Las 'neuronas del amor' existen: Un estudio revela 'con qué parte del cerebro nos enamoramos'
'Amor' es una de esas palabras performativas, que se pronuncia repetidamente como un mantra, tanto para atraerlo como para condenarlo. Se sufre tanto por los excesos como por la falta del amor, pero es una emoción que común al conjunto de los mortales, pues a todos nos iguala en nuestra condición de amados y de amantes, al menos potencialmente.
Existen diferentes tipos de amor, y no todos se sienten hacia una persona que se escoge, también lo experimentamos hacia nuestros padres, hacia nuestros hermanos e incluso hacia campos del conocimiento o parajes naturales. Algunos amores ya nos vienen dados, y sentirlos no es una decisión racional, sino casi un suceso predeterminado en nuestra mente.
Siempre ha existido un debate metafísico en torno a si se ama con el corazón o con el cerebro, aunque lo cierto es que no tiene demasiado recorrido. El amor no puede ser generado por las sístoles y diástoles, pero sí provoca que el ritmo de bombeo sanguíneo se acelere de forma descontrolada. El amor se genera en el cerebro, aunque es imposible tratar de obtenerlo a través de una ecuación química o entenderlo como una mera suma de hormonas.
Sin embargo, la neurociencia ha avanzado hasta el punto de empezar a entender emociones complejas como el amor, la vergüenza, el placer o el arrepentimiento desde un plano racional, mapeándolas como segregaciones de sustancias e intercambios de corrientes eléctricas en las diferentes regiones cerebrales, aunque puedan ir mucho más allá.
¿Dónde se encuentran las 'neuronas del amor' y qué tipos existen?
Un grupo de investigadores de la Universidad de Aalto (Finlandia) han publicado recientemente un estudio en la revista Cerebral Cortex de la Universidad de Oxford que da a conocer las partes del cerebro que se activan cuando sentimos diferentes tipos de amor, concretando cómo se diferencian en el principal órgano de control de nuestro cuerpo.
Tal y como informaba EFE, para medir el amor en parámetros físicos, los científicos finlandeses recurrieron al registro de la actividad cerebral de 55 adultos a través de resonancias magnéticas. Dependiendo de la zona activada, pudieron determinar de qué clase de amor se trataba y en qué grado lo experimentaron las personas participantes.
Según estos científicos de la Universidad de Aalto, basándose en los resultado obtenidos, existirían tan solo seis tipos de amor: por los hijos, por la pareja, por los amigos, por los extraños (compasión), por las mascotas y por la naturaleza en su conjunto. No es que cada clase de esa emoción active una zona concreta, sino que genera más o menos actividad en varias regiones cerebrales, algunas más profundas que otras.
Las zonas donde pudieron registrar cambios cuando los participantes experimentaron la sensación de amor fueron cuatro:
- Los ganglios basales.
- La línea media de la frente.
- El precuneus (en el lóbulo parietal superior).
- La unión tempoparietal de la parte posterior de la cabeza.
¿Cuál es el amor más grande que hay?
Para sorpresa de nadie, la ciencia ha vuelto a demostrar lo que ya anunció el conocimiento popular, que 'no hay amor más grande que el de una madre siente por sus hijos', y el de un padre también. Comparando los resultados obtenidos a través de las diferentes resonancias magnéticas, los investigadores pudieron confirmar que fue el amor hacia los hijos el que activó más regiones cerebrales y a un nivel más profundo.
EFE se hacía eco de las palabras de Pärttyli Rinne, uno de los investigadores que llevaron a cabo el experimento, que afirmaba en un comunicado que "las diferencias radican sobre todo en la intensidad de la activación, que es mayor con los hijos, y algo mayor con la pareja que con los amigos". Entonces, cuanto mayor es la proximidad a una persona, mayor intensidad de 'amor' genera nuestro cerebro hacia ella.
El amor que no todo el mundo es capaz de sentir
Se le suele atribuir al poeta británico Alfred Tennyson la manida, pero verdadera, afirmación de que "es mejor haber amado y perdido que no haber amado nunca". Y es que, por desgracia, cada día vemos cómo la tendencia general es que más personas acaban muriendo solas, o sin haber conocido el amor. Por unos u otros motivos, no es extraño que alguien no haya experimentado alguno de los seis amores que describían los científicos finlandeses.
El amor más común de no haber sentido nunca es que se genera hacia las mascotas, ya que mucha gente no ha tenido la oportunidad de cuidar a un compañero no humano en sus vidas. En los rastreos de la actividad cerebral, los investigadores encontraron que en las personas que sí tuvieron un amigo animal se activaban unas áreas cerebrales distintas.