El animalario de startups: de pony a dragón
Puede que todo el mundo sepa ya que, cuando hablamos de unicornios en el mundo del emprendimiento, nos referimos a aquellas startups cuya valoración ha alcanzado los mil millones de dólares. Una metáfora de aquellos primeros años en los que resultaba difícil y casi místico que el negocio montado por algún emprendedor llegara a valer tanto dinero.
Desde que se acuñara el término en 2013 por parte de Aileen Lee, fundadora de Cowboy Ventures, no solo han pasado muchos años, sino que esas empresas raras y valiosas se cuentan ahora por centenas, lo que ha provocado que aparezcan nuevas nomenclaturas para referirnos a las empresas emergentes.
Mitológicas y reales
Tanto es así que podemos hablar de un bestiario o animalario de las startups. Una clasificación de estas denominaciones que podemos dividir en dos grandes grupos: los seres mitológicos y los reales. Si arrancamos por los mitológicos, podemos sumar otros tres grandes seres a la hora de hablar de estas empresas de componente tecnológico y «reciente» creación: decacornios, dragones y centauros.
El primero de ellos (y como su propio nombre deja ya entrever) está compuesto por aquellas startups que superan los 10.000 millones de dólares de valoración. Son el siguiente estadio al que muchas empresas aspiran y, de hecho, es uno de los objetivos de la Unión Europea, contar con cada vez más de estos «campeones tecnológicos». Mientras, los dragones serían cualquiera de esos unicornios que hayan devuelto íntegramente a los inversores los fondos que en su día pusieron, lo que no solo implica que tienen una caja en muy buena salud, sino que son incluso rentables. Más raros de ver aún que los unicornios (hasta cuatro veces más, según los inversores John Bacus y Hemant Bhardwaj, quienes popularizaron esta denominación).
Por último, tenemos a los centauros o startups valoradas en 100 millones de dólares. Además de esta menor valoración, una de las diferencias de los centauros respecto de los unicornios es que, frente a una rápida valoración en el mercado, los centauros prefieren generar beneficios gracias a ingresos constantes y sostenibles.
Si nos asomamos al animalario de los seres reales, podemos hablar de cebras, caballos, ponys y gacelas. En muchas ocasiones, las definiciones son parecidas a las de los seres mitológicos, aunque quizá con sutiles diferencias. Por ejemplo, las cebras son startups con modelos de negocio sólidos y con tasas de crecimiento constantes que aspiran a ser rentables y con beneficio para la sociedad. Ese «beneficio para la sociedad» es lo que puede marcar la diferencia con respecto a un centauro.
Por su parte, los caballos son aquellas startups ágiles y potentes con un fuerte nivel de innovación, que necesitan un alto capital para su etapa inicial y si hablamos de ponys lo hacemos de aquellas empresas de componente tecnológico valoradas en 10 millones de dólares. Por último, cuando se habla de gacelas nos estamos refiriendo a startups de crecimiento rápido (superior al 20%) y constante (durante tres años o más). Es lo que para muchos se traducía como scale ups.
Crear una taxonomía
Sin embargo, cabe señalar que esta clasificación y estas nomenclaturas no son 100% fiables. Mientras que el término unicornio ha trascendido con el paso del tiempo y nadie discute ya su definición (ni siquiera se intenta convertir los dólares a euros ni nada parecido), con el resto de definiciones no hay un acuerdo ni un estándar.
Es más, hay quienes añaden otros animales a esta clasificación y quienes prefieren hablar de gacelas en lugar de scale ups. Por no hablar de que uno de los principales retos a la hora de establecer en España una Ley de Startups fue, precisamente, la propia definición de qué requisitos debería cumplir una empresa para poder ser considerada como startup y, por tanto, beneficiarse de los contenidos de esta ley.
Miguel Ferrer, SVP de Estrategia y Agenda Pública de Adigital, reconoce que esta patronal se encuentra inmersa, precisamente, en el trabajo de establecer una taxonomía sobre los diferentes tipos de empresas tecnológicas que hay para, a partir de ahí, poder hacer un mapa de cuántas contamos en España en cada categoría. Un esfuerzo en el que han pedido la colaboración de otros agentes del ecosistema emprendedor, como el ICO, ENISA, Endeavor o Fundación Bankinter, entre otros. «Creemos que hacer este esfuerzo va a ayudar a entender e identificar cuál es el tejido empresarial en el que quizás habría que poner más esfuerzos para su potenciación», detalla.
¿Cuántas hay?
El reto es que, una vez se haya determinado con claridad qué es cada tipo de startup, se puedan establecer métricas y determinar, con más claridad, cómo está conformado el tejido emprendedor en nuestro país. «Antes de tener la Ley de Startups, nos teníamos que basar en estimaciones que hacían otros, como South Summit, quienes a veces cifraban en 12.000 las startups que había en España. Pero, ¿realmente hay tantas? El registro de ENISA nos permite tener un dato oficial del número de empresas de menos de 5 años que pueden caracterizarse porque tienen un componente innovador y tecnológico», reflexiona Ferrer.
Aunque, tal y como vimos en el balance del primer año en vigor de la Ley de Startups, mil no parece que se ajuste mucho a la realidad de España, desde Adigital ponen en valor que sea una cifra oficial y no meras estimaciones de terceros. Pero si ya es difícil saber con exactitud cuántas startups tenemos en España, más complicado aún se torna hacer una clasificación de cuántas serían gacela o centauro. Lo que sí está claro es que, salvo decacornios, España sí puede tener ejemplos del resto del animalario de startups. Tal y como subraya el SVP de Estrategia y Agenda Pública de Adigital, «hace 15 años nadie se podía imaginar que tuviéramos scaleups como Job and Talent, Cabify, Glovo o Filming, por nombrar algunas».
De hecho, según el último informe de Cotec, en el trienio 2019-2022 había en España 5.210 gacelas, lo que supone el 4,9% del total de empresas españolas de al menos 10 empleados. Esto supone que se añadieron 622 gacelas más con respecto al periodo anterior (2018-2021), pero aún lejos de las 7.336 gacelas (7,2% del total de empresas) que había justo antes de la pandemia. En cualquier caso, desde Adigital se pone el foco en que la particularidad de muchas de estas empresas es que son corporaciones que tienen un alto nivel de crecimiento, que son capaces de levantar inversión y que «están incidiendo en transformar sectores productivos de la economía española, tanto porque inciden en el uso o desarrollo de tecnologías digitales, como porque están internacionalizando su actividad con impacto».
Un unicornio y una cebra nos cuentan cómo lo lograron
Se empezó a denominarles unicornios porque, como seres mitológicos, muchos eran los que creían en ellos pero pocos los que los habían visto. Afortunadamente, cada vez son más las startups que llegan a tener ese status. Lo difícil, en muchas ocasiones, es mantenerse. Sobre todo cuando, como en estos últimos años, hay turbulencias económicas que hacen que los inversores recojan velas y la inflación haga que muchas valoraciones hayan visto mermada su cuantía.
TravelPerk es uno de los unicornios españoles más consolidados. Jean-Christophe Taunay-Bucalo, Chief Operating Officer (COO), asegura que para ellos «el logro en sí no es la nomenclatura, sino el aprendizaje y la gente que nos ha llevado hasta donde estamos hoy en día. Eso es lo que realmente nos diferencia». Esta startup mantiene su consideración de unicornio desde que alcanzó este status en enero de 2022 y, según Taunay-Bucalo, su valoración es de 1.300 millones de dólares, dando servicio, según sus datos, a más de 6.000 empresas en todo el mundo. Nacida en Barcelona, tiene oficinas en el Reino Unido, Alemania y Estados Unidos y da empleo a más de 1.300 personas. «Somos una de las empresas que ha crecido más rápido de 0 a 100 millones de dólares de ingresos recurrentes anuales (ARR) a nivel global. En términos del volumen de viajes que esto representa, tardamos 5 años en pasar de 0 a 5 millones de viajes reservados en nuestra plataforma antes de la pandemia, y tan solo 9 meses en pasar de 5 a 10 millones de viajes después de ella», enumera nuestro interlocutor. Pese a todas estas grandes cifras, el COO asegura que lo más importante es «que nuestros clientes estén satisfechos», porque el objetivo es «construir una empresa que esté aquí dentro de 100 años». Algo para lo que, según explica, recogen «continuamente sus opiniones para innovar en una dirección que tenga sentido para las pymes y medianas empresas a las que servimos».
Si algo sorprende de entre toda esta nomenclatura animal con la que se intenta clasificar a las startups, es que solo hay dos tipos que hacen referencia al negocio y la rentabilidad real de una startup: los dragones (aquellos unicornios que han devuelto toda la inversión necesaria para poner en marcha su negocio y seguir escalándolo) y las cebras (las startups que aspiran a ser rentables y aportar un beneficio para la sociedad).
En este último apartado se puede encuadrar Aliqindoi, que comenzó como un marketplace de C2C (de consumidor a consumidor) para dispositivos móviles usados pero que pivotó hacia un modelo SaaS (software como servicio) centrado en la economía circular. «Esta transición nos permitió diversificar nuestras fuentes de ingresos al atraer a grandes empresas de telecomunicaciones, minoristas y marketplaces, acelerando así nuestro crecimiento», defiende Félix Martín Aguilar, CEO y fundador, que asegura que ha alcanzado el break-even (punto de encuentro de gastos e ingresos) en el primer año. «Es un hito significativo para cualquier startup tecnológica, especialmente para aquellas que operan una plataforma SaaS», subraya.
Además de ese viraje al profesional, Martín sostiene la importancia de la sostenibilidad. «Nuestra misión de promover la economía circular y reducir el desperdicio electrónico resonó profundamente con empresas y consumidores preocupados por la sostenibilidad. Esto impulsó la adopción de nuestra plataforma y contribuyó a su rápida escalabilidad».