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Сентябрь
2024

Pedro Ruiz: «Algunos futbolistas ahora parecen estar más en la peluquería que entrenando»

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Abc.es 
Escritor, actor, cantante, guionista, periodista, librepensador y, sobre todo, transgresor. A Pedro Ruiz (77 años) es difícil definirle a partir de un solo calificativo, pero muy fácil entenderle con sólo 21 respuestas. —¿En qué anda ahora? —En vivir. Y vivir es tener planes, hacer cosas, salgan o no. Quien no tiene proyectos se llena de telarañas. Y yo soy lo contrario. —¿Siguió los JJOO? —Me gustan mucho. En los deportes individuales, sobre todo, es en la única cosa en la que se puede decir que gana el mejor. En el maratón no gana el hijo del consejero delegado. Gana el que llega antes, aunque sea el hijo del conserje. Me gusta el esfuerzo del hombre y la mujer en solitario. —España en estos Juegos ha estado… —Normal. —Para mejorar las 22 medallas de Barcelona se requiere ¿más dinero o mejor gestión? —Con dinero se entrena más. Pero los deportistas, que dedican mucho tiempo a lograr o no una medalla para después no tener futuro, merecen mejor trato. Si un deportista acaba su carrera a los 35, le queda mucha vida por delante. Si se ha dedicado sólo a eso tiene un futuro casi embargado. Presumir de medallas está bien, pero hay que entender que el ser humano no muere después de retirarse. —¿La medalla que más le ha emocionado? —La no medalla de Carolina Marín . Aunque le duela no haberla conseguido, será más recordada por esta épica. La imagen de su rodilla doblada, y con el tiempo ella misma lo entenderá, durará más que la medalla. —¿Lo importante es participar o, como en la vida, de vez en cuando tienes que ganar algo? —Superarte ya es ganar. Pero eso no consta. Y una sociedad que sólo ve a los ganadores es una sociedad pobre. Lo de ganar es mentira. Uno sólo puede ser el mejor de sí mismo. —¿Se puede decir de qué equipo es? —Jugué en los infantiles del Barça, con mi amigo Rexach , pero soy una persona que no milita en grupos. Como Groucho Marx, no pertenecería a un club que me admitiera como socio. Desde hace tiempo juego con los veteranos del Barcelona y del Madrid. —¿Y cómo lleva esa dicotomía? —Tengo taquilla en ambas ciudades deportivas. He tenido la suerte de entrenar con Kubala, Di Stefano, Puskas, con Zidane, Stoichkov, con Cruyff, Butragueño, Santillana… y ha sido de las experiencias más bonitas de mi vida. —¿Es mucho lo que les diferencia? —Son hombres que quieren jugar. Decía Fernando Fernán Gómez que si en un autocar en el que vienen los jugadores del Barcelona o viceversa, de camino al estadio, se cambiaran los jugadores las camisetas, el público seguiría aplaudiendo a las camisetas. Lo cual es altamente sospechoso. —¿Qué le está pasado al Barça? —Todo es un pequeño disparate, en el fútbol. Messi cobró mucho porque generaba mucho y otros se engancharon a eso, sin ser tan buenos. El mundo lo manejan las tres B: billetes, barriga y braguetas. Y luego está la manera de ganar dinero, a través del Estado, la apariencia o el instinto. El instinto mueve a los aficionados, que son los que consumen. A partir de ahí, caben todas las trampas… o ninguna. —¿Se lleva bien con Laporta? —Sí. Y con Florentino. Laporta es muy amable y se emociona con facilidad. Hace poco, y lo presencié, una señora de Colombia trajo a su hijo. Joan gestionó el que el chico pudiera ir a un Clásico. A Laporta se le humedecieron los ojos al ver a la señora emocionada. Esto no va a favor de Laporta ni en contra de Florentino. Al final, todos somos personas que vivimos y morimos solos. —¿Hay demasiado postureo en el fútbol? —La pasión que mueve el fútbol se produce porque iguala a personas de distinto rango o capacidad. Si estamos en un bar, con un ministro y un basurero (con todos los respetos) y se pita un penalti, imagina que el basurero dice que no ha sido y el ministro que sí. Discuten en el mismo nivel. Esa es la fuerza del fútbol. El pequeño se iguala, por arriba o por debajo, al poderoso. —¿Le gusta el fútbol femenino? —Sí. Hace muchos años, cuando trabajaba en la tele, entrevisté a Inmaculada Cabecerán, una mujer que quería jugar al fútbol. Le hice una entrevista para un Telediario. Tardaron 4 meses en emitirla. Mandar una entrevista con una mujer que quería jugar al fútbol era considerado poco menos que un disparate. —¿Quiere decir que hoy estamos más cerca de la igualdad? —No se trata de equiparar, se trata de jugar. —Y de acabar con personajes como Rubiales. —Hubo un motivo para que pasara lo que pasó. Y una exageración. Se puso el foco con desmesura. No sólo en él. También con Jenni Hermoso . Si eso pasa en otro ambiente hubiera supuesto el mismo tipo de incorrección. Pero lo que ocurrió, potenciado, se convierte en una historia desmedida. España, como decía Cela, es un país excesivo. Y el mundo también. Con las redes sociales, alguien se tira un pedo y se convierte en la noticia del día. Y no digo que lo que pasó fuera un pedo. —¿Con qué entrenador se siente más identificado? —Con Di Stefano, que un día me dijo: «Pedrito, el fútbol se jodió el día que entró el primer secador de pelo en un vestuario». Algunos futbolistas ahora parecen estar más en la peluquería que entrenando. Admiro a otros: Miguel Muñoz, Salvador Artigas, soy muy amigo de Rexach. De los de ahora, me quedo con Ancelotti. Es un gran solucionador de problemas, un gran taponador de egos. —Y Guardiola qué es ¿un genio o un filósofo con dinero a granel? —Un tipo muy inteligente. Y listo. Ha sabido dónde está el mayor caudal para manejar, que es la Premier. Lo hace bien y sólo puedo, desde el punto de vista futbolístico, admirarle. —¿Qué le sugiere el concepto Superliga? —Otro negocio para los que manejan las cosas. Hay una parte elevada, en la vida, por la que discurren las tuberías llenas de aceite. Los que mandan, se agarran a las tuberías. Abajo llegan sólo las gotas. —Entiendo que no le gusta. —Creo que los futbolistas juegan demasiados partidos. Están abusando de ellos y acabarán con la materia prima del asunto. —¿Volvería a presentar un programa de deportes? —No me apetece mucho. De hecho, me lo han propuesto hace unos días. Pero ya estoy en la música, en el show, en el espectáculo, escribo poesía. Tengo otro tipo de inquietudes.