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La «experiencia brutal» de Santiago Sánchez en la cárcel de Ocaña I: «Todos los presos se han puesto en pie»

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Abc.es 
Miércoles, 9 de octubre. Santiago Sánchez Cogedor se fotografía a la entrada del centro penitenciario. Son cerca de las cinco de la tarde. El español liberado tras más de un año recluido en Irán vuelve a pisar una prisión, esta vez para contar su experiencia viajera y cómo llegó a estar entre rejas. La cárcel elegida es Ocaña I, donde las reflexiones de este aventurero alcalaíno de 44 años se apoyan en un vídeo sobre su situación. Entre el público, cerca de 80 reclusos, hay perfiles muy variados y algunos con condenas muy largas. Se habla de la soledad, del silencio, de la superación mental... «El pan que me daban no me lo comía, sino que lo utilizaba para desmigarlo por la celda y que así pudieran venir las hormigas para hablar con ellas», les cuenta. Con permiso de la autoridad, también visionan fotografías de él en su cuenta de Instagram, que su respetable se la pide para que los familiares puedan ver su viaje. Sale a relucir que en una dictadura como sucede en Irán no hay derechos humanos. Y s e emociona, con lágrimas en los ojos, al leer a su público el contenido del diploma que los reclusos le entregaron cuando salió en libertad de la cárcel de Irán después de 15 meses. Entonces los presos de Ocaña I se levantan de sus asientos, se rompen las manos aplaudiendo y le lanzan una idea: que vuelva para organizar un partido de fútbol amistoso, un encuentro que Santiago tiene previsto preparar con la Fundación del Real Madrid. Hay incluso una tanda de preguntas y le regalan unos dulces antes de marcharse tras cerca de dos horas. Se va por donde ha venido después de fotografiarse con el público, que ha rodeado a Santiago y ha comprado también ejemplares de su libro 'Cómo sobreviví 15 meses entre rejas' (Editorial Alienta): la historia contada en primera persona de este español en una de las prisiones «más salvajes» de Irán. «Todos los presos se han puesto en pie. Ha sido todo muy bonito, una experiencia brutal, brutal... », afirma Santiago a ABC mientras conduce su coche hacia Valdeavero, un municipio madrileño de unos 1.600 habitantes a más de 100 kilómetros, donde tiene una cita con su club de fútbol; el mismo que se manifestó cuando él estaba en prisión. La visita a Ocaña I no será la única a cárceles españolas. El próximo lunes estará en Alcalá Meco. «Quiero dejar mi semillita, compartir mi experiencia», dice. Una vivencia que este miércoles seguro que ha dejado huella entre rejas.