Por qué se deben prohibir los celulares en escuelas y colegios
El uso de teléfonos celulares, llamados también teléfonos inteligentes, debe ser erradicado de las escuelas. No estoy sugiriendo que los docentes les digan a los estudiantes que no los lleven a la escuela. Lo que recomiendo es que, desde que suena la campana de entrada hasta que suena la campana de salida, los estudiantes no tengan acceso a sus teléfonos celulares. Deben dejarlos en el bulto.
Los teléfonos celulares son la principal fuente de interferencia perjudicial para el aprendizaje. En una encuesta llevada a cabo en el 2023, representativa de todos los docentes de Estados Unidos, desde kínder hasta el último año de colegio, el 33 % de los educadores afirmó que la distracción que producen los teléfonos era un gran problema en sus lecciones.
El 72 % de los profesores de adolescentes opinó que era un problema muy serio, y el 50 % de los padres de estudiantes entre kínder y colegio piensan que sus hijos e hijas no están aprendiendo lo que deberían debido al uso de los teléfonos.
Los dispositivos causan interacciones perjudiciales entre los estudiantes, disminuyen y limitan las relaciones personales directas, facilitan el acoso cibernético y provocan hechos dramáticos que distraen poderosamente a los jóvenes.
En un estudio llevado a cabo en múltiples países, alrededor del 7 % de los estudiantes dijo ser víctima de acoso cibernético en la escuela o colegio; el 38 % reconoció que le impedía poner atención y hacer sus tareas; de estos, el 18 % confesó que el acoso cibernético en la escuela le producía ideas suicidas y el 9 % de los acosados lo intentó.
Existen dos tipos de estudio para entender el impacto de los teléfonos inteligentes en las escuelas. Uno intenta ver el efecto en el desempeño académico, la socialización, el bienestar general; otros buscan medir o evaluar los resultados cuando los colegios ponen en práctica la eliminación de los teléfonos en los centros educativos.
En resumen, cuando se revisa la evidencia contenida en varios estudios en los cuales se comparan colegios que suspendieron el uso de teléfonos en las clases con aquellos que lo permitieron, los estudiantes sin teléfonos mejoraron su rendimiento académico (calificaciones), pusieron más atención al material visto en clase, recordaban mejor la materia y experimentaron menos ansiedad y más presencia mental en las lecciones.
Es de particular importancia que los estudiantes que más se benefician de estas medidas son los que tienen más dificultades académicas y menos recursos económicos.
Desde la introducción masiva de los teléfonos inteligentes en la vida adolescente, el tiempo que pasan en contacto social directo, cara a cara, ha disminuido críticamente; el grupo de edad entre 15 y 24 años, en el 2003, pasaba en promedio 150 minutos al día en contacto directo, y en el 2021 solo 40 minutos.
Datos recolectados por el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) y otras investigaciones longitudinales documentan que los sentimientos de soledad y depresión se incrementaron hasta en un 90 % entre el 2012 y el 2021 en prácticamente todo el mundo; en el 2012, Facebook adquirió Instagram y se universalizó el like en las plataformas.
Existe una relación directamente proporcional entre el número de horas que un adolescente pasa en las redes sociales (TikTok, Instagram, etc.) y los sentimientos de depresión.
El efecto es mucho más marcado para las mujeres que para los hombres ante el mismo número de horas en las redes sociales: para los hombres que pasan alrededor de una hora en las redes sociales, el porcentaje de sentimientos depresivos es del 7 %; para las mujeres, del 17 %. Para los hombres que pasan cinco o más horas en las redes sociales, el porcentaje de sentimientos depresivos es del 15 %; para las mujeres, del 38 %. Las mujeres son más sensibles a la comparación y la presión social constante en el mundo virtual.
Un grupo de investigadores del University College de Londres revisó el efecto de la adicción a internet en adolescentes y encontró que, con edades entre los 10 y 19 años, existían cambios en el cerebro, medidos por medio de resonancia magnética funcional, que evidencian disminución del volumen cerebral en áreas críticas como la corteza prefrontal, donde residen las funciones ejecutivas del sistema nervioso central.
En varios lugares en donde se ha propuesto eliminar los teléfonos celulares de las escuelas totalmente, muchos padres se oponen porque no podrán localizar a sus hijos en caso de emergencia. Entre muchas otras razones, esta preocupación está mal orientada, ya que los peligros que enfrentan los niños y adolescentes por el acceso irrestricto a internet en su casa y la privacidad de su dormitorio son mucho mayores que los que corren cuando están fuera de su casa.
Pregunten si esto es así a los padres de más de 30 niñas y niños menores de 13 años que han muerto en sus cuartos mientras realizaban el reto del desmayo (blackout challenge), siguiendo las instrucciones entregadas en sus móviles por algoritmos de TikTok.
Pregunten a los padres de los 15 millones de adolescentes de entre 13 y 17 años que pasan viendo pornografía en sus teléfonos. Mientras los padres se obsesionan por los peligros fuera de la casa, los peligros dentro del hogar y en la habitación de sus hijos son los que deberían quitarles el sueño.
Eliminar los teléfonos de las escuelas es posible, y ya tenemos abundante evidencia de que es beneficioso. Se necesita una alianza entre el Estado, los colegios y la comunidad de padres para hacerlo posible y bien hecho. Otros países dieron el paso y otros están empezando. Hagámoslo nosotros en Costa Rica.
El autor es psiquiatra, especialista en niños, adolescentes y salud pública, y miembro de número de la Academia Nacional de Medicina.