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Сентябрь
2024

Caída de homicidios en ‘capital narco’ de Argentina: ¿éxito policial o tregua?

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Rosario. El gobierno celebra la reducción de homicidios en Rosario, pero expertos sospechan que pudo haberse alcanzado por acuerdos con bandas criminales. A la vez, los vecinos siguen desconfiando. Rosario, conocida como la “capital narco” de Argentina y ciudad natal de Lionel Messi, redujo los homicidios en más de la mitad desde el inicio del año.

En la última década, Rosario fue la ciudad más violenta de Argentina. En 2014, alcanzó un récord de 254 homicidios anuales que, con variaciones, se mantuvo hasta 2023, cuando la cifra subió a 260 víctimas.

Sin embargo, la situación cambió desde fines de ese año, con la llegada del presidente Javier Milei, quien adoptó un discurso de tolerancia cero hacia la delincuencia, y el nuevo gobernador de la provincia de Santa Fe, Maximiliano Pullaro.

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En sus primeros dos meses de gestión, Pullaro recibió cerca de 30 amenazas de organizaciones criminales debido al endurecimiento de las condiciones de detención para sus líderes encarcelados.

La violencia alcanzó su punto máximo en marzo, cuando grupos narcos ordenaron desde la cárcel atacar a personas inocentes, lo que resultó en la muerte de cuatro trabajadores. Desde ese momento, los homicidios disminuyeron drásticamente.

Un informe del Ministerio de Seguridad nacional reveló que la tasa de homicidios en Rosario cayó un 62% entre enero y agosto en comparación con el mismo período del año anterior. “Tenemos la tasa más baja de homicidios en 17 años en Rosario”, afirmó la ministra Patricia Bullrich.

Desconfianza persiste

Rosario, situada a 300 kilómetros al norte de Buenos Aires y ubicada junto al río Paraná, es la tercera ciudad más grande del país y cuenta con uno de los puertos agroexportadores más importantes del mundo.

No obstante, ganó notoriedad por la violencia relacionada con el narcotráfico, destacándose en los titulares por las amenazas recibidas por futbolistas como Ángel Di María y Lionel Messi.

En los barrios afectados, la desconfianza prevalece.

“Vemos más policías, pero todo sigue igual. Los homicidios ya no salen en la tele, pero continúan ocurriendo”, asegura Sandra Arce, ama de casa de 46 años que administra un comedor comunitario que alimenta a 120 familias dos veces por semana.

Arce, quien vivió en el barrio de La Boca durante 18 años, no percibe grandes cambios. “La situación en las calles sigue igual: te roban, te arrebatan, hay balaceras”, lamenta. Sin embargo, reconoce que es positivo que se haya eliminado un punto de venta de drogas frente a su comedor.

Por su parte, las autoridades aseguran que están cumpliendo sus promesas. “Dijimos que íbamos a poner orden en las cárceles y en las calles, y eso fue lo que hicimos”, celebró recientemente Pullaro.

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¿Pactos ocultos?

El exministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Sain, duda de que la reducción de homicidios se deba solo a una mejora en las políticas de seguridad. Según Sain, “hubo un pacto entre el Estado y las organizaciones criminales para detener la matanza de personas”.

“No hay otra explicación, ya que no existe ninguna política en el mundo que logre una disminución tan pronunciada en los homicidios”, añade.

Ariel Larroude, director del Observatorio de Política Criminal de la Universidad de Buenos Aires (UBA), considera “llamativa” la caída de la violencia, especialmente porque “el consumo de drogas sigue en aumento”.

Larroude recordó que “ni siquiera ciudades como Medellín o Cali, con problemáticas similares en los años 1980 y 1990, lograron una disminución tan abrupta de homicidios en menos de seis meses”.

El experto sugiere que podría tratarse de un éxito excepcional en políticas criminales o de un “reacomodamiento” de la policía y las prisiones. No descarta, sin embargo, que también pudiera existir un acuerdo implícito con las bandas criminales para reducir la violencia, mientras se tolera la venta de drogas.

Larroude explicó que “estos acuerdos no deben imaginarse como una escena de película, donde líderes de clanes y altos mandos policiales pactan abiertamente”. En lugar de eso, se podría decidir no controlar ciertas áreas, lo cual envía mensajes claros a los grupos acostumbrados a la violencia.