barcelona para montar Editorial Planeta, el pasado año logró una facturación de 1.800 millones de euros, contando con más de 12.000 empleados. ¡Feliz aniversario!