Hijos de malvados
La escena transcurre por escasos minutos, el tipo en ropa deportiva camina feliz por una calle de Ciudad de México acompañado de dos jóvenes. De repente unos transeúntes desarmados, en vía contraria de la misma acera, lo reconocen, le gritan y gesticulan acusadores. El hombre les da la espalda, cubre los hombros de los chicos, corren y desaparecen. Es un breve video, emitido por canales internacionales, hace siete o cinco años.
Aquel individuo es el médico psiquiatra Jorge Jesús Rodríguez Gómez, cuyo padre también fue de antecedentes penales y que hoy preside la ilegítima Asamblea usurpadora del legítimo constitucional Congreso Nacional venezolano. En aquel instante callejero es quien por natural instinto paterno protege a dos de sus hijos enviados al exterior, exilio pagado con dinero público, tinto en sangre inocente.
Esa conducta se proyecta hacia todos los hijos de perversos delincuentes, incluidos los de la narcopandilla venezolana que desde dos palacios –Fuerte Tiuna y Miraflores– ordena secuestro, prisión en celdas de presos comunes y tortura vergonzosa para más de cien adolescentes y minusválidos a partir del 28J. Para nada les importa la vida y los hijos de los otros.
Los descendientes de criminales mafiosos heredan culpas y las aplican de diversa manera. Hay quienes siguen la ruta marcada por sus progenitores y los opuestos, que con doloroso afecto, inocentes culpabilizados, reclaman y proceden a prácticas benefactoras, su manera de pedir disculpas por los involuntarios daños causados. Es el caso del colombiano Juan Pablo Escobar, quien publica su autobiografía de prosa coloquial en 2015 titulada Mi padre (Las historias que no deberíamos saber) . Conmovedor relato que impactó en emotivos lectores de Latinoamérica.
La distancia que nos separa (2015) del escritor y periodista peruano Renato Cisneros es también un testimonio autobiográfico. Su calidad original trasciende el simple recuento personal. Ya es un clásico del drama padecido por hijos y familiares cercanos a protagonistas verdugos.
Esta obra, varias veces reeditada y premiada, logra la difícil perfecta fusión de entre cariño filial y dura crítica, sentimiento y crudeza, afecto y frío juicio cerebral sobre su maléfico padre, general Luis Federico «Gaucho» Cisneros, exministro de Guerra del Alto Mando Militar, brutal represor de la disidencia durante 40 años (1930 al 70) en el sangrante Perú, ejecutor de fechorías diarias mientras declaraba su «impecable» amor patriótico.
Ahora, desde la licencia artística ética y estética que otorga la literatura, Los alemanes (marzo 2024) del muy destacado novelista español Sergio del Molino, llega la espeluznante ficción basada en un hecho histórico. Narra cómo en plena Primera Guerra Mundial, seiscientos alemanes escapan y se instalan a lo largo de la España neutral en aquel tiempo. Nunca regresaron a su país y sin embargo durante décadas surgen secretos familiares que de algún modo los relacionan con la barbarie nazi. Brillante metáfora sobre los nexos entre la culpa y el poder .
Los actuales adultos jóvenes venezolanos, hijos pródigos, no de un dios celestial bíblico, sí de viles padres terrenales, con seguridad serán respetados por la recuperada democracia previo análisis de cada caso.
Porque la justa justicia prevalece. Es columna vertebral del Estado de Derecho en la auténtica República Civil.
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