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Сентябрь
2024

Barnier amaga con recuperar el Ministerio de Inmigración de la era Sarkozy

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«Las fronteras son coladeros y los flujos migratorios están fuera de control», decía sin tapujos Michel Barnier en su primera entrevista televisada como primer ministro de Francia el pasado viernes. Barnier no esconde –como fiel representante de la derecha– que una de sus prioridades es frenar la inmigración ilegal. Y para ello, podría echar mano de un viejo recurso creado bajo el mandato del presidente Nicolas Sarkozy en 2007: el Ministerio de Inmigración, Integración, Identidad Nacional y Desarrollo Solidario. Un nombre rimbombante para lograr un objetivo mucho más simple: expulsar de Francia a 25.000 extranjeros en situación irregular.

Desde sus inicios, el Ministerio de Inmigración recibió un fuerte rechazo de distintos frentes: los movimientos contra el racismo, las asociaciones católicas e incluso los medios identificados con la izquierda –como el diario Libération– criticaron duramente los métodos y la intención del ministerio, denunciando una «xenofobia de Estado». La institución cerró sus operaciones en 2010.

Por ahora, no está confirmado que Michel Barnier esté considerando traer de vuelta al controvertido Ministerio de Inmigración, como lo afirman fuentes cercanas a su despacho, pero sí ha prometido que su Gobierno controlará los flujos migratorios en Francia. «Lo haremos no con ideología, discursos y frases, sino con medidas concretas», dijo Barnier, sin especificar la naturaleza de estas medidas.

Más allá de los rumores, la posición del primer ministro sobre la inmigración está clara desde hace años. En 2021, cuando participaba en la carrera interna por la candidatura presidencial de su partido, Los Republicanos, criticó abiertamente al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, afirmando que en materia de inmigración era necesario «recuperar nuestra soberanía jurídica». También propuso un referéndum sobre la inmigración, la introducción de cuotas anuales de visados, el endurecimiento del acceso a las prestaciones sociales, así como la supresión de la ayuda médica estatal, salvo en casos de emergencia.

Por su parte, y en respuesta a los rumores, el partido de extrema derecha, Reagrupación Nacional, ha pedido acciones concretas para controlar la inmigración irregular. Su presidente, Jordan Bardella, se manifestó al respecto en su cuenta X: «El Ministerio de Inmigración ya existe y se llama Ministerio del Interior. Lo que hay que hacer es aplicar por fin una política dura: expulsar sistemáticamente a los delincuentes y criminales extranjeros, reducir la reagrupación familiar, aumentar nuestros requisitos de naturalización y condicionar las ayudas sociales a los extranjeros».

Por su parte, la izquierda también ha rechazado abiertamente la idea y no ha dudado en comparar al primer ministro con la ultraderecha de Marine Le Pen. Raphaël Arnault, diputado del partido La Francia Insumisa, ha acusado a Emmanuel Macron de «poner a la extrema derecha en el puesto de primer ministro». Por el partido ecologista Los Verdes, Sophie Taillé-Polian, expresó que «el intento de la derecha ‘republicana’ de legitimar la RN continúa. Es extremadamente grave: los electores dijeron claramente el 7 de julio que no querían a la extrema derecha y sus ideas». Su colega, el diputado Charles Fournier, lanzó una pregunta más simple y directa: «¿Michel Barnier o Marine Le Pen?»

Mientras tanto, Francia continúa a la espera de que el primer ministro anuncie su Gabinete esta misma semana, que seguramente incluirá una mayoría de figuras de derecha. La izquierda, por su parte, sigue denunciando «el robo» de las elecciones legislativas.