El nuevo curso arranca con menos alumnos de 3 a 16 años y una EBAU desigual
El curso académico 2024-25 comienza con récord de alumnos enganchados al sistema educativo que deciden continuar sus estudios más allá de la enseñanza obligatoria pero, sin embargo, ya hay un vaciamiento de aulas en Infantil, Primaria y ESO por la caída de la natalidad. Arranca con más profesores que nunca impartiendo clase; con una ley de educación (Lomloe) que implanta una nueva forma de enseñar y que aún tiene flecos pendientes para que su aplicación sea plena; y con una nueva prueba de acceso a la universidad (ahora PAU) desigual para los alumnos españoles.
Mientras, la ejecución plena del plan de refuerzo de Lengua y Matemáticas, anunciada a bombo y platillo por el presidente del Gobierno, sigue en el aire. Se iban a destinar 500 millones, pero la falta de Presupuestos para 2024 hizo que solo se asignaran 95 y ahora falta que se aprueben los de 2025 para que alcance envergadura. Como novedad, el Ministerio de Educación y FP creará una unidad específica que desarrolle la Ley de Enseñanzas Artísticas.
El curso escolar 2024-2025 comienza esta semana para 8.348.030 alumnos, cifra ligeramente superior a la del curso anterior (+10.493 escolares más, +0,1%), según los datos que maneja el Ministerio de Educación y FP, pero la estadística ya se resiente de la caída de la natalidad, una de las grandes preocupaciones en el ámbito educativo. El total de alumnado bate cifras récord por una mayor escolarización en la etapa de 0-3 años, por el impulso que dio el Gobierno al plan de creación de plazas públicas en este tramo de edad, una etapa que crece y en la que se prevé que haya 7.251 alumnos más este curso hasta llegar a los 491.307, y por el importante crecimiento de la FP, que en una década ha subido más de un 50%. Este curso se calcula que 1.193.260 personas cursen alguna de sus enseñanzas, lo que supone un incremento de su matrícula en 48.460 alumnos (+4,2%).
Pirámide poblacional
También habrá más alumnos en Bachillerato, que contará con 20.234 estudiantes más (+2,9%), una etapa que no está afectada todavía por la caída de la pirámide poblacional.
En el lado opuesto vemos cómo en el segundo ciclo de Educación Infantil (3-5 años) se prevé un 2% menos de alumnado (21.493 estudiantes), una etapa en la que la escolarización es prácticamente plena. La situación se replica en Primaria, también lastrada por el descenso de la población, que tendrá en total 35.380 alumnos menos (-1,3%). Lo mismo ocurrirá en la ESO, donde se prevé que el número de matriculados caiga en 10.811 alumnos (-0,5%). Sin embargo, en esta etapa el descenso está más contenido «por que hay menos repetidores y también menos abandono educativo en 3º y 4º de la ESO, ya que la tasa se sitúa ahora en un 13,4% con tendencia a la baja, a lo que se une que los jóvenes ahora tienen preferencia por llegar a los estudios superiores», detalla Ismael Sanz, profesor de la URJC/Funcas.
Récord de profesorado
En España darán clase este curso en enseñanzas no universitarias 784.425 profesores, lo que implica que habrá casi 16.000 más, una cifra récord que supone un incremento del 16,9% en la última década (un 19% en la pública y un 10.8% en la privada). La relación de alumnos por profesor se encuentra ya por debajo de la media europea. Así, si en Primaria se calcula que hay 12 alumnos por docente en España, la media de la UE es de 13. La contratación de profesorado tiene que ver, en parte, con la reducción del número de alumnos por clase que se está abordando en las diferentes autonomías, como Madrid, ya que se considera que un factor clave para mejorar la calidad educativa tiene que ver con este factor, lo que acarrea una formación más personalizada.
En el ámbito profesional, la situación de los profesores se prevé que mejore. El Ministerio de Educación creará este mes de septiembre un calendario de negociación con los sindicatos de profesores para negociar el desarrollo de la profesión docente, una demanda histórica que no se aborda desde hace 17 años, con temarios de oposiciones del año 1993.
Acceso a la universidad
El curso se inaugura con una nueva prueba de acceso a la universidad que sustituirá a la EBAU y que se prevé más exigente tras aplicarse durante los últimos años el «modelo pandemia» con el que era posible aprobar sin necesidad de estudiarse todo el temario.
El Ministerio ha regulado una prueba que dice que ha contado con consenso, en la que quiere que los alumnos demuestren su madurez y lleguen mejor preparados a la universidad.
Paralelamente, las 12 autonomías del PP se han comprometido a aplicar este año el mismo modelo para avanzar en la desigualdad autonómica que había en la dificultad de los exámenes. Emplearán los mismos criterios de corrección y puntuación, contenidos evaluables en asignaturas troncales y mismo nivel de exigencia, tal y como han asegurado. Sin embargo, aunque se trate de avanzar en una prueba lo más parecida posible en toda España, seguirá siendo desigual, ya que las autonomías con lengua propia deciden el 50% de los contenidos que estudian sus alumnos y el resto, el 40%, no parecen estar dispuestas a dejar de examinar de los contenidos que ellas mismas han introducido en el currículo educativo.
Tener una PAU única, pasaría por que se preguntara en la prueba a los alumnos solo sobre los contenidos comunes que regula el Estado, pero es un asunto que ninguna autonomía está dispuesta a asumir, ni tampoco el Ministerio. De ahí que el PP haya pasado de hablar de EBAU «única» a «común». A esta circunstancia se une que, en la práctica, las universidades son las que redactan el examen y cuentan con total autonomía para hacerlo.