Siete formas de blanquear la ropa al lavarla
Devolver el color a nuestras prendas es bastante sencillo implementando pequeños cambios en las rutinas de lavado, aunque no será necesario blanquear la ropa cada vez que se lave
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La ropa blanca es el inicio y el fin de nuestras alegrías. Es el grueso del fondo de armario de muchos, la prenda socorrida, la pieza cohesiva de nuestros estilismos. Pero también es la primera que se mancha, la que antes se deteriora, la que no mantiene el color. Y es que el paso del tiempo golpea con especial dureza a nuestra ropa blanca. En muchas ocasiones habrás sentido que, pese a hacer todo lo que tenías que hacer en tus lavados, un día te pones tu camisa favorita y descubres que está gris o amarilla. Por suerte, la mayoría de las prendas descoloridas, sobre todo si hablamos de ropa blanca, tienen solución.
En primer lugar debes asegurarte de que verdaderamente estás lavando bien tu ropa blanca, con el fin de evitar estropear tus prendas por accidente. Una rutina de lavado incorrecto puede dañar tus prendas blancas:
- Temperatura: la temperatura del agua desempeña un papel crítico en el proceso de lavado. El agua caliente es excelente para eliminar manchas y gérmenes, pero también puede hacer encoger, desteñir o dañar ciertos tipos de telas. Por otro lado, el agua fría o tibia es más suave y adecuada para muchas prendas delicadas. El agua fría es ideal para la mayoría de las prendas blancas. Lava tu ropa blanca con agua fría (alrededor de 30°C) para conservar los tejidos y evitar que encojan o pierdan su brillo. El agua fría es especialmente eficaz si tus prendas blancas solo necesitan una limpieza suave y no tienen manchas evidentes. Si tienes una prenda blanca con manchas o está ligeramente sucia, puedes optar por usar agua tibia (alrededor de 30-40°C). Esta temperatura ayuda a aflojar las manchas y la suciedad sin someter tus prendas a un calor excesivo. Verifica siempre las etiquetas de cuidado de las prendas antes de seleccionar una temperatura de agua más cálida. Nunca recurras al agua caliente.
- Detergentes: además de seleccionar la temperatura de lavado adecuada, asegúrate de utilizar un detergente de calidad diseñado para ropa blanca. Estos detergentes están formulados para ayudar a mantener el blanco brillante y evitar que los colores se desvanezcan. También es importante emplear quitamanchas específicos, y no usar un quitamanchas de ropa de color en tu ropa blanca, o viceversa.
- Separa las prendas: una práctica importante al lavar la ropa blanca es separarla de las prendas de colores, especialmente las que destiñen. Siempre verifica las etiquetas de cuidado y sigue las recomendaciones del fabricante. Esto ayudará a mantener tus blancos impecables. Si dudas de si una prenda tiene cabida junto al resto de blancos, ponla a remojo con agua tibia en un barreño, para así comprobar que no suelte tintes. Si el agua sale coloreada, evita mezclar la ropa que has puesto a remojo con tus blancos. Existen numerosos colores en nuestra ropa, como los cianes, los lavandas, y algunos rosas, que pueden soltar un inesperado tinte amarillo o azulón en el agua. Aunque sean colores claros, desconfía de ellos y ponlos a remojo para comprobar si van a desteñir. Recuerda que la etiqueta de la ropa es tu mejor consejera, si especifica que una prensa va a teñir, créetela. Si pese a todo sigues dudando, introduce en el tambor de la lavadora una toallita diseñada para que los colores de la lavadora no se mezclen.
- Centrifugado suave: al seleccionar el ciclo de centrifugado, elige uno más suave para tus prendas blancas. El centrifugado más rápido puede someter a tus prendas a un estrés innecesario y acelerar el desgaste.
- Evita el suavizante: el suavizante es una herramienta muy útil que da un olor agradable a nuestras prendas, pero también puede estropear nuestra ropa con el tiempo. Precisamente por eso se recomienda evitar el suavizante en tus blancos, y en su lugar aplicar vinagre de alcohol en el cacito del suavizante. Tus prendas seguirán saliendo suaves y retendrán el olor del detergente, con el añadido de que durarán más tiempo.
Cómo blanquear la ropa blanca
Devolver el color a nuestras prendas es bastante sencillo, con cambios pequeños que se pueden implementar con facilidad a nuestras rutinas de lavado. Ten presente, en todo caso, que no será necesario blanquear la ropa en cada lavado, ya que puede estropear los tejidos a largo plazo. Recuerda que estos consejos están pensados para devolver a los blancos su luminosidad, pero no son remedios para restituir el daño en los tejidos:
- Vinagre y bicarbonato: existen algunos trucos infalibles para quitar las manchas amarillas de la ropa, como mezclar vinagre y bicarbonato de sodio a partes iguales y aplicar esta pasta sobre la mancha, dejando actuar una hora para que haga efecto. Este es un truco que en las prendas de algodón funciona especialmente bien.
- Limón, bicarbonato y vinagre: otra opción es mezclar el zumo de medio limón y dos cucharaditas de bicarbonato en un barreño con agua caliente, y dejar la prenda dentro durante una hora. Pasado ese tiempo, sacamos la prenda y vaciamos el barreño para llenarlo con agua fría y un buen chorro de vinagre, dejándola en esta mezcla otras dos horas. Una vez pasado el tiempo, lavamos como siempre en la lavadora (con agua fría).
- Percarbonato de sodio: el blanqueador por excelencia, tan eficaz que parece magia. Se vende en droguerías y algunos supermercados a un precio muy económico, que en general no sube de los dos euros. Sigue las instrucciones del fabricante e introduce el producto en el tambor de la lavadora y el cajón del detergente. Tus prendas de ropa blanca quedarán como nuevas. Para mayor eficacia, pon tu ropa blanca a remojo con percarbonato y agua antes del lavado.
- Leche y agua oxigenada para blanquear la seda: lo ideal es que la seda se lave siempre del revés y en agua templada, usando productos específicos para este tejido tan delicado. Incluso podemos llevarla a la tintorería. Pero si la prenda ya ha amarilleado y queremos blanquearla, vamos a hacer una solución a partes iguales de leche y agua oxigenada: dos cucharadas de cada por cada litro de agua fría. Dejamos a remojo durante unos minutos y aclaramos con agua fría. En este caso, secaremos a la sombra para que el sol no dañe la prenda.
- Leche y agua oxigenada para blanquear la seda: aunque la lana no es un tejido que haya que lavar a menudo -basta con airearla en muchas ocasiones-, es posible que haya perdido ese blanco y necesites un extra para recuperarlo. En ese caso hay dos opciones. La primera es dejar en remojo la prenda de lana durante un día en un barreño con agua fría en la que habremos echado agua oxigenada -una cucharada por cada tres litros de agua-. Una vez pasadas las 24 horas, aclaramos y lavamos como siempre. Otra opción es usar leche sin pasteurizar -imprescindible que no esté pasteurizada- en la que remojaremos la prenda durante dos horas para después aclararla y lavarla como siempre.
- Bombas blanqueadoras caseras: para hacerlas vamos a mezclar una taza de detergente en polvo, media taza de bicarbonato, 1/4 taza de sal y 100 mililitros de agua oxigenada de 30 volúmenes. Lo que haremos es mezclarla (usando guantes) hasta conseguir una textura de migas o arena húmeda. Una vez con esa textura, formamos bolitas y las dejamos secar al menos 24 horas. Cuando estén bien secas, podemos guardarlas en un recipiente hermético y se conservarán durante meses. Para usarlas, solo tendremos que echarlas en un barreno con agua y dejar la ropa en remojo.
- Del revés: otro truco para evitar que tus prendas más delicadas de color blanco comiencen a ponerse amarillas es lavarlas del revés y siempre con agua templada. Aquí explicamos en qué casos es mejor dar la vuelta a la ropa al meterla en la lavadora. En todo caso, también resulta conveniente dejar las prendas secar a la sombra.