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Сентябрь
2024

«Mamá, me dueles»: esta psicóloga te ayuda a curar las heridas maternas

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Abc.es 
Pese a que la sociedad y la literatura nos muestran que una madre ha de ser atenta y cariñosa con sus hijos, no todos tienen esa opinión de la suya. Parece que en la infancia no somos conscientes de esa desatención, pero cuando el niño llega a adulto es cuando se ve esa otra cara. 'Querida mamá: me dueles' (Bruguera), escrito para madres e hijas por Marta Segrelles , psicóloga referente en el trabajo del trauma y el apego y en la terapia con la niña interior, no va de culpar a las madres; va de acoger lo que sentiste cuando eras niña y que todavía te acompaña. Y va también, sobre todo, de abrazarte. La autora aclara que «es un libro que no juzga y que no busca culpables si no que todas nos encontremos en nuestro rol». Con este libro aprenderás a abrazar tu historia para entenderte mejor hoy y darte como adulta aquello que, como niña, una vez necesitaste y no tuviste. Porque nunca hubo nada malo en ti. Con compasión y empatía, historias personales y recursos prácticos, la psicóloga te acompaña en un viaje al pasado para explorar la relación con tu madre : un vínculo único que deja una gran huella. - ¿Qué le ha llevado a escribir un libro sobre la relación entre madres e hijas? Cuando escribí el otro libro -'Abraza a la niña que fuiste'- el tema estaba muy claro y la gente conectó mucho con él. Cuando vimos hacia dónde derivaba hablar de heridas, salieron a relucir las heridas maternas. Es un tema tabú a día de hoy: no cuesta hablar de las relaciones con amigos, con hermanos, con el padre... pero cuando se trata de una madre es diferente. Me contaban que no había muchos lugares para esas personas cuyas madres no les estaban dando el cariño que esperaban. Es un tema del que no se habla suficiente. - ¿Qué tiene que ver la infancia con el malestar actual que podemos tener en temas como este? Hay gente que lo identifica porque tiene recuerdos de su infancia; lo que les ocurre de adultos está relacionado con episodios de la niñez porque sienten que son sensibles a las críticas o tienen miedo a que una relación termine… Cuando somos pequeños necesitamos ver que nuestra madre es aquella que nos puede atender y no podemos ver esa otra cara, pero de adultos sí que la vemos: vemos que no la teníamos cuando la necesitábamos y vemos que muchos días era imprevisible... Yodo eso se habla en la vida adulta y se extiende a otras relaciones que no tienen que ver con la madre. - ¿Cuál es el perfil de madre que acude a consulta? Atiendo a hijas que en un momento dado llegan a ser madres y es cuando ven lo que les ha faltado de sus progenitoras. En la lectura y en terapia recojo un amplio espectro de edad: madres, abuelas, nietas, hijas… y en el libro me enfoco principalmente en las hijas y en cuando esas hijas son madres. Hay mucho rol de madre sumisa, madre que tiene que poder con todo, que no cuenta todo y nos sobreprotege… - ¿Qué es lo que se espera de una madre? Se espera una amor incondicional y que no lo tengamos que pedir porque sale de ella, que nos conozca tanto y sepa cómo actuar y aunque no lo sepa que escuche y sea una figura afectiva con sus palabras y gestos también. Queremos que esa figura que idealizamos nunca se equivoque y que siempre sepa qué hacer y la vida de la madre antes de ser madre. Se las idealiza. Piensan: 'Mi madre ha hecho esto y vemos que no queremos hacerlo'. Damos por hecho, por lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, que el amor de madre es lo más grande que existe. - ¿Cómo se asume que en algunos casos esta relación no es el ejemplo que esperamos? Se asume con dolor porque es un duelo de lo que necesitábamos y de lo que no tuvimos. Asumir ese daño no es fácil porque nos negamos de alguna manera; nos imaginamos lo que podría ser esa relación y no acabamos de verla como es. Siempre hay esa parte de expectativa de si hacemos algo más, de si cambia, de si se da cuenta… pensamos que puede llegar y no somos conscientes de cómo es por cómo podría ser. Cuando lo vemos, asumimos el duelo. Eso sí, con pequeños cambios se puede ajustar ese dolor. - ¿Es posible cambiar la situación o cuando ya se es adulto es más complicado? Realmente sí que podemos cambiar y reparar ese dolor cuando asimilamos el daño. Lo que es complicado es cambiarlo si nuestra madre no puede. La madre tiene que poder asumir que no lo ha hecho bien, aunque esa no haya sido su intención. Si nuestra madre no acepta nuestra versión de los hechos, el trabajo de cambio lo hacemos nosotras: si no nos protege la madre, me protejo yo misma. - Cuando uno piensa en «mala madre» suele ser en términos de mujeres que no ejercen como se espera que ejerza una madre. Porque no se preocupan, no están pendientes, etc. pero, ¿qué hay de esas madres que sobreprotegen y no dan libertad?   Efectivamente, tenemos la figura de alguien que no ha estado pendiente ni disponible y nos ha dejado abandonados, pero en el otro extremo tenemos esa sobreprotección y asfixia. Muchas hijas se sienten mal porque sus madres les hacen chantaje emocional, como si vivir su vida les hiciera ser malas hijas. - Habla en un capítulo de su libro sobre aquello que no hemos vivido y que no podemos echarlo de menos, pero realmente no siempre ocurre así, ¿no? No es así porque en nuestro entorno y en nuestra literatura vemos muchas imágenes de familias y relaciones entre madres e hijas que son muy buenas, y si no nos identificamos con una de esas imágenes vemos que lo que determinado no lo tenemos, y se puede echar de menos. Muchas mujeres se quejan de que las madres de sus amigas les dan libertad y ellas sienten que las suyas no les dejan respirar ni un segundo. Ahí, por ejemplo, echan en falta esa madre que no sobreprotege. - Hablamos de que la sociedad está sumida en depresiones y ansiedad… ¿La relación entre madres e hijas puede provocarlo? Al final, estos síntomas nos hablan de que hay que hacer algunos ajustes en nuestras rutinas y relaciones, y este malestar nos hace revisar nuestros vínculos y ver que algunos no resuenan tanto con nosotras. Los recuerdos de la adolescencia nos pueden hacer ver que no me hace no encontrarme en la relación y me hace sufrir. Este sufrimiento se lleva a otras áreas. Cuando la relación no funciona me lo llevo a mis rutinas, a mi estado de animo. Se extiende muy rápido esa sensación y que esa gota de aceite en un folio no manche tango. - ¿La relación entre madres e hijas puede empeorar cuando esa hija es madre? ¿Es el momento de abrir los ojos?   Hay casos que sí puede empeorar y en otros casos acerca. Hay madres aje cuando son madres valoran y entienden más las actitudes de una madre. Ahora que soy madre yo entiendo menos a la mía. El hecho de que nuestra madre no nos vea como adulta y toma decisiones por nosotras. Conozco de los dos lados y la relación mejora por ajustar esas dinámicas y se valoran los consejos y apoyo pero luego también me doy cuenta que ahora porque al estar en tu lugar entiendo menos. Marta Segrelles es psicóloga experta en terapia integradora con un enfoque humanista y en trabajo con heridas emocionales. Además, cuenta con formación específica sobre trauma y reparación del apego y sigue estudiando cómo restaurar el impacto de las experiencias vitales a través de la IFS, la estimulación bilateral TEBB o el análisis transaccional. Empezó como psicóloga infantil y juvenil y, hoy por hoy, atiende a personas adultas para que confíen en su capacidad de sanar. Actualmente, se dedica a acompañar en procesos terapéuticos individuales y grupales, a formar a profesionales de la educación y de la salud mental y a divulgar sus aprendizajes en redes sociales. Puedes encontrarla en Instagram y en su web.