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'Obras (2019-2024)', de Nicolás Ortigosa en Moisés Pérez de Albéniz: La des-pintura integral

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Abc.es 
Recuerdo el autorretrato multifacético que hace años intentó plantear en mi clase una alumna de Bellas Artes, compuesto por una sucesión de dibujos de sí misma variando su aspecto. Al entender que la serie no le ofrecía apenas nada de su propia persona, decidió cubrirlos de negro por completo. Fue en esa colección de imágenes figuradamente mudas donde pudo hallar lo más auténtico que en aquel momento era capaz de formular como autorretrato. En una entrevista con motivo de su exposición en Bombas Gens, Nicolás Ortigosa (Logroño, 1983) afirmó haber encontrado su pintura después de tapar con color negro algunos de sus cuadros anteriores, en alusión, obviamente, al hallazgo de un nuevo sentido para su discurso. Acción paradójica y virtualmente destructiva que, sin embargo, no supone una aniquilación de lo pictórico, ni una negación de lo icónico. Más bien todo lo contrario. Malevich encontró en la sugerencia de un eclipse, materializado en su cuadrado negro, el grado cero necesario para iniciar la utópica aventura del Suprematismo. Años después, en un arranque que parece inspirado por la conocida sentencia de Wittgenstein («de lo que no se puede hablar, hay que callar»), Ad Reinhardt llevó a cabo una serie de pinturas negras tituladas 'Ultimate Paintings' con el fin de cuestionar la posibilidad de seguir produciendo arte: imágenes, en definitiva, y además nada monótonas debido a su matizada definición. De igual forma, en los 'Cuadros tapados' de Ortigosa las capas de pintura no resultan uniformes; presentan leves variaciones de opacidad y brillo que sugieren una mínima articulación pictórica. Invitan a contemplarlos. La pintura habla –más bien susurra– por sí misma. En esta nueva exposición, el artista ha ido un paso más allá al haber desclavado las telas y mostrarlas sin bastidor, exentas: a la vista quedan los bordes, con sus irregularidades y esa condición originariamente extra icónica. Desarbolado el plano pictórico, la diferencia entre este y el soporte desaparece; la pintura ha sido sometida a un proceso que depende de su materialidad, de su estricta fisicidad, como demuestra el procedimiento utilizado para plantear el conjunto de gestos producidos por el levantamiento parcial del pigmento negro, haciendo visible el blanco del aparejo. Eliminación ocasionada por haber arrugado los lienzos y conseguido que dicho pigmento se desprendiese en los vértices. Ante estas composiciones cabría señalar semejanzas formales, incluso metafóricas, que llevarían a evocar la morfología de las constelaciones o muchas obras de Tobey y Michaux. Pero estimo más pertinente considerar todo esto como una nueva concepción pictórica cuya expresividad se deriva del abandono de los convencionalismos del medio; buen ejemplo de lo que Perejaume calificó como 'despintura'.