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Almodóvar, una habitación con vistas a Venecia

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Por fin. Almodóvar, que lleva décadas compitiendo en los grandes festivales internacionales quedándose al filo del premio gordo, ganó el León de Oro de la 81ª edición de la Mostra de Venecia por «La habitación de al lado». Visiblemente emocionado, al borde de las lágrimas, sus primeras palabras de agradecimiento fueron para Tilda Swinton y Julianne Moore, y no perdió la oportunidad de reivindicar en su discurso el derecho a la eutanasia. «El ser humano debe ser libre, para vivir y para morir cuando la vida sea insufrible», sentenció.

A la presidenta del jurado, Isabelle Huppert, que ha hecho de su currículum una larga, fructífera carta de amor a los grandes maestros del cine internacional (Paul Verhoeven, Michael Haneke, Hong Sang-soo), le faltaba un nombre en su colección. Más allá de los innegables hallazgos de «La habitación de al lado», el León de Oro puede entenderse como una clara petición de compromiso por parte de la diva francesa. «Pedro, me debes una», debió pensar la Huppert. Pese a las más que tibias críticas americanas, que no le han perdonado a Almodóvar que no hable su idioma materno, los diecisiete minutos de ovación a la película y la excelente recepción del resto de la prensa hacían augurar que el primer largo en inglés del cineasta manchego, melodrama elegíaco sobre cómo la amistad femenina puede ser el mejor antídoto contra el miedo a la muerte, podía estar en el palmarés. Película de cámara, apoyada en la fusión de los rostros de dos actrices memorables, Tilda Swinton y Julianne Moore, que entronca con la austeridad y contención de títulos como «Julieta» o «Dolor y gloria», «La habitación de al lado» articula su intimismo para proyectarlo, a veces con resultados discutibles, hacia un discurso político sobre temas que nos conciernen a todos –el cambio climático, la eutanasia–. Es posible que ese sentido de la responsabilidad social, sin traicionar los principios estéticos de su estilo, haya sido uno de los motivos por los que ha ganado ese León de Oro que tanto se le ha resistido a Almodóvar. Es un buen pistoletazo de salida para una carrera internacional que puede allanar el camino hacia los Oscar.

Dos cintas fantásticas

Celebramos que dos películas fantásticas, dirigidas por cineastas con una carrera corta pero prometedora, ocupen un lugar tan destacado en el palmarés. Gran Premio del Jurado, «Vermiglio», de Maura Delpero, evoca la mejor tradición del neorrealismo rural del cine italiano –desde Ermanno Olmi hasta Michelangelo Frammartino– para explicar una historia sobre el peso de la autoridad patriarcal en las zonas más empobrecidas de las Dolomitas, en la dura posguerra. Premio Especial del Jurado, «April», de Dea Kulumbegashvili, habla del estigma social del aborto en Georgia sin hacer una sola concesión al espectador, a través de un contradictorio personaje femenino –una ginecóloga que practica abortos clandestinos– que podría haber interpretado perfectamente una Huppert en sus años mozos. Con muy buen criterio –aunque este crítico le habría reservado un premio mayor–, el jurado no se olvidó de la excelente «The Brutalist», que ganó el Oso de Plata al mejor director para Brady Corbet. El premio a una obra monumental –tres horas y media en formato 70 milímetros–, que nunca desfallece en su poética ambición, demuestra, como afirmó Isabelle Huppert al salir al escenario de la Sala Grande, que el cine está vivo y coleando.

En el campo de los premios a la interpretación masculina, hubo sorpresas, y no para bien. No puede decirse que Vincent Lindon no haga un buen trabajo en «Jouer avec le feu» como un padre atormentado por el descenso a los infiernos de la extrema derecha de su propio hijo, pero tenía rivales mucho más potentes (Adrien Brody, en «The Brutalist» o Daniel Craig, en «Queer»). Lindon dio besos a todos los miembros del jurado, y le agradeció a Huppert el gesto chovinista; gesto que se extendió con el premio Marcello Mastroianni a la joven promesa para Paul Kirchner, que está especialmente mal en la lamentable «Leurs enfants après eux». Aplaudimos la Copa Volpi femenina: Nicole Kidman se lo merecía por su osada interpretación en «Babygirl». Es fácil detectar lo que Huppert ha valorado en su trabajo, como una ejecutiva que intenta reencontrarse con su deseo a través de la relación, de tintes sadomasoquistas, que mantiene con un becario. Lamentablemente, Kidman no pudo recoger su premio: recibió la noticia de la muerte de su madre en cuanto pisó Venecia. Su presencia habría dado la nota definitiva de glamour a una perfecta noche.

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PALMARÉS

León de Oro a la mejor película: «La habitación de al lado», de Pedro Almodóvar.

León de Plata. Gran premio del jurado: «Vermiglio», de Maura Delpero.

León de Plata a la mejor dirección: Brady Corbet, por «The Brutalist».

Premio especial del jurado: «April», de Dea Kulumbegashvili.

Mejor guion: MuriloHauser y HeitorLorega, por «Ainda estou aqui».

Copa Volpi a la mejor actriz: Nicole Kidman, por «Babygirl».

Copa Volpi al mejor actor: Vincent Lindon, por «Jouer avec le feu».

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