Estos son los síntomas que indican déficit de magnesio, según Ana María Lajusticia
Como no podría ser de otra manera, la gurú del magnesio, Ana María Lajusticia, sabe identificar a la perfección cuándo una persona podría estar sufriendo de un déficit de este mineral esencial. Y es que, aunque muchas veces ciertos síntomas pueden confundirse con enfermedades más graves, en realidad pueden ser simples indicativos de una carencia de magnesio en el organismo.
La experta señala que algunos de los síntomas más comunes del déficit de magnesio incluyen sensaciones que, aunque molestas, no siempre alertan sobre problemas serios. Si sientes que te cuesta respirar sin una razón aparente, sufres de contracturas musculares o experimentas calambres frecuentes en las piernas, podrías estar sufriendo esta deficiencia. Otro signo característico es el "baile" involuntario del párpado, una sensación bastante incómoda.
Además, si tienes hipo con regularidad o si por las noches sueñas que estás cayendo, esos también podrían ser síntomas de que tu cuerpo está pidiendo más magnesio. También es importante prestar atención a si bostezas con frecuencia y sin razón aparente.
Por otro lado, hay síntomas más preocupantes que indican un déficit mucho más severo. Ana María Lajusticia destaca que si sientes pinchazos en la región precordial (zona del pecho), taquicardias o incluso extrasístoles (latidos irregulares), debes prestar especial atención, ya que tu cuerpo podría estar necesitando magnesio de manera urgente.
Pero, ¿qué es el magnesio?
El magnesio es un mineral esencial que nuestro cuerpo necesita para mantenerse en buen estado de salud. Cumple funciones vitales, como la regulación de la actividad de los músculos y el sistema nervioso, el control de los niveles de azúcar y la presión arterial. Además, es clave para la formación de proteínas, la densidad ósea y la creación del ADN.
La cantidad diaria recomendada de magnesio varía según la edad y el sexo. Por ejemplo, los bebés necesitan entre 30 y 75 mg al día, mientras que los hombres adultos requieren entre 400 y 420 mg, y las mujeres, entre 310 y 320 mg. Las necesidades aumentan durante el embarazo o la lactancia.
El magnesio se encuentra de forma natural en una amplia variedad de alimentos. Entre ellos, destacan las legumbres, nueces, semillas, cereales integrales, y vegetales de hoja verde como la espinaca. También está presente en productos lácteos como la leche y el yogur, y en algunos alimentos fortificados como los cereales de desayuno.
Déficit de magnesio: ¿cuándo debemos preocuparnos?
En países como Estados Unidos, muchas personas no alcanzan el nivel adecuado de magnesio a través de la dieta, especialmente adolescentes y personas mayores. Si bien los riñones retienen magnesio cuando los niveles son bajos, una deficiencia prolongada puede provocar síntomas como los especificados por la experta y además, pérdida del apetito, fatiga, náuseas e incluso problemas musculares y cardíacos en casos graves.
Algunos grupos tienen mayor riesgo de sufrir carencias de magnesio. Esto incluye personas con enfermedades gastrointestinales, como la enfermedad de Crohn, quienes padecen diabetes tipo 2, personas con alcoholismo crónico y ancianos.
Suplementos de magnesio
Los suplementos de magnesio están disponibles en varias formas. Entre las más fáciles de absorber por el organismo se incluyen el citrato, aspartato, lactato y cloruro de magnesio.
Diversos estudios sugieren que el magnesio puede ser beneficioso para la salud cardiovascular, al ayudar a reducir ligeramente la presión arterial. También podría disminuir el riesgo de diabetes tipo 2 y mejorar la densidad ósea, reduciendo el riesgo de osteoporosis. Además, algunas investigaciones indican que los suplementos de magnesio podrían ayudar a reducir la frecuencia de migrañas, aunque aún se requiere más evidencia científica.
El magnesio de los alimentos es seguro, pero consumir grandes cantidades de magnesio a través de suplementos o medicamentos puede causar diarrea, náuseas y dolores abdominales. En casos extremos, una sobredosis puede provocar problemas graves, como ritmos cardíacos anormales o incluso un paro cardíaco. Por ello, no se deben exceder los 350 mg diarios de suplementos sin supervisión médica.