MEP patea la bola hacia adelante
Si por la víspera se saca el día, la administración Chaves Robles concluirá labores en el 2026 sin que conozcamos su maravillosa propuesta para enfrentar el apagón educativo.
Consumido más del medio tiempo del actual mandato, no tenemos ni la más remota idea sobre si el Ministerio de Educación Pública (MEP) tiene en realidad alguna propuesta.
La propia ministra Anna Katharina Müller atizó, aún más, las dudas cuando pidió una prórroga para entregar la política educativa a la Contraloría.
El ente fiscalizador le había dado hasta el 30 de agosto para entregar el plan, pero la jerarca pretende ampliar el plazo al 26 de mayo del 2025.
La solicitud no causa sorpresa, porque a lo largo de su gestión se ha negado en forma consistente a poner sus planes en blanco y negro.
Recordemos, por ejemplo, sus reiteradas evasivas a brindar detalles sobre la Ruta de la Educación, la cual se ha convertido en un verdadero secreto de Estado.
Es increíble que, a estas alturas del período presidencial, se desconozcan planes, cronogramas, sustento técnico y métodos para evaluar los resultados de esa iniciativa.
Por ello, considero que la última gestión de la ministra ante la Contraloría es una confesión tácita de que el gobierno nunca tuvo una estrategia para la enseñanza pública.
Solo de esa forma se entiende que los costarricenses tengamos que esperar hasta el último año, si no pide otra prórroga, para conocer su política educativa.
Ya será muy tarde para echar a andar una visión sostenible para atender la crisis de formación, valores, infraestructura y brechas tecnológicas que golpea los salones de clase.
De hecho, el estilo confrontativo de este gobierno y su desdén por los criterios técnicos ponen en tela de juicio que cualquier propuesta suya vaya a sobrevivir en el próximo período.
Entonces, habremos desperdiciado cuatro años en los que era urgente sentar bases sólidas para rescatar la educación como el principal motor de desarrollo.
Ante su notoria falta de ideas, tal parece que este gobierno decidió desentenderse y patear la bola hacia adelante, para que otros se coman la bronca y resuelvan.
Es una posición muy censurable en momentos en que toda una generación de niños y jóvenes necesitan recuperar el tiempo perdido en su proceso de aprendizaje.
El autor es jefe de información de La Nación.