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Сентябрь
2024

La ONU reconoce su inoperancia con las graves crisis del presente

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Abc.es 
Este martes comienza en la sede neoyorquina de la ONU su reunión más señalada de cada año, el debate de la Asamblea General de la organización internacional. Durante los próximos días, más de 130 jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo se subirán al estrado de mármol verde de su pleno para un maratón de discursos que estarán llenos de buenas intenciones, odas a la cooperación y, también, agravios y acusaciones cruzadas. El cónclave de la ONU ocurre con un fondo de crisis internacionales graves, que se alargan y que se profundizan, desde Ucrania hasta Gaza , ante la inoperancia de la organización internacional. En especial, de su órgano de poder, el Consejo de Seguridad, maniatado por una política de bloques y por el poder de veto de sus cinco miembros permanentes: EE.UU., Rusia, China, Reino Unido y Francia. La ONU ha mostrado su incapacidad para atajar los desafíos del presente, pero en los dos últimos días se ha hablado mucho del futuro. De manera previa a la celebración del debate, líderes de todo el mundo han celebrado una cumbre de dos días para sellar un 'Pacto del Futuro'. Es una iniciativa del secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, para sentar las bases de una organización que pueda ser efectiva en el futuro, en un momento en el que la realidad muestra que no lo es. El objetivo es buscar un nuevo marco de multilateralismo que sirva para conseguir en el futuro lo que ahora se le escapa a la ONU. Guterres lo ha calificado como una «oportunidad que aparece una vez por generación para reforzar la acción global, volver a comprometerse con sus principios fundamentales y profundizar los marcos de multilateralismo para que estén preparados para el futuro». Durante dos días, se han repetido compromisos con el multilateralismo, adhesión a los objetivos de desarrollo sostenible o promesas para cerrar las brechas de desigualdad, afrontar los desafíos del clima o de la inteligencia artificial y proyectar un futuro de felicidad para todo el planeta. Entre las pocas voces discordantes estuvo la de Rusia, que trató de aguar el acuerdo -a pesar de que es poco más que un marco que los países deben desarrollar los próximos años-, pero que no tuvo el respaldo de la Asamblea General de la ONU. Guterres aseguró la semana pasada que la cumbre para aprobar el 'Pacto del Futuro' «nació de una realidad fría e incuestionable: los desafíos internacionales se mueven más rápido que nuestra capacidad para resolverlos». Esa realidad ha asomado con fuerza en los últimos días. Las operaciones militares de Israel en Líbano contra Israel han elevado todavía más la tensión en Oriente Próximo, a pocos días de que se cumpla el primer aniversario del ataque terrorista de Hamás en territorio israelí y del comienzo de la guerra en Gaza. Al mismo tiempo, no hay una resolución a la vista en la guerra de Ucrania. Y los llamamientos a la multilateralidad se ven empañados por ausencias notables en Nueva York esta semana: ni Vladímir Putin , presidente de Rusia, ni Xi Jinping , presidente de China, harán acto de presencia en la Gran Manzana. El año pasado ocurrió lo mismo. «No necesitamos una bola de cristal para ver que los desafíos del siglo XXI requieren mecanismos de resolución de problemas que sean más efectivos, conectados e inclusivos», ha dicho Guterres. «Los importantes desequilibrios de poder en las instituciones globales deben ser ajustados y actualizados; y nuestras instituciones deben contar con la sabiduría y la representación de toda la humanidad». La inoperancia de la ONU en estas crisis no ocurre solo cuando afectan de forma directa a las grandes potencias, como Rusia en la guerra de Ucrania o EE.UU. como gran aliado de Israel en Gaza. El cónclave de la ONU se celebra también en medio de una guerra civil desoladora en Sudán , de la grave crisis en Birmania, de la inestabilidad violenta de Haití y de otros conflictos en los que el Consejo de Seguridad, creado para el mantenimiento de la paz y de la seguridad en todo el mundo, no logra avances. «La multiplicación de conflictos da la sensación de impunidad», ha reconocido Guterres. «El Consejo de Seguridad no ha funcionado de forma sistemática». El 'Pacto del Futuro' hace referencia a la reforma del Consejo de Seguridad, una discusión que se alarga durante décadas, pero que ha cobrado un protagonismo mayor ante la ineficacia de la ONU en Ucrania y Gaza. Nada se dice específico en el texto acordado sobre cómo debe ser esa reforma, más allá de propuestas vagas sobre ampliar el número de sus miembros -además de los cinco permanentes, hay diez que rotan-, «afrontar la injusticia histórica con África» por su falta de representación y discutir el «futuro del derecho de veto» de las cinco potencias que lo ostentan. Han circulado ideas sobre cómo reformar el Consejo. El presidente de Finlandia, Alexander Stubb, abogó la semana pasada para que solo se permita el veto si recurren a él más de uno de los cinco miembros permanentes. Otra propuesta es que se suspenda el veto cuando el Consejo de Seguridad trate sobre ataques masivos a civiles. La realidad es que ese órgano de poder ha quedado limitado a un instrumento de las grandes potencias para boicotearse las unas a las otras. Richard Gowan, del 'think tank' International Crisis Group, defendió en una publicación este año que el Consejo debe decidir si vuelve a los que era en la Guerra Fría -»un espacio de cooperación esporádica pero útil entre las grandes potencias»- o se mantiene en lo que se ha convertido: «Un escenario de teatro político». Es evidente que lo que habrá en Nueva York en los próximos días -el último discurso ante la ONU de Joe Biden , el regreso de Volodímir Zelenski para demandar más ayuda a la causa ucraniana, los discursos cruzados del palestino Mahmoud Abbas y el israelí Benjamin Netanyahu- es mucho de lo último.