El trance de terminar el Camino de Santiago y los recuerdos de Isabel la Católica

Cuando acabas el Camino de Santiago y te encuentras en la plaza del Obradoiro es frecuente sentir una sensación contradictoria el mismo motivo, por un lado gratificación y por otro pena, por haber colmado una hazaña. En ese momento es frecuente que asome la tentación de continuar andando, fruto de la “droga o dopamina en vena” que supone vivir esta intensa y enriquecedora experiencia espiritual. Por este motivo alguien en algún momento tuvo la brillante idea de inventar un epílogo, un camino de poco más de cien kilómetros que acaba en Finisterre, para desquitarse las piernas y cont ...