La derecha prorrusa de Alemania, por Mirko Lauer
Desde ayer lunes se sabe que el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, AfD, por sus siglas en alemán, va a llegar primero y segundo en dos elecciones estatales, respectivamente Turingia y Sajonia. Este es el primer triunfo de una derecha tan dura en Alemania en más de medio siglo. No es una catástrofe electoral, pero sí llama a la reflexión.
Que triunfe una derecha así en la Unión Europea no es sorpresa. Pues esa forma de extremismo está avanzando su ficha por todas partes. En Hungría está instalada desde hace años. En las elecciones parlamentarias europeas de junio pasado llegó tercera. Luego en Francia una convocatoria relámpago la logró frenar hace algunas semanas.
Pero el caso alemán es diferente. Nadie esperaba tanto avance de la extrema derecha en el país de Adolfo Hitler. El AfD lo ha logrado sobre todo con base en el tema de los inmigrantes, el sentimiento de postergación en la antigua Alemania del Este, y una corriente de populismo reaccionario que recorre toda Europa y el resto del mundo.
The Financial Times resume su posición en un elocuente titular: “Populistas predominan en Alemania del este, y las heridas del pasado siguen abiertas”. Der Spiegel apostrofa: “¿Cómo pudo haber pasado, Sr. Scholz?”.
Hay otras líneas de explicación, como los efectos económicos de la reunificación alemana y una sociedad con una democracia más débil que la del oeste, quizás por los efectos residuales de más de medio siglo bajo la bota estalinista. A lo anterior podemos sumarle algo de competencia regionalista con la próspera Alemania Occidental y su nivel de vida.
Entrevistado por Le Monde, el escritor Steffen Mau añade un factor importante: la debilidad de los principales partidos (derecha liberal, socialdemocracia) en el este del país. Esto no solo ha alentado a la extrema derecha, sino al extremismo en general. Hay una furia de la ex-RDA, que el paso a ser occidentales no ha podido calmar.
No sorprende a nadie el rechazo racista a los inmigrantes, turcos en su mayoría, y que fueron claves para el despegue del llamado milagro alemán. Más llamativas son las simpatías del AfD por Vladímir Putin en su invasión a Ucrania, y el consiguiente rechazo a la OTAN. Hay allí algo de nostalgia por el Pacto de Varsovia.