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Musk, Belfort y Milei: no todo puede ser lo mismo

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El 23 de octubre, Elon Musk visitaría la Argentina. Lo haría para participar de un evento del sector tecnológico que tendrá lugar en el ex Centro Cultural Kirchner. Desde el punto de vista del presidente Milei, es un hecho relevante, dada la personalidad del visitante, así como el apoyo político que le ha brindado en repetidas oportunidades.

El 10 de septiembre, Musk, dueño de la empresa SpaceX que lleva la delantera en la carrera espacial, hizo un anuncio trascendente. Pese a que los planes oficiales de las potencias que compiten por el dominio del espacio (Estados Unidos, China, Rusia e India) tienen como objetivo inmediato la Luna, él pasó a dar prioridad a Marte. Musk informó que en 2026 una nave de su empresa, el Starship, llegará a este planeta, el objetivo central para su rol en este campo. Cuatro años más tarde, en 2030, las naves de SpaceX pondrán un astronauta en Marte que volvería a la Tierra. Esto equivaldría, siete décadas más tarde, a la llegada del primer astronauta estadounidense a la Luna. Sostuvo que, a partir de este viaje, se intensificarán las misiones al "planeta rojo" y que prevé la construcción de una "ciudad autosuficiente" en unos veinte años, es decir, en torno a 2045.

Javier Milei y Elon Musk

Musk es el empresario protagonista de la conquista espacial que hoy tiene más relación con la NASA. Están en marcha varios proyectos coordinados entre SpaceX y la agencia espacial estadounidense, que hoy se concentra en su proyecto "Artemisa", con planes precisos para llegar a la Luna de acá a 2037. Pero Musk también tiene sus detractores. Marte se encuentra a doscientos ochenta y siete millones de kilómetros de la Tierra. Su temperatura promedio es de aproximadamente sesenta y dos grados bajo cero. Tiene cerca de un tercio de gravedad en comparación con la Tierra. Su atmósfera es más delgada y no sería respirable. Además, tiene una superficie rocosa plagada de volcanes.

En 2023, una científica de la NASA, Michelle Taller, calificó la iniciativa de Musk de llegar a Marte como "misión suicida". Dijo que el principal riesgo es la radiación espacial, que mataría a los viajeros incluso antes de llegar a destino. Señaló más peligros latentes, como la enfermedad por radiación, llamada también envenenamiento por radiación, que puede aumentar los riesgos de cáncer, enfermedades degenerativas y muerte.

La científica dijo: "Sé que Musk ha dicho que le gustaría ser la primera persona en morir en otro planeta, pero ello no ocurriría exactamente así, ya que moriría en el curso del viaje". Pero agregó: "Si el Sol tiene una gran erupción solar, una gran eyección de material, lo que ocurre con bastante frecuencia, eso lo mataría". Sin embargo, Musk ha superado más de un pronóstico desfavorable sobre la viabilidad de su proyecto a largo plazo.

El emprendedor, estadounidense pero de origen sudafricano, tiene un conjunto de iniciativas fuertemente innovadoras, además de SpaceX. En el campo de la inteligencia artificial, tiene en marcha X-IA, que hoy compite con proyectos como los de Jeff Bezos y Mark Zuckerberg. Cuenta con Neuralink, que ha comenzado a experimentar con la colocación de chips conectados al cerebro, algo que podría revolucionar la salud cerebral. También posee "The Boring Company", la tuneladora que permite construir vías de comunicación en las grandes urbes por debajo de la tierra, para encauzar el creciente problema de la saturación de tráfico.

Starlink es su pujante empresa en el campo de los satélites, que jugó un rol importante a favor de Ucrania en la guerra con Rusia al iniciarse dicho conflicto. Quizás su proyecto más conocido es el auto eléctrico que fabrica su empresa Tesla. Como sucede con la mayoría de los proyectos de Musk, se desarrolla con altibajos, pero él siempre sigue adelante. Enfrenta a la competencia china como escollo a resolver en forma inmediata. Sin embargo, la adquisición de la red social X, el nombre que le ha dado a Twitter, es su proyecto políticamente más conflictivo en el corto plazo.

Como empresario tecnológico, Musk se encuentra librando batallas jurídico-políticas frente a la Unión Europea, la justicia estadounidense y los gobiernos de Brasil y Australia, entre otros. Musk está identificado con la derecha radical a nivel global y hace de la libertad de expresión un valor central. De ahí derivan estos conflictos. En la campaña electoral estadounidense está claramente identificado con Trump, que ya ha anunciado que, si gana, dará al empresario un rol relevante en su equipo de gobierno, con una misión específica que será la modernización y transformación del Estado, para hacerlo más pequeño y eficiente.

En América del Sur, sus relaciones más relevantes son con Brasil y Argentina. En ambos casos hay un trasfondo político. Brasil va a elecciones de medio mandato el próximo 6 de octubre y Musk se ha involucrado en este proceso. Cuando gobernaba Jair Bolsonaro, el empresario lo visitó, como hacía con otros líderes políticos del mundo, combinando por un lado los intereses de sus empresas y, por el otro, sus afinidades políticas. Es claro que la relación política entre Trump y Bolsonaro sigue vigente. Musk ha entrado en un conflicto abierto con el gobierno de Lula.

Decenas de miles de partidarios del expresidente brasileño se han manifestado en las calles a favor del empresario. El mismo juez de la Suprema Corte que ha impedido con su fallo la candidatura del expresidente, Alexandre De Moraes, determinó la suspensión de la actividad de X, la red social de Musk, en el país, por negarse a aceptar la regulación de sus contenidos. El conflicto está en desarrollo. Musk parece haber flexibilizado su posición en aras de recuperar el acceso de su red social al mercado brasileño.

Brasil es el primer país de América Latina por población, territorio y PBI. En la oposición se dice que la decisión de De Moraes tiene que ver con la próxima elección. El actual ministro de Justicia y exintegrante de la Corte, Ricardo Lewandowski, ha dicho que este conflicto se asemeja al ocurrido entre la empresa china TikTok y el gobierno estadounidense. Agregó que "es el mismo brazo de hierro que De Moraes está teniendo con X de Musk, que supuestamente estaría al servicio de grupos de extrema derecha, para divulgar esta ideología extremista".

El presidente argentino, Javier Milei, tiene a Elon Musk como un aliado político, como se puso en evidencia en el tercer encuentro entre ellos que tuvo lugar en Nueva York el 23 de septiembre. Es una actitud coherente con el alineamiento de ambos con Donald Trump frente a la elección presidencial estadounidense. El contenido del encuentro fue difundido por redes sociales. Las cuentas asociadas a Milei dijeron que fue una "gran reunión con Elon Musk: conversaron sobre el proceso de desregulación que se está llevando adelante, de todos los detalles del RIGI, de las implicancias de la Ley Bases y del camino que está recorriendo la Argentina en su regreso a la normalidad". También fue difundida una foto en la que Musk usó una gorra con la consigna "Make America Great Again", el eslogan electoral de Trump.

En el conflicto del empresario sudafricano-estadounidense con el gobierno brasileño, Milei apoyó enfáticamente al primero. Su versión del encuentro en las redes sociales fue que "el presidente Javier Milei está haciendo un trabajo increíble, devolviéndole la grandeza a Argentina". Musk tiene así al gobierno de centroizquierda brasileño como un oponente en América del Sur y al de Argentina, expresión de la derecha radical regional, como un aliado político.

En paralelo, los negocios de Musk se van extendiendo: X no quiere abandonar el mercado brasileño y, en Argentina, podría tener interés en el litio, mineral que en 2050 Estados Unidos consumirá siete veces más que ahora.

Pero Milei tiene que ser consciente de que no todos los inversores estadounidenses significan lo mismo. El 3 de octubre, recibió en Casa Rosada a Jordan Belfort, el llamado "Lobo de Wall Street", que fue condenado por delitos financieros, y cuya figura se popularizó en una película del mismo nombre protagonizada por Leonardo DiCaprio. Milei comunicó la visita distribuyendo la foto de ambos con los pulgares arriba, lo mismo que hace con Musk. No es una buena señal. El dueño de SpaceX y otras empresas de vanguardia a nivel mundial no tiene nada que ver en su significación e importancia con el fallido financista.

En conclusión, posiblemente Musk sea un apoyo político para Milei mayor al de Trump, porque además se proyecta hacia el futuro, dado que ambos tienen la misma edad: 54 años.