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Llueve más en las ciudades y la culpa la tienen los edificios altos

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Abc.es 
Los altos edificios, el asfalto y la gran densidad poblacional de las ciudades son capaces de crear un clima propio . Y no solo hace más calor dentro que fuera, también concentran las lluvias. Un estudio sobre un millar de ciudades ha determinado ahora que la mayoría de las grandes urbes recibió más precipitaciones que sus alrededores. El fenómeno ha ido in crescendo en los últimos 20 años, igual que se han estirado a lo alto y a lo ancho las metrópolis. El estudio, publicado este lunes en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), se basa en datos satelitales y radares de lluvia en ciudades de todo el mundo entre 2001 y 2020. Concluye que el efecto de 'isla húmeda' se da en más del 60% de las grandes urbes . Las de África y Oceanía son las más afectadas, mientras que en Europa se registra en el 64%. La magnitud del fenómeno casi se ha duplicado en este tiempo, advierten los autores. Cuanto mayor es la población, mayores son las anomalías de las precipitaciones. Se trata de un fenómeno por el que las áreas urbanas tienden a captar la lluvia y concentrarla en su interior, quitándosela a las zonas rurales cercanas . Como una esponja empapada que se exprime, dice el autor del estudio, Dev Niyogi, profesor de la Universidad de Texas (Austin, EE.UU.). «Si se apretara una parte de la esponja, el agua caería con más fuerza desde un lado», explica. «La cantidad de agua que hay en la esponja es la misma, pero como ahora hay una especie de compresión dinámica de la atmósfera, hay más capacidad para sacar el agua de ese lugar». Los investigadores apuntan a que no hay una sola razón detrás. Sin embargo, cuenta el coautor Liang Yang, la presencia de edificios altos que bloquean o reducen la velocidad del viento es clave, ya que provocan una convergencia del aire hacia el centro de la ciudad. «Los edificios mejoran aún más esta convergencia al frenar el viento, lo que genera un movimiento del aire ascendente más fuerte. Este movimiento ascendente promueve la condensación del vapor de agua y la formación de nubes, que son condiciones críticas para la producción de lluvia y precipitaciones», dice Yang. Así, las edificaciones pueden ralentizar el flujo del aire, prolongar la duración de las lluvias y alterar la estructura de la tormenta. La otra preocupación de los autores son las lluvias torrenciales. En el norte y centro de Europa no se detectan precipitaciones extremas más frecuentes. «Sin embargo, algunas grandes ciudades del sur de Europa, como Milán, Nápoles y Barcelona, muestran notables anomalías positivas de precipitaciones extremas urbanas», advierte el estudio. Ante la tendencia de cambio climático, crecimiento de las urbes y materiales impermeables en la construcción, los autores piden «desarrollar formas innovadoras de prepararnos para las inundaciones repentinas», dice Yang.