El culebrón venezolano hierve la sangre
Mientras se exponía ante una opinión pública perpleja la diferencia entre un bulo y una mentira virtuosa asistíamos al capítulo más siniestro del culebrón venezolano. Dos hermanos dentro de toda sospecha -los Rodríguez- se presentan ante un anciano acojonado -Edmundo G. Urrutia- y le hacen firmar la renuncia a su breve vida política. O la vergüenza o la vida. Escogió la humillación y sus anfitriones españoles le pusieron un avión para abandonar su país y permitirle llorar como Boabdil en Granada. El mecanismo nada sutil que pone en funcionamiento tanto el bulo institucional c ...