Jugamos a 'The Legend of Zelda Echoes of Wisdom': Nintendo salda su deuda con la princesa
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Debemos ser sinceros. En ABC no estábamos muy entusiasmados por la salida de The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom. Tras el fantástico Tears of the Kingdom , buscábamos un título que siguiera la senda de uno de los mejores títulos que Nintendo ha sacado al mercado. Sin embargo, Echoes of Wisdom parecía un pasó atrás, una vuelta a la fórmula original sin novedad alguna. Estábamos muy equivocados. La compañía nipona nunca deja de sorprendernos y ha conseguido con este juego varias cosas: fusionar a la perfección lo clásico con lo moderno y saldar su deuda con la princesa Zelda. Se trata de la primera entrega de la saga en la que Zelda es la gran protagonista, y no sería descabellado pensar que se trata de un spin-off o un juego menor. Pero no; lo que tenemos entre manos es un Zelda que forma parte de la saga principal. Y uno que, aprovechando el cambio de roles entre Zelda y Link, pone sobre la mesa ideas realmente interesantes y originales a nivel jugable . Y lo curioso es que lo hace adoptando el formato de las entregas clásicas, pero también tiene muchos elementos de las modernas. La historia nos narra como el reino de Hyrule está siendo consumido por unas brechas que se tragan todo lo que encuentran a su paso. Entre ello a Link, que se queda fuera de la ecuación en esta entrega para que la princesa Zelda pueda abandonar su puesto de damisela en apuros y se convierta en la heroína de la historia. No estará sola, la acompaña una especie de hada llamada Tri, que le presta sus poderes. Un centro que permite utilizar dos mecánicas que son el núcleo jugable de Echos of Wisdom: las réplicas y el vínculo. Las réplicas, como su nombre sugiere, son copias de objetos y monstruos que podemos invocar en cualquier momento, siempre que antes los hayamos eliminado y memorizado. Los objetos, como mesas, camas, cajas o jarrones, suelen ser útiles para resolver puzles, mientras que los enemigos nos echarán un cable para la exploración y para derrotar a otros monstruos. El vínculo, por su parte, permite juntar a Zelda con un objeto o enemigo, lo que nos permite moverlo a voluntad y desbloquear nuevas mecánicas. También sirve como gancho para tirar de ciertos elementos. Lo más curioso es que se puede usar a la inversa, dejando que el objeto o el enemigo guie los movimientos de Zelda. De esta manera, los combates consisten en tirar réplicas y esperar a que derroten a los rivales. Es bastante más divertido de lo que suena, pues es habitual tener que probar con diferentes monstruos hasta dar con la horma del zapato del rival. Y tampoco adoptamos un papel pasivo, pues debemos esquivar los ataques enemigos. Son combates muy dinámicos y animados, pese a que en ocasiones nos hemos sentido más débiles o abrumados cuando se juntan varios enemigos. Y la IA de nuestras réplicas a veces deja mucho que desear. Al menos, es una vuelta al machacabotones que ha sido siempre la tónica de los antiguos Zelda. Que siempre podemos volver a ella. Porque hay un modo 'espadachina' que nos deja durante un corto tiempo adoptar la jugabilidad de Link. En lo que a estructura se refiere es exactamente igual a los Zelda tradicionales, pues tenemos cierta libertad para elegir a qué mazmorra vamos primero, pero antes de poder entrar a explorarla, debemos superar una pequeña trama argumental que involucra a los personajes de las distintas razas que habitan la región. Otra tradición que trae de vuelta Echoes of Wisdom es el mundo alternativo a Hyrule, que en este caso recibe el nombre de mundo del vacío. Pero en lugar de tener dos mapas diferentes, aquí se ha optado por pequeñas fases (algunas obligatorias, otras opcionales) a las que se accede a través de las brechas y en las que debemos encontrar varios objetos para progresar. Como siempre, la exploración es la mejor baza de estos títulos, lo orgánico que se siente todo y como deja claro que nada está puesto ahí al azar. No será el mapa más grande, ni el título más largo (en apenas unas 20 horas lo completas casi por completo), pero sin duda todo lo que hace, lo hace con cariño y mimo. Al igual que el estilo gráfico, que es de los más bellos que hemos visto en la Nintendo Switch. Mediante una vista isométrica, se nos presentan a unos personajes cabezones en un mundo lleno de colores brillantes y que, dentro de su simpleza, está lleno de detalles. Por desgracia, no es todo bueno. Echoes of Wisdom no es un juego difícil. De hecho, si sois seguidores de la saga, es muy probable que os resulte bastante sencillo. En toda la partida, sólo he muerto una vez y, pese a la cantidad de puzles que tiene, sólo ha habido uno donde puedo decir que me quedé un rato atascado. Es verdad que cuenta con un modo que aporta más dificultad, pero si la aventura base no supone un reto, se puede hacer aburrida a la larga. Por otro lado, su mayor pero es el rendimiento. Hay ralentizaciones constantes, que no entorpecen la jugabilidad, pero sientan como un lastre y llegan a molestar. Además, la interfaz pese a ser clara y sencilla, se vuelve tediosa cuando cuentas con muchas réplicas y quieres encontrar una en concreto. Parece que este menú en concreto no estaba pensado cuando cuentas con decenas y decenas de objetos y bichos a invocar. The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom es una aventura sobresaliente y con un sabor muy especial que nos ha recordado tanto a las entregas clásicas de la saga como a las más actuales, recuperando sus fórmulas tradicionales y sazonándolas con la libertad que ha caracterizado a sus últimos juegos. Dos maneras distintas de entender esta legendaria serie que aquí se reconcilian para dar forma a un título más pequeño y compacto que quizá no aspire a revolucionar la industria ni a elevar a los videojuegos como medio, pero con el que resulta imposible aburrirse.