Netanyahu: Pirro o Alejandro
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Pirro, rey de Epiro 300 años a.C., fue un gran general, triunfó en numerosas batallas, pero en los anales de la historia ha quedado como quien se enfrentó a la República romana, obteniendo un par de victorias con tan inmensas pérdidas que al final fue vencido en la batalla de Benevento (año 274 a.C.) y tuvo que retirarse. Alejandro, hijo y sucesor de la princesa Olimpia de Epiro y el rey Filipo II de Macedonia, rey de Macedonia desde el 336 a. C., dibujó nuevas fronteras y expandió la cultura occidental hacia Oriente mediante una extraordinaria campaña político-militar donde no conoció la derrota y que terminó con su muerte en 323 a.C., en combate a los 32 años, lo que le valió el título de Magno . Parece evidente que la intención del líder israelí, Benjamin Netanyahu, es dibujar nuevas fronteras y mantener su influencia en su zona vital, haciendo impracticable el Estado palestino mediante acciones integradas que eliminen a sus enemigos y mantengan sus alianzas. Mirando hacia atrás: ser un Alejandro. En estas acciones integradas, multidominio, además del combate entre Fuerzas Armadas o contra grupos paramilitares o terroristas, confluyen acciones diplomáticas y económicas y –hoy más que nunca, potenciadas por la globalización– y las redes sociales y las capacidades de la inteligencia artificial generativa. Estas acciones se incluyen en el concepto de la guerra cognitiva, que siempre se utilizó –Pirro y Alejandro incluidos–, pero que hoy adquiere unas capacidades y una influencia, en el futuro de las campañas, excepcional. Las dos palabras clave de la actuación del Estado par influir son 'integración' y 'sostenibilidad' y estos dos conceptos los aplica Netanyahu operando en tierra, mar, aire y espacio, además del ciberespacio y el ámbito cognitivo. Israel, así, pretende influir en su teatro de operaciones o zona de influencia para conseguir sus objetivos. El riesgo de los ámbitos informativo y psicológico, actuando sobre el ambiente cognitivo, es que sus efectos perduran en el tiempo, aunque se estabilice la crisis, y su alcance es global. Israel puede eliminar a corto plazo la capacidad palestina de constituir un Estado y reducir el nivel de amenaza de sus vecinos, pero ¿cómo influirán estas acciones en la percepción a medio y largo plazo de los ciudadanos israelíes y de los palestinos jóvenes supervivientes? A través de la información recibida y de la observación de la realidad se consolida ese teatro de operaciones cognitivo, y los individuos toman unas decisiones que pueden no estar sincronizadas con las expectativas de uno u otro adversario, de forma que el resultado final lo van a decantar las posturas individuales en vez de los estribillos político-estratégicos. Viktor Frankl, psiquiatra y superviviente de Auschwitz, escribe en su 'El hombre en busca de su sentido' sobre la vida y su experiencia en los campos de concentración: «Cada hombre, incluso en condiciones trágicas, puede decidir quien quiere ser –espiritual y mentalmente– y conservar su dignidad humana». No cabe duda de que se puede actuar, y se actúa, en estas acciones integradas, multidominio, para construir un espacio cognitivo favorable a los intereses propios, convenciendo las mentes individuales, pero, en este campo, la visión cortoplacista siempre provocará errores de cálculo. Un gran éxito hoy puede suponer una frustración futura. Según algunas estadísticas, la población joven israelí está planteándose organizar su vida profesional y familiar en lugares más pacíficos, fuera de Israel, mientras que la población juvenil palestina no parece que a medio o largo plazo llegue a sentir deseos de pactar con sus colegas israelitas. ¿Será el futuro de los jóvenes? Estas y otras posturas, tradicionales o derivadas de acciones actuales, conforman el ámbito cognitivo del conflicto, un ámbito intangible, social, individual y pormenorizado que puede hacer fracasar las acciones del Estado, en este caso del de Israel, para conseguir un proyecto futuro seguro y sostenible a pesar de sus combates victoriosos. ¿Cómo recordará la historia a Netanyahu, como un Pirro o como un Alejandro? ¿Qué deparará el futuro a los pueblos israelitas y palestino?