Bienal, ahora o nunca
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El Flamenco ha vuelto a su capital histórica por derecho. Tras el recital de pamplinas de las últimas ediciones de la Bienal, en las que presuntos innovadores que no distinguen una soleá de una farruca pretendieron convencernos de que todos los que crujimos escuchando a la Niña de los Peines somos unos rancios, esta edición del festival ha apostado por la verdadera innovación, que es tan sencilla como dejar que cada artista se exprese libremente dentro de los cánones jondos, sin provocaciones baratas como la del impostor que se presenta como cantaor sentado en un retrete. Y resulta que al público le ha gustado. Mientras los espectáculos programados por aquellos revolucionarios dejaban los teatros vacíos, esta vez se han agotado... Ver Más