El fútbol femenino no debe equipararse en lo peor del masculino
La evolución del fútbol femenino está tirando del carro de una revolución social que, dentro de unas décadas, se estudiaría en las más prestigiosas facultades de sociología del mundo. Mientras sigue creciendo la popularidad de las jugadoras, algunos clubes empiezan a actuar con ellas con las mismas normas que con los hombres. Así, el Chelsea ha anunciado esta semana que, después de los partidos, las futbolistas ya no se acercarán a las gradas para firmar autógrafos ni para hacerse fotos con los aficionados. De la misma forma, tampoco se pararán a la salida de su estadio para satisfacer a los supporters que les esperan. En nombre de la sacrosanta seguridad, se pierde ese contacto espontáneo, fresco, entrañable que separaba el fútbol femenino del masculino. Ha empezado el Chelsea, veremos cuánto tardan otros grandes clubes a bunkerizar a sus jugadoras de la misma forma absurda que lo están ya los futbolistas.