Un Banco de España socialista
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El Gobierno ha tomado el control total del Banco de España con el nombramiento de una subgobernadora procedente de las filas del grupo de profesionales que dirigió la economía española en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011). La decisión del nuevo gobernador, el exministro José Luis Escrivá, de proponer como número dos a Soledad Núñez Ramos no sólo marca el definitivo escoramiento político de una institución cuyos estatutos definen como autónoma e independiente, pero en cuyos órganos rectores apenas figura un economista propuesto por el partido que ganó las elecciones generales de 2023. Todos los demás miembros han sido propuestos o aceptados por el PSOE, tanto cuando ha estado en el Gobierno como desde la oposición. Es la segunda vez que Soledad Núñez, una economista con prestigio y que ha ocupado altas responsabilidades en el Banco de España y en ejecutivos socialistas, es propuesta para el cargo de subgobernadora de la entidad. La vez anterior, en 2012, Núñez, que había cumplido una tarea encomiable como directora general del Tesoro en la primera fase de la crisis financiera del gobierno de Rodríguez Zapatero, declinó la oferta de formar equipo con Luis María Linde, propuesto como gobernador por el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos. Finalmente, el puesto de subgobernador lo ocuparía Fernando Restoy, que procedía de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Su llegada al puesto de subgobernadora marca también la rehabilitación de lo que supuso el gobierno de Zapatero en el ámbito económico de nuestro país. Si el expresidente ha sido blanqueado políticamente ante las bases socialistas por Pedro Sánchez –que lo ha recuperado para sus mítines, campañas y otros encargos–, Núñez, representante destacada del llamado 'clan de los minesotos' (denominado así porque todos hicieron sus posgrados en la Universidad de Minesota), en el que figuran el exministro Miguel Sebastián, y la pareja de Núñez, Javier Vallés, exjefe de la Oficina Económica de Presidencia con Zapatero, representa el regreso a la primera fila de unos economistas que habían pasado a un segundo plano o se habían refugiado en la academia o los medios de comunicación después del desastre que representó el segundo mandato de su jefe. Su elección también supone que Escrivá, que no tenía una relación especialmente fluida con este sector de economistas, algunos de los cuales criticaron en privado su reforma de las pensiones, establece ahora un fuerte vínculo con ellos. Además, han desembarcado en el consejo de gobierno del Banco de España el economista Jordi Pons, propuesto por ERC para el cargo y cuyo perfil es más de activista por la independencia de Cataluña que de técnico, y Lucía Rodríguez, una funcionaria que estaba adscrita a la Airef, pero que ha sido asesora y persona de confianza de la exministra Nadia Calviño. Los primeros pasos de Escrivá al frente del Banco no son halagüeños y anticipan una ruptura con el estilo ponderado y riguroso de su antecesor, Pablo Hernandez de Cos . Dado que su nombramiento venía con plomo en las alas por salir directamente del Consejo de Ministros, podría haber intentado compensar este sesgo con una figura neutral, técnica o independiente. Ha preferido seguir el camino de la colonización institucional marcado por su jefe, Pedro Sánchez. Con este nombramiento, la doctrina sanchista manifestada por el ministro Carlos Cuerpo de que el Banco de España no es un fiscalizador, como lo es todo regulador, sino un mero órgano asesor de cuya opinión se puede prescindir va camino de convertirse en cierta en tiempo récord.