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Сентябрь
2024

Regalos y confites son insuficientes

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El 12 de julio de 1946 se dispuso celebrar el Día del Niño cada 9 de setiembre, y en 1999 se cambió a Día del Niño y la Niña, aunque también aparece en documentos oficiales como Día de la Niñez Costarricense, Día de la Niñez y Adolescencia, entre otros.

Pero, más allá de su nombre, el objetivo es informar, divulgar y propiciar el mejoramiento de las condiciones sociales, morales y económicas de la infancia. La razón es muy sencilla: la sociedad que no se ocupe de sus infantes carece de futuro.

Setenta y ocho años después de haberse iniciado la celebración en nuestro país, las noticias y los indicadores muestran el aumento de la inequidad social y el deterioro de la calidad de la educación y de su financiamiento, del desfinanciamiento de programas sociales que benefician a la niñez, de más delincuencia juvenil y hasta infantil, de la exacerbación de la intolerancia y la agresividad sociales, que se reflejan en más violencia en las aulas escolares, y en la profusión de aplicaciones tecnológicas que no tienen ningún control y que crean adicción en menores de edad. El panorama parece francamente desesperanzador.

Dadas todas estas situaciones, la prevención —que es más eficaz, barata y sencilla que remediar los efectos— debe originarse fundamentalmente en el hogar y la escuela. En el hogar, mediante padres y madres que se involucren en la formación de sus hijos e hijas y, sobre todo, que inculquen valores con su ejemplo, como el de la tolerancia, la honradez, la superación mediante el esfuerzo, la disciplina, la consideración y el respeto hacia las demás personas, entre otros valores que son piedra angular de toda sociedad (y, claramente, de la nuestra).

En las escuelas, por medio de docentes bien formados, con recursos suficientes, que transmitan también valores, además de conocimientos, que estén comprometidos activamente en erradicar toda forma de discriminación y violencia en las aulas y que, al igual que los padres y las madres, enseñen con el ejemplo más que con palabras.
A pesar de ello, no basta con lo que podamos hacer en los hogares y en los centros educativos: el modelo de las figuras públicas en general (sean autoridades de gobierno, artistas, deportistas, formadores de opinión, influencers) es vital.

Una sociedad en la cual estas figuras públicas lanzan mensajes abusivos, violentos, irrespetuosos, intolerantes o denigrantes envía una señal de que esas conductas son aceptadas, positivas o normales, y con ello se origina una terrible deformación en la población menor de edad. Peor aún, tales conductas, si se normalizan, inciden en el futuro. La sociedad en la que las nuevas generaciones crecerán y tendrán que sobrevivir será más violenta e intolerante.

Por eso, en el Día del Niño y de la Niña, hagamos votos y comprometámonos a luchar para que la sociedad costarricense, y en especial las autoridades públicas, no normalicen la intolerancia, el irrespeto, la violencia verbal y las conductas abusivas en los hogares, en los centros educativos y en las redes sociales.

Más que regalos o dulces, que este día marque un compromiso para no enseñar a la niñez que tales conductas son aceptables, como sí lo son la tolerancia, la armonía, la comunicación y la paz.

fmayorga.fts@gmail.com

El autor es presidente de la Fundación Tejedores de Sueños.