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Сентябрь
2024

Groves ocupa el vacío que deja Van Aert en el esprint

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El recuerdo de la Vuelta de 2008, la primera que ganó Alberto Contador, resonaba en la cabeza de algunos directores en la mañana cántabra. Alejandro Valverde era uno de los grandes rivales de Alberto en aquella Vuelta, pero la perdió en una etapa como esta, con final en Suances, pero con un paso previo por el alto del Caracol. «Se le va a escapar la Vuelta por una gilipollez», dijo aquel día Eusebio Unzué, manager del Movistar al que entonces patrocinaba Caisse d’Epargne.

Alejandro se descolgó en la subida al Caracol hasta el coche de equipo para coger un chubasquero y perdió casi tres minutos y medio en la meta con el resto de favoritos en una etapa que ganó Paolo Bettini.

El Caracol estaba lejos de meta también esta vez –a 70 kilómetros– y los favoritos ya estaban avisados de lo que podía pasar. Algunos de los directores de equipo estaban en el pelotón entonces y ninguno de los primeros se permitió un despiste como el de Alejandro.

«Hay terreno», decían algunos, «pero es necesaria actitud». Es difícil encontrarla cuando los corredores tienen que enfrentarse el sábado a una etapa como la que acaba en el Picón Blanco y el domingo a la contrarreloj definitiva.

Algunos se dejaron las ganas en la subida a los Lagos de Covadonga. La valentía de Mikel Landa, por ejemplo, no tuvo acompañantes ni premio, y tampoco había terreno para que él lo intentara. Tampoco era el sitio para que Enric Mas se lanzara. Además de valentía y de fuerzas, hace falta un equipo que acompañe en el llano y Movistar no tiene corredores ni fuerzas para hacerlo. Roglic y el Bora corren escondidos a la sombra de Enric Mas, así que sólo quedaba la opción de Carapaz. Es el único de los primeros de la general con la suficiente valentía o inconsciencia para animarse a una aventura de ese tamaño, pero el Caracol quedaba demasiado lejos. El riesgo era demasiado grande y el tiempo, con lluvia durante gran parte del camino, tampoco acompañaba.

Era una etapa para que se atrevieran los jornaleros de la aventura. Jonas Greegard, Thibault Guernalec, Thomas Champion y Xabier Isasa eran los hombres, aunque Champion fue el primero en desertar y los demás resistieron hasta pocos kilómetros antes de la llegada.

El hueco que dejó en el pelotón la caída y retirada de Wout Van Aert animaba a los aventureros a intentarlo. Algunos eran reincidentes, como Victor Campenaerts. El belga intentó marcharse antes de que se formase la fuga definitiva y volvió a intentarlo cuando el pelotón atrapaba a los escapados.

Parecía que podía llegar ese intento al que Campenaerts fue el último en llegar. Tres corredores formaban parte de ese ataque que fue a morir a unos metros de la llegada. A Campenaerts aún le quedaron fuerzas para resistir y ser sexto en la etapa. El Kern Pharma, que había trabajado para derribar la fuga, sólo pudo colocar en el cuarto puesto a su velocista, Pau Miquel. Al esprinter catalán le está faltando la suerte o el acierto de Pablo Castrillo en las escapadas.

Sin Van Aert en el esprint, sólo había una posible apuesta para la victoria, que sigue siendo del maillot verde, que ahora se llama Kaden Groves. El australiano es más rápido cuando corre en España y levantó los brazos en Santander sin que nadie le incomodara.

Groves rellena el hueco que ha dejado Van Aert. Y los favoritos son felices. No era un día para que ninguno perdiera dos minutos y medio, como hizo Valverde hace dieciséis años ya. Uno antes de ganar la Vuelta. El equipo más fuerte, el UAE, no tiene opciones en la general. Y los demás se guardan para otras metas.