Muere el ex primer ministro nacionalista escocés Alex Salmond a los 69 años
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Alex Salmond ha sido probablemente uno de los personajes políticos más determinantes en la historia reciente del Reino Unido. Como líder independentista, forzó al Gobierno de Londres a aceptar un referéndum sobre la independencia de Escocia que no logró ganar, pero a cambio desestabilizó los equilibrios políticos en todo el país y abrió la puerta para que después se colase en el debate la consulta sobre la salida del país de la Unión Europea, a pesar precisamente de que los escoceses eran los más fervientes partidarios de seguir en la UE. Nacido en la localidad de Linlithgow en 1954 , toda su vida política ha estado vinculada al nacionalismo escocés. Antes de dirigir el gobierno regional, fue diputado en Londres y después miembro de la primera legislatura de la Asamblea Escocesa que fue reinstaurada en 1999. La muerte le ha sorprendido a los 69 años con un fulminante ataque al corazón cuando se encontraba en un país balcánico, Macedonia del Norte, donde había acudido a pronunciar un discurso. El político escocés se desplomó fulminado por lo que parecía ser una crisis cardíaca. Salmond fue primer ministro de Escocia desde 2007, respaldado por una victoria apabullante del Partido Nacional Escocés (SNP) que rompió la tradicional hegemonía de los laboristas. Su principal ambición fue convencer al gobierno conservador de David Cameron para que autorizase la celebración de un referéndum sobre la separación de esta antigua nación, que se había unido voluntariamente a Inglaterra en 1707 para formar el Reino Unido. En 2014, Londres terminó aceptando el desafío, pero la campaña proindependencia, basada en mitos y difusas pretensiones sobre las rentas de los yacimientos petrolíferos del mar del Norte o la pesca, no logró convencer a una mayoría de votantes. En un gesto de dignidad, Salmond dimitió y entregó el puesto a su vicepresidenta, Nicola Sturgeon, quien no supo mantener el movimiento independentista con el mismo vigor. Para Salmond, fuera de la primera línea política, las cosas tampoco fueron mejor. En 2018 abandonó el SNP a raíz de la aparición de acusaciones de presunto acoso sexual, de las que fue absuelto finalmente, y después creó un nuevo partido independentista que bautizó como Alba, el antiguo nombre de Escocia en el idioma gaélico. Sus resultados electorales han sido hasta ahora prácticamente irrelevantes. Actualmente, el SNP y los laboristas se reparten alternativamente el primer puesto en las encuestas sobre elecciones escocesas y el resto de fuerzas políticas, Alba incluida, se limitan a existir sin mayor pretensión. Una década después de aquel referéndum sobre la independencia de Escocia, el Reino Unido es más débil y, tras el Brexit, la Universidad de Edimburgo ha perdido la presencia de miles de estudiantes europeos que ya no pueden cursar allí su año de Erasmus. Ahora, la delegación de Escocia en Bruselas es una triste oficina acristalada, en la que después del Brexit alguien puso unos carteles recordando que los escoceses «sí amamos a Europa».