Las toscas maneras del Getafe centran el debate un año más
Esperando el PSG-Girona, los aficionados al fútbol vieron el Betis-Getafe de Liga. Al cuarto de hora de partido, un espectador neutral ya está de los nervios por las tres tarjetas amarillas, merecidas, que han visto ya los jugadores del Getafe. Incluso Aleñá se convierte en un fajador que agarra con descaro para hacer una falta táctica. A partir de ahí, el juego se interrumpe constantemente, no hay ningún ritmo de partido, el balón está más parado que en juego y, con 0-0, los jugadores azulones se pasan mucho rato en el suelo, cada vez que tienen ocasión. Bordalás, un entrenador con estilo propio, puede hacer que lo suyos jueguen como quiera, igual que se peina como le apetece, pero el espectáculo futbolístico se resiente muchísimo. Se quejó de ello, en la rueda de prensa posterior, el siempre elegante Pellegrini, entrenador del Betis. Lamentó el “hábito de buscar faltas” y “hacer simulaciones”, de los jugadores getafenses. Y recalcó, sobre el Betis, en el tiempo de descuento que “nos dedicamos a jugar, no nos tiramos al piso, ni tratamos de engañar haciendo simulaciones falsas”. No es nada nuevo, ni es el primero que lo dice, pero tiene toda la razón. Y lo más curioso es que se permita que, durante el encuentro, Mejuto González, el ex árbitro reconvertido en delegado del Getafe, coja paternalmente por los hombros al cuarto árbitro para protestar/influir/amedrentar, y no pase nada. Y, peor aún, que el Getafe acuse al colegiado Pulido Santana de hacer comentarios inapropiados hacia sus jugadores. El mundo al revés. Por cierto, ¿próximo rival del Barça en Montjuïc? El Getafe de Bordalás. Ante el Betis cometieron 21 faltas. Los de Hansi Flick están avisados