Ayuso tampoco sabe de Derecho Humanitario
A la presidenta de Madrid no se le ha escuchado una sola palabra contra los ataques de Israel sobre Gaza, Cisjordania o Líbano, pero sí sobre la miseria y la persecución de “Madurolandia”. Nada que sorprenda en quien afirmó con tanto desparpajo como ignorancia que la justicia social era “un invento de la izquierda” que “promueve la cultura de la envidia y el rencor”
La ofensiva de Israel sacude Oriente Medio y causa más de un millón de desplazados en Líbano
Entre Josep Borrell e Isabel Díaz Ayuso no hay parecido alguno. Salta a la vista. La distancia entre uno y otro es sideral. Y no sólo en lo ideológico. Es una cuestión de fondo de armario. El Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE es de esos políticos que deslumbra con la palabra mientras que la presidenta de la Comunidad de Madrid intimida con el insulto. El uno destaca por su experiencia, su conocimiento y su mirada amplia sobre España y sobre el mundo mientras la otra sobresale por la chabacanería, el desparpajo y las luces cortas.
Borrell ha recibido este jueves de manos de Felipe VI el premio Foro La Toja-Josep Piqué en la localidad de O Grove. Y en su discurso de agradecimiento respaldó el derecho de Israel a defenderse de los ataques, pero no a traspasar los límites que ha traspasado tanto en Gaza como en Líbano.
“Bajo las ruinas de Gaza no solo hay decenas de miles de muertos, también está enterrado el Derecho Internacional Humanitario”, afirmó rotundo antes de añadir que “Israel es el vivo incumplimiento de las obligaciones que proclamamos, que no se cumplen y que tampoco tenemos la fuerza de hacerlas cumplir».
Para el todavía jefe de la diplomacia europea, Oriente Próximo se ha convertido en “el talón de Aquiles de la humanidad”. A Ayuso, que trata de marcar el paso a la derecha española en la causa hebrea desde hace tiempo, no se le ha escuchado una sola palabra de condena por los ataques indiscriminados de Israel sobre Gaza, Cisjordania y Líbano. Nada que pueda sorprender en quien afirmó con tanto desparpajo como ignorancia que la justicia social era “un invento de la izquierda” que “promueve la cultura de la envidia y el rencor” , además de otras boutades.
Mientras el mundo está atemorizado ante la escalada del conflicto en Oriente Próximo o el hipotético uso de armas nucleares y Borrell alerta sobre consecuencias de incalculable dimensión, Ayuso ironiza sobre el adelanto de la Navidad decretado por Nicolás Maduro en Venezuela para cargar contra sus rivales políticos de esta guisa: “Por la tierra prometida, ya ha empezado la Navidad cristiana, felicidades a los amigos de las dictaduras”. La presidenta de Madrid es de las que aún cree que Israel es una democracia, que los problemas políticos se resuelven con tanques y bombas o que arrasar territorios y asesinar civiles no es una atrocidad, sino un acto legítimo del gobierno más derechista, nacionalista y autoritario de la historia de Israel.
Lo que haga falta para sostener que el Gobierno de España sigue la “senda de Madurolandia” para “multiplicar la pobreza, la miseria, la persecución al adversario político, el éxodo y los apagones”. Pero de los 41.788 muertos -16.000 de ellos niños- en la Franja a causa de la ofensiva militar israelí que comenzó hace un año, ni palabra. De los más de 1.000 muertos en la última semana en el Líbano, tampoco. Y de llamar a un alto el fuego que evite una guerra abierta entre Irán e Israel, mucho menos. Y es que Ayuso tampoco sabe de Derecho Internacional Humanitario.
A tenor de lo que se le escucha en foros públicos y privados no es la única materia que no estudió. Su incultura carece de lagunas y sus discursos, de la mínima coherencia o profundidad. O lee lo que le escriben o es incapaz de improvisar sin dejar al descubierto sus carencias. Ni sabe de lo que habla, ni mucho menos ejercita “la humildad que requiere el cargo”, como sostiene Borrell del suyo propio, porque en estos tiempos que corren “cuesta mucho esfuerzo combatir la estupidez humana”. Y tanto.
Lo peor ya no es que nos estemos acostumbrando a la política de la provocación, el descaro y la falta de rigor o capacitación en la que todo sale gratis, sino que algunos hacen bandera de todo ello y saben, además, que para llegar donde han llegado no les hizo falta más que cuarto y mitad de desparpajo y mucha vulgaridad. Dramático.