La historia de una extrabajadora peruana que fue acusada de un robo millonario sin pruebas: lleva 6 años presa
En junio de 2018, un robo millonario en la sucursal del Banco de Crédito del Perú en Breña alteró la vida de Shirley Díaz Huerta, una empleada dedicada. Acusada sin evidencias concluyentes, Shirley lleva ya seis años enfrentando las sombras de la prisión, en un caso que ha suscitado debates sobre la eficacia y justicia del sistema penal peruano. Su historia pone en relieve las profundas repercusiones que pueden tener las acusaciones erróneas y las deficiencias en la administración de la justicia, pues aún no hay pruebas y su novio, quien supuestamente también estuvo implicado, ahora está en libertad. ¿Fue realmente parte de plan de robo o ha sido una condena injusta?
¿Cuál es la historia de Shirley Díaz que fue acusada de un robo millonario que no cometió?
Shirley Díaz Huerta, una empleada del área de atención al cliente en el Banco de Crédito del Perú (BCP), vio cómo su vida dio un giro dramático el 23 de junio de 2018. Ese día, la agencia del BCP en Breña, donde trabajaba junto a su novio Miguel Eduardo Villanueva, fue escenario de un robo millonario. A raíz de este incidente, tanto Shirley como Miguel fueron inmediatamente señalados por las autoridades como los presuntos cerebros detrás del delito, lo que les llevó a enfrentar un juicio que culminó en una condena de 14 años de prisión para ambos.
A pesar de la falta de pruebas concretas y la controversia que rodeaba el caso, Shirley permanece en prisión; mientras que Miguel, tras casi cuatro años de encierro, fue absuelto por la Corte Suprema en agosto de 2022, pocos días antes de cumplir su cuarto año en la cárcel. La liberación de Miguel generó un debate público sobre la coherencia del fallo judicial, pues si él fue declarado inocente, muchos argumentan que no puede existir complicidad en el supuesto crimen.
¿Cómo fue el robo del que se acusa a Miguel y Shirley?
El robo que catapultó a Miguel y Shirley al centro de un escándalo judicial fue meticulosamente planeado, aunque ambos insisten en su inocencia. En el día del incidente, Miguel, que conocía a fondo los procedimientos del banco debido a su cargo de ejecutivo, no estaba presente en la agencia. A pesar de su ausencia, las autoridades lo implicaron en el crimen y alegaron que su conocimiento interno fue crucial para la ejecución del robo. Por otro lado, en la agencia sí se encontraba su novia Shirley trabajando en su puesto de atención al cliente, cuando los ladrones sustrajeron 550.000 soles.
La situación de Shirley se complicó aún más debido a un incidente aparentemente inocente: fue vista bailando cerca de las ventanas del banco 11 segundos antes de que ocurriera el robo, que se dio exactamente a las 08:53:20 a. m. Este acto fue interpretado por la Policía como una posible señal dirigida a los delincuentes para indicarles el momento oportuno de actuar. Los defensores de Shirley argumentaron que su baile fue simplemente una expresión de su pasión por la danza, una actividad que ella practicaba regularmente y para la cual estaba inscrita en la escuela de danza ESCENI-K.
¿Quién acusó a Miguel y Shirley del robo al BCP?
El punto de partida de las acusaciones contra Miguel y Shirley fue la declaración de Ysaías Canales Chávez, el vigilante de la sucursal de Breña del BCP. Canales sugirió que Miguel podría haber compartido información clave sobre los movimientos de dinero con los delincuentes, lo cual facilitaría el robo. Esta acusación extendió la sospecha a Shirley, ya que la relacionaron con el delito al implicar que ella podría haber participado en la coordinación del mismo. A raíz de estas declaraciones, la Policía construyó un caso que presentaba a la pareja como cómplices en la ejecución del robo millonario.
¿La Policía tenía suficiente prueba para condenarlos?
Las pruebas en contra de Miguel y Shirley comenzaron a desmoronarse durante el juicio. Ysaías Canales Chávez, cuya testimonio inicial había sido crucial para la acusación, se retractó repetidamente y admitió haber sido presionado por la policía para implicar a Miguel. Este cambio en su declaración generó dudas significativas sobre la veracidad de las acusaciones.
Además, la investigación sobre las comunicaciones de la pareja no reveló conexiones con los delincuentes. Se encontraron audios y llamadas de Shirley en los que alertaba a Miguel sobre el robo en curso, lo cual demostraba su sorpresa ante el evento. Un testimonio adicional de Adrián León Chucuya, un empleado del banco herido durante el robo, corroboró que tanto él como Shirley se habían acercado a la ventana solo para comprar desayuno y no para facilitar el crimen. Estos elementos pusieron en cuestión la base de las acusaciones.