El virus del Nilo, ahora también de España y Europa
La península ibérica y, en concreto, las regiones de Andalucía y Extremadura se están enfrentando este año al segundo mayor brote del Virus del Nilo Occidental (VNO) desde que se puso en marcha el sistema de vigilancia de la enfermedad en España en 2007. En lo que va de año se acumulan 65 casos y 5 fallecimientos a causa de la infección de este flavivirus que se transmite al ser humano únicamente mediante la picadura de un mosquito infectado.
El primero en importancia por su gravedad en Europa, donde ya hay 13 países con brotes en lo que va de año, lo sufrió la misma zona en 2020, con 77 casos de meningoencefalitis y 8 fallecidos. Al año siguiente, la Estación Biológica de Doñana ensayó un ambicioso protocolo de vigilancia de mosquitos que la Junta de Andalucía incorporó a su programa de vigilancia en 2022. Gracias a ello y a los planes municipales de control de vectores se logró reducir al máximo la incidencia de esta enfermedad emergente: en 2021 se notificaron 6 casos, en 2022 solo 2 y en 2023 otros 2.
Por ello, las cifras de este verano son aún más preocupantes, dado que demuestran que algo está fallando. «Desde principio de temporada estamos detectando mucha más circulación del virus que en años anteriores», afirma Jordi Figuerola, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Estación Biológica de Doñana, que lleva más de 20 años estudiando el virus, desde que empezaron a detectar evidencias de su circulación en España en 2003. «Lo que ha pasado este año se veía venir, pero no se ha actuado a tiempo», asegura. A mediados de abril ya se había confirmado un caso en Andalucía, en un niño de 5 años de Lebrija.
«Normalmente nosotros empezamos a detectar el virus en mosquitos de la zona a partir del 16-17 de julio, y este año el 4 de junio ya capturamos los primeros mosquitos infectados. Además, en 2023 lo estuvimos detectando hasta las primeras semanas de noviembre, cuando lo normal es que a partir de mediados de octubre ya no lo viéramos», detalla.
Según los últimos estudios realizados desde la Estación Biológica de Doñana, cuando los inviernos son más suaves suele haber una mayor incidencia del virus en primavera y verano en caballos y aves salvajes. «Este año se ha dado esa conjunción de factores: invierno suave y lluvias en primavera. Con ese clima el moquito sobrevive más tiempo y empieza a reproducirse», destaca.
Reclamaciones
Desde que empezó a observarse la dimensión del problema este verano, la plataforma ciudadana Lucha contra el Virus del Nilo comenzó con manifestaciones. La próxima tendrá lugar mañana y, entre sus principales demandas se encuentra el refuerzo de las medidas contra los mosquitos transmisores y la reclamación de que las autoridades españolas –la Junta de Andalucía y el Ministerio de Sanidad– eleven el asunto «a Europa y la OMS».
En palabras de Juan José Sánchez, presidente de la plataforma, «hay muchos casos de infección que no son contabilizados por las autoridades sanitarias al no traducirse en sintomatología grave, lo que pone de relieve que las autoridades están actuando tarde».
En parte su planteamiento parece lógico si pensamos que la expansión del VNO no es un problema localizado en Andalucía, ni en España, ni tan siquiera en algunos territorios de Europa. En Estados Unidos es endémico desde 1999. «Es un problema global que requiere de una solución también global», defiende Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiología de la Universidad San Pablo CEU, de Madrid.
Sin embargo, para reclamar una actuación global hay que poner todos los medios de control a nivel local. Las responsabilidades también hay que buscarlas dentro, en los arroceros de la zona, que se niegan a admitir que sus hectáreas anegadas de agua son el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento del mosquito vector. «Es un problema que tiene solución», explica Figuerola. «Entre finales de mayo y principios de junio se inundan unas 27.000 hectáreas para el cultivo de arroz. Y ese es el momento en el que hay que controlar a las larvas de los mosquitos con biocidas muy eficaces y específicos, pero no se hace».
¿Por qué? La respuesta resumida es que, por un lado, los arroceros del Guadalquivir no reconocen su parte de responsabilidad. De hecho, en 2021 defendieron la salubridad de sus cultivos en una nota de prensa donde indican que «el agua está en permanente circulación».
Para poner en duda su razonamiento está el peso incontestable de la ciencia. Hace más de un siglo, en el año 1900, un estudio realizado por Gil y Morte definía acertadamente una condición hidrológica común para el desarrollo de la endemia palúdica, la de la malaria, con la «existencia permanente o casi permanente de aguas a cielo abierto totalmente embalsadas o con movimiento poco veloz de traslación».
Entre los principales focos figuraba el cultivo de arroz. Desde entonces, la evidencia no ha dejado de acumularse con claridad en ese sentido.
Por otra parte, invertir en estos biocidas no beneficia en nada sus cultivos, por lo que prefieren hacerlo en químicos sobre los que recae una regulación más estricta o «que directamente están prohibidos» pero que acaban con plagas que reducen su producción, como la pudenta en el arroz.
«En Italia, Grecia, e incluso aquí en España, en el Delta del Ebro, donde también hay arrozales, llevan 10 años implementando un protocolo de uso de un biocida que utiliza Bacillus thuringiensis israelensis (BTI), que produce una toxina que mata a la gran mayoría de las larvas, por lo que impide que los mosquitos lleguen a adultos y se expandan por un área mucho mayor. Es realmente efectivo, pero solo en ese momento, cuando son larvas», detalla el investigador.
Sobre porqué los agricultores del arroz del Bajo Guadalquivir no lo han utilizado hasta el momento, el científico no tiene la respuesta. «Es necesario que agricultores y administraciones se pongan de acuerdo para realizar el control de los mosquitos en sus cultivos, y estas decisiones se tienen que tomar antes de que se inicie el ciclo de cultivo del arroz y no cuando aparecen los primeros casos de infección en humanos. Es un tratamiento específico para mosquitos, y para el cultivo los mosquitos no son un problema. En su favor solo puedo decir que, al menos en el delta del Ebro, el tratamiento está financiado por la contribución de varias administraciones».
Malaria en España
La malaria se consiguió erradicar en España en el año 1964 porque entonces se consiguió romper el ciclo de transmisión humano-mosquito. Tal proeza se logró reduciendo las poblaciones de mosquitos y, sobre todo, evitando el contacto entre mosquitos y personas infectadas.
Aún así, hoy en día los mosquitos que la trasmiten, del género Anopeheles, están ampliamente distribuidos por todo el país. «El caso es comparable al del VNO porque para controlar el virus es necesario controlar al mosquito, algo que no se ha hecho hasta ahora», explica Nistal.
Dado que la vacuna no va a poder estar lista antes de una década por la dificultad que entraña – «los flavivirus son muy complicados»– el experto apuesta por dos caminos poco explorados hasta ahora. El primero, la investigación con antivirales «como en la hepatitis C. Parte del trabajo está hecho porque se sabe cuáles son los biomarcadores para esta familia de virus».
El segundo, conocer mejor la inmunología de los insectos. «Deberíamos ir un paso más allá. Sabemos poquísimo de ellos porque solo se ha estudiado la infección en humanos o animales. Se sabe, por ejemplo, que los mosquitos no solo son el vector de trasmisión de la enfermedad sino que, cuando pasa por ellos, se hace más virulenta».
Hoy, nueva concentración de protesta
Vecinos de diversos municipios de la provincia de Sevilla están llamados hoy a participar en una concentración en Isla Mayor para exigir soluciones a la «crisis de salud pública» en la provincia de Sevilla por el virus del Nilo que transmiten los mosquitos y que ha provocado ya este verano cinco muertes. La concentración, que se desarrollará de 19 a 20:30 horas en la Plaza García Lorca de Isla Mayor busca llamar la atención de la Junta de Andalucía y otras entidades gubernamentales sobre la urgente necesidad de abordar la crisis sanitaria que afecta a la región, han informado los organizadores en un comunicado. Reclaman la implicación de la Junta de Andalucía, el Ministerio de Sanidad y la Unión Europea, a los que reclaman «una respuesta rápida y comprometida para coordinar las acciones necesarias».
Se reclama actuaciones más tempranas contra las larvas.