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Сентябрь
2024

Enjuagues estadísticos

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Winston Churchill (1874-1965) fue desmesurado en casi todo, también a la hora de hablar y escribir, tanto que con frecuencia se le atribuye lo que nunca dijo. Por ejemplo, no consta en ninguna parte que dijera que «solo me fío de las estadísticas que yo mismo manipulo», aunque con frecuencia se le atribuye. Los equívocos se pueden aclarar en la página web de la International Churchill Society, organización dedicada a difundir y preservar el legado del político británico. Las estadísticas, en el mundo actual, son esenciales para conocer la realidad y un elemento también que utilizan los Gobiernos para casi todo: desde aplicar sus políticas hasta hacerse autopropaganda, mientras que las oposiciones las emplean justo para lo contrario.

En España, el Instituto Nacional de Estadística (INE) elabora las oficiales, preciosas, rigurosas y ortodoxas, aunque haya matices importantes. La ministra Calviño, poco después de la pandemia, se quejaba de que las estadísticas del INE no reflejaban la realidad de la economía. El entonces presidente del INE, Juan Manuel Rodríguez Poo dimitió, en teoría por razones personales, y fue sustituido por Elena Manzanera, otra profesional respetada. La economía mejoró, como estaba previsto, y las estadísticas también reflejaron esa mejoría, aunque todavía hubo discrepancias. Ahora, el INE acaba de publicar una revisión estadística de las Cuentas Nacionales, que incluye cambios en su elaboración y aplica «nuevos métodos y procedimientos de estimación de los agregados contables». Estas revisiones son habituales cada cierto tiempo y forman parte de la evolución de los métodos de obtención de datos. La nueva revisión registra un aumento adicional del 1,1% del PIB de 2021, incremento que también se traslada como arrastre a los siguientes ejercicios. Parece algo nimio, pero es capital, ya que un mayor PIB significa, por ejemplo, además de mayor crecimiento económico, que los porcentajes de deuda pública y de déficit bajan de forma automática por efecto estadístico, no real, algo que supone un balón de oxígeno para el Gobierno. Nada que objetar, por supuesto, pero conviene tenerlo en cuenta y evitar esas manipulaciones de las que no habló Churchill.