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Сентябрь
2024

Salvador Illa despeja el camino: sin oposición y con los socios en catarsis

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Puigdemont tiene la legislatura de Pedro Sánchez en vilo. El viernes se reunió con él Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, y a tenor del silencio de ambos interlocutores se deduce que el encuentro no fue bien. Fuentes socialistas se han limitado a decir que «nos vemos todos los meses como recogía el acuerdo. Este fin de semana fue una más». Puigdemont se queja de que el Gobierno no hace todo lo posible para dilucidar el camino de la amnistía, su camino, y se queja también de que Salvador Illa sea el presidente de la Generalitat al que considera «el presidente más españolista de la historia» aupado por los «botiflers» de ERC, objeto de sus dardos más envenenados.

Puigdemont utiliza con dureza sus siete votos en Madrid para poner en jaque al Gobierno de Pedro Sánchez, lo que contrasta con la nula oposición que hace Junts en el Parlament de Cataluña. Salvador Illa lleva poco más de un mes en el cargo y apenas se ha oído a la oposición. Ni siquiera ha habido las habituales escaramuzas en la Cámara catalana. Junts está inmerso en su proceso congresual que definirá el nuevo papel de Puigdemont y el PP de Alejandro Fernández sigue anclado en la interinidad, porque Feijóo no convoca el Congreso que debiera formalizar a su nueva dirección.

Illa se ha reunido este primer mes con el Rey en dos ocasiones, recuperando la imagen de normalidad de la Generalitat. Recibió a Felipe VI en Barcelona y lo visitó en la Zarzuela como president de la Generalitat. Habla con normalidad catalán y castellano y la bandera de España luce junto a la señera en su despacho. Se ha reunido con José Montilla y con Jordi Pujol, y a pesar de las críticas recibidas ha reivindicado la figura del que fuera president de la Generalitat durante 23 años sin disimular que su objetivo es recuperar ese voto nacionalista que se ha alejado del independentismo más irredento. Y, sobre todo, Illa habla de sequía, aeropuerto, educación y sanidad, devolviendo a la política catalana a la realidad y dejando en un cajón los aspavientos habituales que le «han hecho perder una década», como repite el líder socialista.

Illa quería culminar esta primera etapa junto a Pedro Sánchez en la Fiesta de la Rosa. Desde 2010 no coincidían en el acto que marca el inicio de curso político del PSC un presidente de España y de Cataluña. Los últimos fueron Montilla y Zapatero. Ayer Sánchez suspendió su viaje por el mal tiempo, pero Illa hizo el acto que reunió a pesar de la lluvia a más de 10.000 personas. El presidente catalán confió en los huevos –tres docenas este año porque el tiempo se preveía fatal– que habitualmente los socialistas llevan a las monjas Clarisas para que no llueva. Llovió y mucho, pero no cuando se celebró el mitin. Sin duda las monjas hicieron su trabajo.

El primer secretario del PSC defendió en su intervención el diálogo, el respeto, la normalidad y el buen gobierno y reivindicó la Cataluña solidaria arremetiendo, sin mencionarla, a la presidenta de Madrid: «Cataluña ha vuelto para mejorar España, para implicarse en España y estará en primera línea de la solidaridad», dijo para añadir: «No nos van a dar lecciones aquellos que bajan los impuestos y luego reclaman más financiación».

Illa estuvo rodeado de su nuevo gobierno y del poder municipal del PSC en el acto de Gavà, donde también estuvo acompañado por el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, y por los líderes de UGT y Comisiones Obreras de Cataluña. En ningún momento mentó a sus socios, los que hicieron posible la investidura y de quienes depende la aprobación de los presupuestos de 2025. Los Comunes están tendiendo un puente de plata a su líder Ada Colau, que se va pero amaga con volver en las municipales de 2027. Sin Colau, seguramente Illa lo tendrá más fácil para alcanzar acuerdos con este partido.

Las miradas del presidente catalán están fijadas en ERC. Quedan todavía algo más de dos meses para el congreso de los republicanos y los puentes entre la candidatura de Junqueras y la de Marta Rovira no existen porque se han dinamitado. Un acuerdo entre ambos es hoy por hoy prácticamente imposible y la incertidumbre es tal que en algunos sectores no se descarta una ruptura. Junqueras reunió el sábado a más de 1.200 militantes, una cifra que representa el 15% de la militancia republicana, y lanzó duros ataques a Rovira. Desde su papel en 2017 hasta responsabilizarla de la estructura paralela existente en ERC que actuaba al margen del presidente –Oriol Junqueras– y de la Ejecutiva republicana.

Los socialistas dependen de quién dirija ERC para consolidar el Govern. Ni Junqueras, ni Rovira están contra el acuerdo firmado con el PSC, ni siquiera es tema de debate precongresual, pero la militancia de ERC está dolida por los duros y continuos ataques de Junts en todo el territorio contra la militancia republicana que ha asumido el acuerdo con el PSC como un trágala, lo que le acarrea inestabilidad. El nuevo líder del partido tendrá que rehacer la vida interna y quién sabe si el peor escenario –la ruptura– se hace realidad.