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Сентябрь
2024

Las investigadoras que marcan el futuro del cáncer

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Cada 24 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Investigación en Cáncer, una fecha con la que se reivindica en todo el mundo la importancia que juega la ciencia en la lucha contra el cáncer. Una enfermedad que, según las estimaciones, será diagnosticada a 286.664 ciudadanos en España solo en este 2024.

El objetivo es que, gracias a la ciencia y los avances que la investigación permite en todos los ámbitos (desde la detección hasta la prevención, el tratamiento y, cómo no, la cura), el cáncer pueda llegar a tener sanación o a pasar a tener la consideración de dolencia crónica.

Por qué es importante investigar

Uno de los principales retos en la lucha contra el cáncer es seguir desarrollando e impulsando la investigación oncológica para frenar la progresión de la enfermedad y seguir mejorando los índices de supervivencia y la calidad de vida de las personas. Según algunas estimaciones, uno de cada tres ciudadanos será diagnosticado con algún tipo de tumor a lo largo de su vida.

Pero la investigación también estudia cuáles son las causas para poder tener unas mejores medidas de prevención. Además, también sirve para mejorar los índices de detección precoz del cáncer, que sigue siendo uno de los elementos clave para controlar la enfermedad. No en vano, gracias a los esfuerzos de investigación, la supervivencia en cáncer ha aumentado un 20% en los últimos 20 años. Así, si en 1953, la supervivencia media de un paciente con cáncer era del 25%, en 2014 esta cifra aumentó al 57%. El objetivo que se ha marcado la Asociación Española Contra el Cáncer es que, para 2030, se llegue a alcanzar el 70%.

La investigación en cáncer contribuye a mejorar las tasas de supervivencia y la innovación permite que los avances de investigación lleguen del laboratorio al paciente. La colaboración entre instituciones nacionales e internacionales ha sido clave para estos logros, y se espera que continúe siendo un pilar fundamental en la lucha contra el cáncer.

España, contra el cáncer

España desempeña un papel crucial en la investigación contra el cáncer. A través de diversas instituciones y organizaciones, el país ha logrado importantes contribuciones que han tenido un impacto significativo en la lucha contra esta enfermedad.

Con más de 50 años de historia, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) es un motor fundamental de la investigación en cáncer en España. Desde la institución se apoya a más de 1.500 investigadores que trabajan diariamente desde sus laboratorios para mejorar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes. Se calcula que la entidad ha destinado 114 millones de euros en ayudas a la investigación, financiando proyectos en todas las fases del desarrollo del cáncer, desde la prevención hasta la metástasis.

La Asociación Española Contra el Cáncer cuenta con la ayuda tanto de socios individuales como de otras empresas e instituciones. Una de ellas es Iberdrola que, desde 2015, tiene un Convenio de Colaboración que se plasma en iniciativas como Juntos Contra el Cáncer (la energética aporta la misma cantidad que el cliente decida donar a través de su factura). Otras acciones son el patrocinio de cuatro marchas contra el cáncer (en Madrid, Zamora, Valladolid y Murcia) y las ayudas LAB AECC, por el que se apoya y ensalza la carrera de cuatro investigadoras emergentes mediante la concesión de ayuda financiera para que consoliden sus líneas de investigación en cáncer entre los años 2023 y 2025.

Estas ayudas financieras se destinan a proyectos de calidad con clara orientación traslacional y que se realicen en su totalidad en España y su destinatario son investigadores que hayan comenzado su carrera científica independiente desde hace menos de 5 años. La ayuda que reciben asciende a 300.000 euros por proyecto con una duración de tres años. El proyecto de investigación debe tener una orientación traslacional, con existencia de una base sólida de investigación básica que soporte la hipótesis planteada en la propuesta (estudios que vayan desde la oncología básica, traslacional a estudios preclínicos).

«La Asociación Española Contra el Cáncer ha sido y está siendo fundamental para el desarrollo de mi carrera investigadora», destaca Mónica Álvarez Fernández, investigadora principal del grupo de Cáncer de Cabeza y Cuello en el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias y en el Instituto Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo, quien asegura que la generación de réplicas tumorales con las que trabaja es una tecnología «muy costosa a nivel económico, así como otras técnicas de análisis de las células tumorales a nivel individual que pretendemos utilizar, y que no podríamos abordar si no fuera por el proyecto recientemente financiado por la Asociación». En términos similares se postula María Paz Zafra Martín, investigadora Ramón y Cajal en la Universidad de Granada y el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.GRANADA), quien destaca que en España la financiación pública «no es suficiente» por lo que «cualquier ayuda es muy importante”. Al igual que Álvarez Fernández, subraya no solo el coste de la tecnología sino contratar también a personal investigador.

Más apoyos

Por eso, estas investigadoras creen que es fundamental que otras instituciones apoyen la investigación. «El desarrollo de las sociedades va muy unido a la capacidad de innovación de la misma. La innovación se nutre de investigación y de creatividad científica y cultural. El desarrollo de la sociedad y su capacidad innovativa repercute tanto en la creación de nuevas empresas como en el potencial de éxito y evolución de las que ya existen», argumenta Bárbara Rivera, Investigadora Principal de IDIBELL.

Unos ánimos que también se extienden para que otras investigadoras se postulen a las ayudas LAB AECC como oportunidad para todas las investigadoras emergentes. «Estas ayudas representan un impulso fundamental en nuestras carreras, permitiéndonos afrontar nuevos desafíos y explorar nuevas líneas de investigación que serían difíciles de abordar solo con la limitada inversión pública disponible. Por eso, animo a todas las científicas que estén desarrollando sus propios proyectos en el ámbito del cáncer a que se animen a solicitar estas ayudas y aprovechen esta oportunidad para hacer crecer sus investigaciones», refuerza Ana Ortega Molina, jefa del grupo de Metabolismo en Cáncer y Envejecimiento del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa UAM-CSIC.

Ana Ortega-Molina

Centro de Biología Molecular Severo Ochoa

Curiosa desde niña por el trabajo en el laboratorio y por la investigación, su actividad profesional se centra en la investigación contra un subtipo particularmente agresivo de linfoma de células B, que se conoce como linfoma de doble hit (DHL). Un tipo de tumor que se caracteriza por su «agresividad y por una respuesta subóptima a las terapias actualmente disponibles». Ortega-Molina señala que el hecho de que «afortunadamente» no sea un cáncer muy común, dificulta el tener muestras de pacientes y «ralentizar el estudio».

La investigación de Ortega-Molina intenta averiguar por qué la inmunoterapia (que busca re educar nuestro sistema inmune para que sean nuestras propias células las que eliminen a las células tumorales) no es efectiva en DHL. «En el caso de los linfomas agresivos, el sistema inmunitario se podría considerar que está ciego, porque no es capaz de detectar las células tumorales. Nuestro proyecto, gracias a la ayuda de la AECC e Iberdrola, intentaría saber cuáles son las causas de esta “ceguera”», detalla, con el reto de «proponer nuevas terapias que hagan de nuevo visibles las células tumorales al sistema inmunitario para que la inmunoterapia pueda eliminarlos con más facilidad».

Bárbara Rivera

Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge

Reconoce que su «atención y entusiasmo» está en la prevención de pacientes pediátricos en riesgo de desarrollar cánceres agresivos como los sarcomas, de tiroides o pineoblastomas asociados a las alteraciones en el gen DICER1, que la investigadora califica como directora de una orquesta, que enciende y apaga la expresión de genes mediante la generación de microRNAs, «unos “adaptadores” de 21-22 nucleótidos que se unen a los genes para apagarlos». Las personas que tienen un gen DICER1 «que no funciona a la perfección tienen un riesgo de desarrollar hasta 30 tipos de tumores en edad pediátrica y adultos jóvenes». Esta alteración se da en diferentes grados y cánceres, por lo que busca identificar pacientes y familias de riesgo, en «caracterizar estos tumores para ver qué consecuencias concretas (es decir, qué secciones de la orquesta) no funcionan en cada tipo de tumor (en particular en los tumores de tiroides) y en desarrollar un modelo celular que permita estudiar cómo ocurre el proceso paso a paso».

«Me gustaría visualizar un final de proyecto donde podemos identificar estos pacientes antes de que desarrollen el tumor o atacar estos tumores cuando están en un estadío muy temprano».

María Paz Zafra Martín

Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs. Granada)

Zafra se centra en el cáncer de páncreas, en concreto en los inducidos por mutaciones en el oncogén KRAS. «La prevalencia de estas alteraciones es muy alta pero no existe un único tipo de mutación, lo que es capaz de afectar a la efectividad de los tratamientos. Nuestro objetivo en particular, es averiguar por qué se comportan de manera distinta frente al tratamiento más utilizado en la práctica clínica: la quimioterapia», detalla, añadiendo que se intentar comprender la diversidad entre pacientes desde el punto de vista de la genética tumoral, para, a partir de ahí, poder contribuir a mejorar las estrategias terapéuticas disponibles.

La metodología para conseguirlo «es compleja», puesto que «caracterizar un tumor no es tarea fácil, ya que evoluciona continuamente y es muy difícil obtener una “foto fija” del mismo». Por eso, el reto es «desentrañar la heterogeneidad tumoral y los mecanismos de resistencia a quimioterapia desde un contexto muy particular y único: el estudio de distintas mutaciones en el gen KRAS» para contribuir a «cambiar la práctica clínica actual hacia una elección más informativa. No todas las mutaciones de KRAS son iguales y debemos empezar a estratificar a los pacientes según su perfil genético».

Mónica Álvarez

Instituto de Investigación Sanitaria de Asturias

Alumna de Carlos López Otín, llegó a la investigación del cáncer tras analizar los procesos de división celular. «Intentamos entender por qué unos tumores responden a los tratamientos y otros no con dos objetivos: buscar nuevas estrategias terapéuticas alternativas que eviten esa resistencia y ser capaces de predecir qué pacientes van a responder para poder personalizar su tratamiento», explica. Más concretamente, su labor se centra en tumores de cabeza y cuello que se originan en la boca y en la garganta y que se tratan con quimio y radioterapia. Para ello, emplean réplicas de tumores que generan en el laboratorio a partir de biopsias. El reto es que esta investigación mejore y personalice el tratamiento.

«Aspiramos a diseñar estrategias que aumenten la eficacia de la quimio y/o radioterapia y a predecir qué pacientes se van a beneficiar de esos tratamientos», sobre todo porque los tumores son heterogéneos, «no sólo entre pacientes sino incluso en un mismo tumor. Esta diversidad impacta directamente en mi línea principal de investigación que es la resistencia a los tratamientos y que hace que ante un “mismo” tipo de tumor unos pacientes respondan y otros no al mismo tratamiento», añade.