La técnica de la DGT para que no nos demos cuenta de los radares: son prácticamente imperceptibles
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Controlar la velocidad en las carreteras es crucial para reducir las muertes por accidentes de tráfico, y la Dirección General de Tráfico (DGT) trabaja continuamente en nuevas tecnologías para alcanzar este objetivo. En este sentido, uno de los avances más notables es el radar Velolaser, uno de los dispositivos más sofisticados y difíciles de detectar en la actualidad. Pero, ¿cómo funcionan exactamente? El Velolaser es un dispositivo móvil sumamente discreto, que se instala en puntos estratégicos y puede cambiar de ubicación sin previo aviso. Una de sus mayores ventajas es su capacidad para captar velocidades de hasta 250 kilómetros por hora, independientemente del carril por donde circule el vehículo. Equipado con una batería que le otorga una autonomía de hasta cinco horas, este radar utiliza un sensor láser basado en tecnología LIDAR, que le otorga una alta precisión al detectar a los infractores. Las sanciones pueden ser enviadas automáticamente a vehículos de la Guardia Civil situados a distancia, lo que permite una operación discreta y efectiva sin que el conductor sospeche de su presencia. En cuanto a su funcionamiento, estos dispositivos pueden detectar infracciones de velocidad con una precisión notable, captando hasta tres infracciones por segundo a distancias de hasta kilómetro y medio, con un margen de error mínimo de solo 2 kilómetros por hora. Además del Velolaser, la DGT también ha incorporado radares de velocidad en motocicletas de la Guardia Civil. Estos dispositivos, al igual que el Velolaser, son prácticamente indetectables. Emplean el efecto Doppler para medir la velocidad, trabajando en un espectro diferente al de los radares tradicionales, lo que les permite pasar desapercibidos para los detectores de radar que algunos conductores podrían usar.