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El reciente varapalo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), así como del Parlamento Europeo, a Carles Puigdemont y Toni Comín –ya saben, no se les reconoce la condición de parlamentarios europeos por no haber jurado o prometido la Constitución- es el resumen y compendio de una realidad que el nacionalismo catalán nunca ha querido aceptar a pesar de las evidencias: pocos les creen. Desde el inicio del «proceso», el nacionalismo catalán se ha empeñado en afirmar que el derecho a decidir existe, que Cataluña es sujeto de las resoluciones de la ONU sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos, que una República Catalana independiente sería admitida sin ningún problema en la Unión Europea, que la Comisión... Ver Más