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Сентябрь
2024

Dos presidentas a la vista

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Fue un niño. Acorralado, no supo aceptar responsabilidad alguna. Donald Trump lució débil el martes durante el primer debate entre contendientes a la presidencia de los Estados Unidos.

México tendrá finalmente una presidenta a partir de octubre y a la luz de lo ocurrido en Pensilvania, creció la posibilidad de que Estados Unidos también reciba por primera vez a una mandataria en la Casa Blanca, a partir de enero.

¿Qué definirá la gestión de la mexicana Claudia Sheinbaum al frente del Ejecutivo? ¿En qué podría ayudarle la llegada de Kamala Harris como su homóloga estadounidense?

Sheinbaum intentará que su administración ordene la producción nacional, con una política industrial. El norte estará dedicado a la manufactura pesada y potencialmente integrado al nuevo negocio al que todos aspiran: chips, semiconductores útiles para la revolución digital. El Sur se enfocará en la logística y en la producción alimenticia con nueva tecnología.

Las posibilidades de éxito de la próxima presidenta siguen ahí, aunque menguadas por la herencia que le sembró su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, quien le quitó poder de decisión y le entregará un escenario de incertidumbre en materia judicial.

Si la presidenta electa mexicana teje bien las leyes que emanarán de los recientes cambios constitucionales, puede aligerar el peso de ese lastre. De ser así, tiene una oportunidad para conectar a México con la nueva era de Estados Unidos, en caso de que Harris gane la presidencia de su nación.

¿Cuál es esa era? La que comenzó el actual presidente Joe Biden.

Harris ayudó a aprobar leyes históricas como la Ley Bipartidista de Infraestructura y la Ley CHIPS y Ciencia. Ella presume que éstas respaldaron más de 60 mil proyectos de infraestructura, que significaron más de 900 mil millones de dólares en inversiones.

Pausa aquí. En un buen año, México se aproxima a los 40 mil millones de dólares de inversión extranjera directa; eso sirve para dimensionar la friolera.

¿En qué lo invirtieron? La administración vigente de Estados Unidos presume que en conectar mejor a su gente. Si están al tanto de las polémicas redes 5G, podrán visualizar a dónde fue a dar parte de ese dinero.

También están más de 100 mil millones de dólares invertidos en fábricas de chips y otro tanto en la remodelación de carreteras y otra infraestructura.

¿Para qué quieren todo eso? Kamala Harris lo explica así:

“Con estas inversiones, la administración Biden-Harris está demostrando cómo Estados Unidos puede estar a la altura de las circunstancias y construir las industrias del futuro, creando al mismo tiempo empleos sindicalizados de alta calidad en las cadenas de suministro de vehículos eléctricos y baterías”.

Bien por ellos ¿Pero y de este lado, qué?

Si a la presidenta electa Sheinbaum le sale bien el plan contenido en su texto 100 Pasos para la Transformación que formó parte de su estrategia de campaña, la gente de la península de Baja California tendrá todo el apoyo federal para convertirse en proveedora de la cadena de suministro de chips.

Además están las intenciones de la misma Kamala Harris. Como vicepresidenta, impulsó la inversión privada en países centroamericanos para crear empleos y mejorar las condiciones económicas locales, con el objetivo de disuadir a posibles inmigrantes de emprender un peligroso viaje a Estados Unidos.

Durante su gestión, el gobierno invirtió aproximadamente 200 millones de dólares en un nuevo consulado ubicado en Mérida, Yucatán, de similares dimensiones al de Monterrey, Nuevo León. La infraestructura servirá para administrar los intereses de Estados Unidos en toda Centroamérica y en la emergente región del sureste mexicano.

A ese edificio llegó un nuevo cónsul en agosto: Justen A. Thomas es un economista, maestro en ciencias en desarrollo internacional por la Universidad de Bristol; un perfil distinto del de su antecesora, Dorothy Ngutter, experta en seguridad y justicia fronteriza.

La perspectiva con la llegada de Harris puede ser muy diferente a la esperada ante una victoria de Donald Trump. Esta semana, la posibilidad de que el expresidente regrese a la Casa Blanca no está eliminada, aunque sí disminuida.

Pero para pensar en lo que puede resultar de una relación entre dos presidentas norteamericanas, primero Harris debe ganar en noviembre.